Una persona que no se siente cómoda con el trato y la proximidad del otro, ya sea porque no le gusta la familia de la que proviene, o no soporta la forma de actuar del otro, se parecen a una receta en el que se quieren mezclar ingredientes que no van juntos y, por lo tanto, no se puede cocinar con ellos un plato digno y sabroso.
La sociedad se compara a un guiso; cada persona le aporta gusto y aroma. Y la Tora es el fuego que lo cocina y lo convierte en un manjar apropiado y dulce para todo paladar judío.
Lo mismo sucede con la vida familiar. Las dos partes tienen que mezclarse y fundirse, aportando cada uno de ellos su sabor a la vida conjunta, y al objetivo final que ambos persiguen el de construir una familia.
Desgraciadamente, se dan muchos casos en que los padres miman a sus hijos inculcándoles una idea de superioridad frente a los demás, con lo que éstos, acaban por convencerse de que en verdad son más guapos, más listos y mejores. Este es un tipo de sentimiento muy fácil de adquirir y de acostumbrarse, pero así también, muy difícil de extirpar y desarraigar. Cuanto mayor se va haciendo este niño, este sentimiento de superioridad crece con él; y cuando llega el momento de buscarle una pareja, se hace difícil encontrarla… Se necesitaría una especie de ¡criatura nueva, especialmente creada para él en los seis primeros días de la Creación!, que se le parezca y que haya crecido en una casa similar a la suya, con padres parecidos a los suyos y con los mismos mimos desde la cuna hasta llegar al palio nupcial… ¡¿difícil no?!
Y cuando por fin encuentre una compañera, su vida con ella estará llena de amarguras a no ser de que ella posea un carácter muy especial y esté dotada de virtudes excelsas para comportarse con él con infinita paciencia.
La Ley de la selva es: En todo conflicto y discusión triunfará siempre el que es más fuerte y más agresivo. Pero en la vida familiar entre marido y mujer, las cosas suceden de otra forma. Justamente el que se hace como si no oyera los insultos, cerrando los ojos y los oídos a los ataques, amonestaciones y defectos de la otra parte, ¡es que finalmente sale vencedor! El que se esfuerza por mantener la paz y el respeto en el hogar, es el que merece alabanza y aprecio. Y otro punto importante que hay que saber es que con cada hijo que nace, se debe acentuar el cariño y la casa se convertirá así en un nido de tranquilidad y felicidad con el favor de Di-s.
Las riñas sólo pueden prolongarse si las dos partes se involucran en ellas y ambos siguen agregando argumentos. Pero si uno de los dos se aguanta y guarda silencio sin tomar nota cuidadosa de los defectos del otro, trayendo a colación sus fracasos y las malas palabras que le dijo, y que no debería haberse pronunciado, entonces estas discusiones no seguirán creciendo, al contrario, se van calmando. Hay que tomar en cuenta, que en esos momentos de “furia”, responder es como echar gasolina al fuego y callar es como echarle agua para apagarlo.
Al final, el cónyuge terminará por apreciar la paciencia y el silencio. Empezará a dirigirse a su pareja con cortesía, al principio sin exteriorizarlo y después también reflejándolo en su relación con la otra parte, hasta que llega el momento en que le dirá: "te felicito y quiero que sepas que aprecio tus cualidades. ('Di-s acepta los caminos del hombre' etc.). ¿que tal si te dirían?: Yo no podría tener tanta paciencia ni aguantar aunque fuera un rato la compañía de un loco como yo".
Esto puede decirlo en broma o insinuarlo, o expresarlo por medio de un silencio más elocuente que las palabras, porque realmente una persona tiene que ser muy grande para reconocer la verdad.
Aunque no lo queramos, vivimos en un mundo de falsedad, toda manifestación de la verdad, sea cual fuere, es de por sí un grito pidiendo la paz. Tal como está escrito: "amen la verdad y la paz".
Cualquier persona tiene defectos y cuando se esfuerza por corregirse, el sirve de ejemplo a los demás para que lo emulen. Esta es la forma apropiada de enseñar a otros cómo comportarse y llevar a otros a que se comporten de la misma manera, y por supuesto no por medio de críticas humillantes que pueden estimular los malos rasgos del carácter y estropear en lugar de arreglar.
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