Este artículo
es sólo un breve foro para referirnos a un tema tan amplio como la visión
judía sobre el amor y matrimonio. Se han escrito muchos libros al respecto
pero, desafortunadamente, sólo existen en hebreo e inglés. Con
este artículo sólo introducimos el tema, sin profundizar en un
estudio detallado de la perspectiva judía sobre el matrimonio.
Nada ha
conmovido tanto al hombre moderno como el quebrantamiento de la institución
del matrimonio. Hace unos diez años, el divorcio era poco común,
mientras que hoy día es una verdadera epidemia. En los Estados Unidos,
por ejemplo, hay una tasa de divorcio del 50% y en California es casi del 70%.
En Chile, la tasa es también alarmante (15 a 20%). Este fenómeno
sociológico está afectando a nuestra próxima generación.
Muchos niños son criados en un ambiente de conflicto y discordia, otros
viven con uno de sus progenitores, generalmente la madre. La falta de una figura
paterna en esos hogares tiene una gran influencia en el desarrollo del niño.
De hecho, conozco a un Rabino en Jerusalén que se da cuenta inmediatamente
si un niño fue criado en un hogar quebrantado o no.
En el seno
de familias judías observantes, la tasa de divorcio es inferior a un
5%. Esto no proviene de una prohibición de divorcio (como en el catolicismo),
puesto que la Ley judía acepta el divorcio. Se origina más bien
en una profunda tradición y comprensión de la esencia misma del
matrimonio. De hecho, nuestra tradición lleva consigo 3.500 años
de historia, a través de los cuales hemos ido aprendiendo a tener éxito
en nuestros matrimonios. Aunque ese 5% es mucho para nosotros, no es nada frente
a la tasa de divorcio de la sociedad actual.
¿Cuál
es el secreto del éxito en esos hogares observantes de la Tora? Les entregamos
a continuación algunos de los principios básicos para lograr armonía
en un matrimonio.
DEBEMOS
ESTAR DISPUESTOS A DAR
El
mundo entero de nuestros días está en búsqueda de amor.
Basta con encender cinco minutos la radio; escucharemos en todas las estaciones
a algún cantante aludiendo a esta emoción. Sin embargo, muy pocos
encuentran alguna vez el verdadero amor, y sus búsquedas frecuentemente
terminan en frustración. ¿Qué es entonces el amor, cómo
puede una persona encontrarlo?
La perspectiva
judía sobre el amor es totalmente distinta al concepto que generalmente
tenemos. Nosotros, los judíos, creemos que el amor es dar y sacrificarse,
es decir, mientras más uno da a una persona, más la quiere, Este
concepto nos parece seguramente extraño y poco romántico. Cuando
los músicos de rock cantan canciones de amor, no están refiriéndose
por cierto al hecho de dar y sacrificarse. Pero si el amor sólo se resume
en esas dos palabras, ¿Dónde hay entonces lugar para la espontaneidad?
¿No existe acaso esa atracción mágica, especial, entre
dos personas?
Lo que pasa
es que a menudo confundimos "amor" con "atracción física".
El amor es un estado emocional profundo, y una pareja demora años en
alcanzarlo y aún más tiempo para destruirlo; es una emoción
muy profunda que trasciende los límites de lo puramente físico.
Una relación basada en una atracción física, sin embargo,
es algo mucho más superficial y es más fácil romperla.
Cuando la gente habla de "amor a primera vista", está refiriéndose
a esta atracción física y no al verdadero amor. La mayoría
de estas relaciones termina cuando comienza a disminuir la atracción
física entre el hombre y la mujer. Como la mayor parte de los matrimonios
hoy en día tienen su fundamento en una atracción física
y no en el amor, no es extraño que la tasa de divorcio llegue a las nubes.
Según estadísticas, la mayoría de los divorcios se producen
durante los cinco primeros años de matrimonio.
Se ha llegado
a esta triste situación porque la gente se casa por atracción
física y no por amor. Al no haber más atracción, comienzan
los problemas.
Sin embargo,
desde el punto de vista judío, el amor va creciendo cuando ambas
partes dan y se sacrifican el uno por el otro. Va desarrollándose
lentamente y sólo se logra cuando ambos ceden. Por supuesto
que la pareja debe sentirse físicamente atraída, debe haber entre
los dos una atracción mágica, especial. Pero para que esa atracción
pueda florecer, ambos deben dar siempre. En cierto modo, podríamos decir
que esa atracción mutua es la semilla que permitirá desarrollar
exitosamente una relación. Para ello, es necesario que ambos den el uno
al otro.
El ejemplo
siguiente Ilustrará nuestras palabras. ¿Quién tiene un
sentimiento de amor más fuerte: un padre hacia su hijo o un hijo hacia
su progenitor? Todos contestaríamos indudablemente, "un padre hacia
su hijo". No Importa qué haga un hijo, sus padres siempre querrán
perdonarlo, mientras que los niños buscan constantemente rebelarse contra
sus padres. La razón por la cual el amor de los padres es más
fuerte, es porque ellos dan, conceden, mientras que sus hijos sólo reciben.
Los padres dan alimento, techo, ropa, educación, valores y muchas otras
cosas que el niño toma. Es por ello que los hijos quieren más
a sus padres cuando ya son mayores y también pueden verdaderamente dar,
por primera vez en su vida.
De hecho,
el mundo está hecho de "gente que da y gente que toma".
Los valores judíos nos enseñan que debemos siempre dar, y esto
ayuda mucho a tener un matrimonio feliz y lleno de amor. Sin embargo, en la
sociedad actual hay cada vez más gente que quiere recibir sin dar, y
ésa es una de las causas de destrucción de matrimonios y amor.
De hecho, la sociedad moderna se está basando en una tendencia creciente
al egocentrismo, y eso ha contribuido, más que cualquier otro factor,
a quebrantar la institución del matrimonio.
Vemos entonces
que el amor no es, a diferencia de la atracción física, un sentimiento
que surge de la noche a la mañana sino una emoción que va desarrollándose
y creciendo con el tiempo. Uno de nuestros sabios me dijo un día que
uno demora entre 10 y 20 años en alcanzar el verdadero amor y una armonía
matrimonial.
Por lo tanto, no basta con dar unas pocas horas para llegar a experimentar un
amor profundo. Desde el punto de vista judío, el amor va creciendo con
el tiempo a medida que marido y mujer comparten sus vidas y experiencias juntos.
Por eso, es totalmente absurdo cuando un cantante de rock habla del "amor"
que descubrió 15 minutos antes. Su canción se refiere en verdad
a una atracción física y no al amor propiamente tal. Un amor que
crece en 15 minutos se esfuma en un mismo lapso.
Como el
amor es algo que necesita perseverancia y paciencia, no hay que extrañarse
de que la gente tenga problemas en encontrar amor hoy en día. En este
mundo frenético en que vivimos, la gente quiere una gratificación
inmediata. Ya es insoportable el sólo pensar que uno tiene que esperar
diez minutos por algo, no podemos entonces ni siquiera concebir la idea de tener
que esperar diez años. Sin embargo, la perspectiva judía insiste
en el hecho de que uno necesita paciencia y dar mucho para alcanzar el verdadero
amor.
DEBEMOS
COMPARTIR LOS MISMOS VALORES
Una vez
estaba yo con el gran Rabino americano Harav Avigdor Mlller Sh'lita cuando un
joven se le acercó para preguntarle qué debía buscar en
una mujer. El rabino le contestó que su futura esposa debía tener
las tres cosas siguientes:
1)
Sus mismos valores 2) Buenos rasgos de carácter y 3) debía ser
atractiva, en ese mismo orden de importancia. Con la experiencia que
he tenido como consejero en asuntos matrimoniales, no he escuchado nunca palabras
más verídicas. La mayoría de los problemas matrimoniales
surgen por una incompatibilidad de valores, y no por el carácter o la
apariencia de cada uno. Veamos, por ejemplo, la situación siguiente:
José conoce a Luisa, son jóvenes, y se "enamoran" (atracción
física). No hablan acerca de sus valores o sus puntos de vista. Están
demasiado enamorados para preocuparse de detalles tan triviales como eso. José
viene de una familia tradicionalista en que la mujer debe quedarse en casa y
preocuparse de sus hijos, mientras que Luisa viene de un hogar "liberado"
en que la mujer es importante sólo si llega a ser un alto ejecutivo en
una empresa, y el ser dueña de casa es algo aburrido y trivial. Al ir
disminuyendo su atracción física, José y Luisa comienzan
a tener frecuentes discusiones sobre el papel que debe desempeñar la
mujer. José quiere que Luisa tenga hijos y se quede en casa, mientras
que ella desea seguir ascendiendo como profesional. Su apariencia y carácter
eran muy compatibles, pero chocaban en términos de valores.
Si un hombre
y una mujer tienen valores diferentes, su matrimonio no puede tener éxito,
porque la pareja no lucha así conjuntamente por una misma causa. Sería
absurdo que un plomero tuviera como socio a un carpintero. Sucede lo mismo cuando
un hombre y una mujer tienen distintos valores en la vida. Por lo tanto, para
lograr ser felices en su matrimonio, deberán esforzarse para establecer
valores y puntos de vista comunes. Gran parte del éxito de los matrimonios
observantes se debe al hecho de que la pareja comparte los valores de la Tora.
El no existir este sistema en los hogares no judíos, contribuye a aumentar
la tasa de divorcio en nuestra sociedad moderna. Concluimos entonces que en
círculos no judíos, las parejas que se van a casar, conversan
rara vez sobre sus respectivos valores, porque esto es poco romántico
y "trivial". Sin embargo, las parejas judías deben ciertamente
preocuparse, en primer lugar, de sus valores y no sólo de apariencias
físicas.
COMPRENDAMOS
LAS DIFERENCIAS EXISTENTES ENTRE HOMBRE Y MUJER
Según
el judaísmo, el hombre y la mujer no son iguales. Tienen un mismo valor
e importancia como seres pero sus caracteres son muy disímiles. El hecho
de que sean distintos físicamente ya hace que tengan muchas diferencias
tanto en sus rasgos espirituales como emocionales. Muchos de los problemas en
un matrimonio se deben a que el hombre no logra comprender la naturaleza femenina
ni la mujer el carácter masculino. Existen muchas otras diferencias entre
ambos pero sólo nos referimos aquí a aquellas que sean necesarias
para seguir con nuestro foro.
Para
ser feliz en el matrimonio, la mujer necesita amor y afecto. Este es
uno de los rasgos principales de la naturaleza femenina.
Dentro de
la estructura del matrimonio es su mayor impulso, “su línea básica".
Si la mujer no recibe amor y cuidado, se siente despreciada e inútil
y busca rebelarse contra su esposo. Señales de que una mujer no recibe
suficiente amor y cariño son que ésta anda siempre regañando
al otro, irritada, discutiendo, deprimida, no quiere hacer nada por su marido,
etc.
Mi experiencia
como consejero matrimonial me permite aseverar que esto es cierto. En muchos
de los casos, la pareja tenía problemas porque el hombre no daba a su
mujer suficiente amor y cariño. Esta es una de las características
del carácter masculino: el hombre no necesita tanto amor y cuidado como
la mujer. Cuando un hombre niega esto a su mujer es porque no ha comprendido
aún las sutilezas que hacen a la mujer diferente del hombre. De hecho,
al comportarse de esa forma, el hombre está tratando a la mujer como
su igual, sin darle el debido trato que corresponde a su naturaleza femenina.
La vestimenta
de la mujer también refleja esa necesidad de amor y cariño. Anda
generalmente vestida con colores fuertes, alegres y se preocupa mucho de su
apariencia. El hombre, por el contrario, viste más bien sobrio y da mucho
menos importancia a su aspecto externo. Basta con ver el tamaño y riqueza
de la industria del vestuario femenino para comprender nuestro punto.
Aquel marido
que comprenda este rasgo tan importante del carácter de su mujer será
un esposo muy distinto de aquél que no lo entiende, Un marido comprensivo
estará siempre atento a toda buena ocasión para complementar a
su esposa. Ya sea sobre su apariencia, la comida que ha preparado o cualquier
otra cosa que haya hecho. De esa forma, le proporciona el amor y cuidado que
ella necesita y refuerza su amor por ella dando de su parte. (Como dijimos anteriormente)
el complementar es una forma de dar. Y no se requiere de dinero para ello! Pero
el hombre puede también mostrar su amor y afecto a su esposa sonriéndole
frecuentemente, mostrándose alegre, o llamándola a menudo de la
oficina para mostrarle que piensa en ella.
Estos pequeños
gestos reflejan el amor y afecto del hombre por su mujer y son un don muy preciado.
Joyas y flores son otra forma de mostrar amor por su mujer.
Tendrá
también mucho cuidado de no criticar a su mujer. Sólo lo hará
rara vez y muy suavemente. Debido a su necesidad de amor y cuidado, la mujer
soporta menos la crítica que el hombre. Por lo tanto, debe ser ocasional.
Para motivar a una mujer es mejor alabarla.
El
hombre, por otra parte, necesita que se le honre y respete. Quiere
sentir siempre que tienen control sobre todas las cosas. Le gusta sentirse digno
y merecer respeto. Esta necesidad básica se refleja en su vestimenta
(ternos, frecuentemente oscuros) que le hace tener una apariencia más
digna. Más seria. Las mujeres, por el contrario, visten colores eléctricos
y brillantes para llamar la atención, El hombre se casa generalmente
con mujeres más pequeñas que él por su necesidad de ser
respetado. He visto que existen muchos problemas matrimoniales cuando la mujer
gana más dinero que el hombre. Muchos se sienten menos honorables y eso
causa frecuentemente discordia en la pareja. El honor es el rasgo principal
del carácter masculino y sin él el hombre se siente inútil
dentro del matrimonio.
Una mujer
que comprenda esto tendrá mucho cuidado de que su marido no se sienta
avergonzado en público. Si lo critica frente a los demás, ella
destruye su imagen y el hombre podría vengarse cruelmente. Por el contrario,
ella debe frotar de preservar y proteger el honor de su esposo y recibirá
a cambio su eterno amor y afecto. Una mujer comprensiva tendrá también
mucho tacto para criticar a su esposo cuando estén solos; deberá
hacerlo rara vez y preservando siempre el honor de su marido. De hecho, motivará
mucho más el cambio con alabanza que crítica.
Concluimos
entonces que en términos de "líneas básicas",
hay una gran diferencia entre hombre y mujer. Si ambos se esfuerzan por comprender
la naturaleza misma del otro, la pareja será indudablemente mucho más
feliz.
EL
PAPEL DEL SEXO EN EL MATRIMONIO
El sexo
tiene una importancia primordial en el matrimonio pues sirve para consolidar
el lazo emocional entre un hombre y una mujer. Una destacada sexólogo,
la Dra. Dominica Renshaw, afirma que el 86% de las parejas con matrimonios fracasados
se han divorciado principalmente por problemas sexuales.
Aunque nuestra
sociedad contemporánea sostiene que está sexualmente "liberada",
esta afirmación pareciera ser extremadamente exagerada si las estadísticas
de la Sra. Renshaw son correctas. De hecho, la alta tasa de divorcio que tenemos
hoy en día nos da una visión muy distinta de esta sociedad, que
está más bien prisionera que liberada del sexo,
Nosotros,
los judíos, tenemos un acercamiento único a la sexualidad en el
matrimonio y nuestra baja tasa de divorcio es testimonio fiel de que parece
funcionar bien. Nuestras leyes de la Mikveh y la filosofía que
conllevan aseguran a la pareja plena satisfacción sexual, utilizando
esta relación para consolidar su amor. Muchos sexólogos no judíos
que han estudiado nuestro sistema han quedado pasmados por la sabiduría
y belleza que éste emana, y han reconocido que gracias a él tenemos
una bala tasa de divorcio.
En resumen,
vemos que el judaísmo tiene mucho que ofrecemos en el ámbito del
matrimonio. Un enlace feliz puede ser el punto culminante del cumplimiento de
todos los deseos y anhelos de una persona, Pero si, por el contrario, una persona
abusa del matrimonio y no saca provecho de las oportunidades que éste
le proporciona, su vida será un infierno (muchos divorciados podrán
afirmarlo).
Esperamos
que algunos de los conceptos e ideas que explicamos anteriormente ayuden a que
nuestros matrimonios sean más estables y felices, para que podamos así
ser un buen ejemplo para nuestra próxima generación.
Terminaremos
con una cita de nuestros Sabios que recalca la grandeza del matrimonio y las
oportunidades que nos ofrece:
"Una persona que no está casada vive
sin bien, sin ayuda, sin felicidad e incluso sin paz." (Bereshit
Raba 17:2)
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