Emuná:
Lo primero que debemos saber:
La Torá empieza diciéndonos lo siguiente: “Bereshit,
Bará Elokim Et Hashamaim Veet Haaretz” – “En el principio, creó Hashem el
cielo y la tierra”.
Explican los Jajamim, que “en el principio”, es
decir, lo primero que un Yehudí debe saber, es que Hashem creó el cielo y la
tierra.
Que existe un conductor en este mundo y no hay nada
ni nadie, que pueda impedirlo ni frenarlo.
Escuché de un Rab la definición de Emuná: “Saber que
todos nosotros somos NADA a lo que Hashem hace con nosotros”.
Todo lo hace Hashem:
Cuentan que una vez, fue un alumno con su Rab Moshe
MiKobrin, para desahogarse y contarle todas sus penas y problemas que tiene en
su vida.
En ese momento, el Rab tomó un vaso con agua, dijo la
Berajá “Sheakol Nihiya Bidbaró” – “Que todo fue creado con su nombre” y
se tomó el agua.
Le dijo el Rab al alumno: Veo que no has llegado a la
categoría de tu padre; ya que en una ocasión, tu padre vino conmigo igual para
contarme todos sus problemas y sufrimientos que tenía; e hice lo mismo que
estoy haciendo ahora: dije la Berajá de Sheakol, que quiere decir que Hashem
hace todo en el mundo. Y al escuchar eso, tu padre se retiro. Le pregunté a tu
padre: ¿Por qué te vas? Todavía ni hablamos.
Me contestó tu padre, que al escuchar “Sheakol Nihiya
Bidbaró” – “Que todo fue creado con su nombre”, cualquier Yehudí se debe
quedar tranquilo, ya que todo lo manda Hashem y es para bien.
Incluso el sustento viene de Hashem:
Cuentan de uno de los alumnos de Rab Elihau Lopian,
que tomó la decisión de dejar la Yeshibá donde estaba estudiando, ya que quería
estudiar una carrera.
Le preguntó Rab Elihau Lopian: ¿por qué quieres dejar
la Yeshibá?, a lo que el alumno le explicó que quería estudiar una carrera. Le
preguntó el Rab: “¿Cómo sabes que triunfarás en los estudios de la carrera? Le
contestó el alumno: “Hashem me ayudará”. Le preguntó el Rab: ¿Y cómo sabes que
al acabar tus estudios encontrarás trabajo? Le contestó el alumno: “Hashem me
ayudará”. Le siguió preguntando el Rab: ¿Para qué quieres el trabajo? Le
contestó el alumno, para poder casarse y tener una entrada de dinero para
mantener su casa. Le preguntó el Rab: ¿Y cómo sabes que te casarás? El alumno
le contestó: “Hashem me ayudará”. Le dijo el Rab: ¿Para qué quieres tanto
dinero? ¡Con un trabajo más sencillo podrás alimentar a tu esposa! Le dijo el
alumno, que quería tener hijos y el gasto era mayor. Le dijo el Rab: ¿Y cómo
sabes que tendrás hijos? El alumno le volvió a contestar: “Hashem me ayudará”.
Terminó el Rab diciéndole: Fíjate cuántas veces
confiaste en Hashem: Te va a ir bien en la carrera, vas a encontrar trabajo, te
casarás y tendrás hijos. Tú estás seguro que Hashem te va a dar todo esto y no
crees que si te quedas en la Yeshibá te va a mantener.
Libros de pruebas de la existencia de Hashem:
La fe en Hashem, debe ser algo natural y no debe ser
algo que se tenga que estudiar o meditar, sino algo normal y común.
Vamos a explicarlo con una historia que pasó hace
varios años.
El hijo del Jafetz Jaim, Rab Leib, acostumbraba cuando
era joven, a leer libros de creencia en Hashem y libros con pruebas que Hashem
existe. Uno de esos libros, era el More Nebujim (la guía para los confundidos)
del Rambam, que habla sobre la creencia y pruebas que Hashem existe. Cuando el
Jafetz Jaim se enteró que su hijo estudiaba esos libros, no lo permitió y se
los quitó. Rab Leib, el hijo del Jafetz Jaim, le contestó: si el Rambam fue
mucho más grande que yo, y él mismo escribió un libro de pruebas que Hashem
existe ¿por qué no puedo leer ese libro? Incluso es sabido, que Abraham Abinu,
llegó a la creencia en Hashem por medio de pruebas y demostraciones que Hashem
existe.
Le contestó el Jafetz Jaim: Quien busca pruebas en
libros para demostrar que Hashem existe, seguramente tiene dudas en la existencia
en Hashem. Y no debemos pensar que el Rambam tenía dudas que Hashem existe,
sino él escribió su libro para la gente que realmente está confundido.
VER SANEDRIN 90. LO QUE DICE RABI AKIBA, A CERCA DE
QUIEN LEE ESOS LIBROS…. ESCRIBIR MUSAR DE ESO! ¿QUIEN NO TIENE OLAM HABA?
La fe de un Yehudí, se debe dar natural y sentir en
el corazón que todo lo hizo Hashem y todo lo que nos da es para nuestro bien y
todo lo que hace es bueno.
Todas las religiones están enfermas:
Cuentan que en los tiempos de Rabí Yonatan Aishbitz,
había gente dentro del gobierno, que estaban en contra de los Yehudim. Esta
gente, quería demostrarle al rey, que los Yehudim son capaces de renegar y
cambiar su religión por algo de dinero. Ellos sabían que no podían hacer la
prueba con Rabí Yonatan Aishbitz, ya que era un gran Tzadik; pero pensaron que
lo podían hacer con un cargador de mercancía pobre que vivía en la ciudad. El
rey ordenó que traigan al pobre inmediatamente para convencerlo que cambie su
religión
Llegó el pobre al castillo del rey, y los empleados
del rey le dijeron que tenían un trabajo para él. El trabajo era ir todos los días
a tocar la campana de la iglesia, para que los católicos lleguen a rezar a ahí.
Por este trabajo, iba a ganar mucho dinero y a parte iba a tener mucho tiempo
disponible. La única condición era, que se tenía que convertir al catolicismo.
El pobre pensó bien y les dijo que no podía aceptar
esa propuesta. Ya que su padre le había enseñado algo importante en una ocasión
y es lo siguiente: Si alguna persona te ofrece un burro por otro y a parte te
ofrece dinero, no hagas el cambio; ya que seguramente, ésta persona que te
quiere vender su burro, es porque su burro está enfermo o no le queda mucho
tiempo de vida.
Les contestó el pobre a esta gente: Por cuanto que
ustedes están dispuestos a pagar dinero para que yo cambie mi religión, es
porque su religión está enferma y tiene muchos defectos. Pero nunca cambiaré mi
religión (el judaísmo), ya que es perfecta y no tiene ningún problema.
El rey se dio cuenta de la fe de este pobre y lo
despidió del castillo con mucho dinero.
No hay como Hashem - ¿Quién es como Hashem?
Nosotros decimos al final de la Tefilá de Musaf de
Shabat: “En Kelokenu…” – “No hay como Hashem” y luego decimos: “¿Mi
Kelokenu…?” – “Quién es como Hashem”.
Pregunta el Jatam Sofer: ¿Por qué no está invertido
el orden y primero preguntamos ¿Quién es como Hashem? Para luego contestar: No
hay como Hashem.
Contesta el Jatam Sofer, que cualquier Yehudí es
creyente en Hashem y antes de preguntar ¿Quien es como Hashem?, es lógico y
natural que “No hay como Hashem”. Y hasta después ya podemos preguntar ¿Quien
es como Hashem?
Así mismo decimos todas las mañanas: “Hashem Melej,
Hashem Maláj, Hashem Imloj Leolam Vaed” – “Hashem gobierna, Hashem gobernó,
Hashem gobernará para siempre”. La pregunta es: ¿Por qué no seguimos el orden y
decimos: “Hashem gobernó, gobierna y gobernará? Contestan los Jajamim, que no
podemos pasar ni siquiera unos segundos diciendo que Hashem gobernó, ya que se
entiende que hoy en día no gobierna; incluso que en 2 segundos dirá “Hashem
gobierna”, no podemos ni mencionarlo, por eso decimos al principio: “Hashem
gobierna”.
Cada segundo se cumple una Mitzvá:
Una de las 613 Mitzvot, es creer en la existencia en
Hashem y creer que él supervisa en cada momento. Esta es una de las pocas
Mitzvot que se pueden cumplir en cada momento y en cualquier lugar; y no
necesita hacer algún acto para cumplirlo, sino únicamente con el pensamiento.
Sería muy buena costumbre decir lo siguiente y estará
cumpliendo con esta Mitzvá: “Yo creo en ti Hashem, que existes y te encuentras
enfrente de mí, que supervisas todo el mundo en cada detalle, y tú le pagas a
toda persona que haga una Mitzvá ya sea sencilla o complicada.
Con este pensamiento, estará cumpliendo una Mitzvá y
le estará dando gusto y deleite a Hashem, ya que sus hijos, confían en él y
aceptamos lo que es.
Hashem no tiene limitantes:
Dijo Rab Yehezkel Levinshtein: La persona que va
caminando en la calle y ve a una persona sin una mano o sin un pie, y piensa
que Hashem no es capaz de curarlo, o de mandarle una mano o un pie; tiene falta
de Emuná, ya que está limitando a la capacidad de Hashem.
Adquirir la Emuná, es un gran trabajo:
Aunque ya mencionamos que el tener Emuná debe ser
algo natural, todos debemos trabajar en adquirirla y nunca caer.
Toda la vida es una prueba de Emuná, y muchas veces
tenemos pruebas duras las cuales debemos pasarlas y realmente sentir que todo
lo que pasa en el mundo de porque Hashem así lo quiere y es bueno.
Vamos a contar una historia para entender cómo
debemos de trabajar y cada vez reforzarnos más.
En una ocasión, llegó un alumno de Rab Shteinman, que
no lo había visto por 50 años. Llegó a su misma casa que tenía desde hace más
de 50 años y saludó al Rab. El Rab al principio no lo reconoció, hasta que le
explicó quien era este hombre; y Rab Shteinman lo recordó.
Este alumno le dijo al Rab: Estoy sorprendido, 50 años
que no he venido a su casa y sigue exactamente igual; las paredes siguen
iguales, la mesa en su mismo lugar ¡no hay nada nuevo!
Le contestó el Rab: ¿Que me quieres decir? ¿Que las
paredes tienen que cambiar? ¡La persona es la que tiene que cambiar!
Así debemos de pensar: uno no debe quedarse como está
ahora. Debemos de hacer un cambio inmediato; y que mejor que mejorar en nuestra
Emuná.
El favor de Hashem es incluso en la oscuridad:
Una persona que fue secuestrada, contó su historia en
el día de la Seudat Hodayá (Seudá de agradecimiento).
En la mañana del día del secuestro, estaba en el Bet
Hakneset en la Tefilá de Shajrit. Se encontraba ahí un Jajam que vino a juntar
Tzedaká para su Yeshibá.
Esta persona, decidió ayudar a este Jajam con una
Tzedaká y el Jajam le regaló un libro de Torá que se escribió en su Yeshibá.
Esta persona lo abrió pero no entendió casi nada, ya
que el libro trataba de temas difíciles y complicados de Guemará. Esta persona
decidió poner el libro en su cajuela al salir del Bet Hakneset.
En el transcurso del día, lo secuestraron y lo
encerraron en un cuarto. Los secuestradores, buscaron en el coche para ver qué
podían robar. Vieron este libro y decidieron dárselo al hombre secuestrado,
para que tenga en qué entretenerse.
Este hombre por supuesto que sintió que era un
mensaje de Hashem y día con día trataba de entenderle al libro, hasta que en un
día leyó algo que le cambió su mentalidad y su visión dentro del secuestro.
Contó este hombre que dentro del libro estaba
mencionado el siguiente versículo:
“Leaguid Baboker Jasdeja, Beemunatejá Balelot” –
“Proclamar por la mañana tus favores y con fe por las noches”.
Y la explicación que daba el libro era la siguiente:
Si dentro de un cuarto hay mesas y sillas, aunque la
luz del cuarto se apague, y no se vea absolutamente nada dentro del cuarto, las
mesas y sillas seguirán ahí. Igualmente pasa con el favor de Hashem: El favor
de Hashem siempre existe, pero tal vez en la oscuridad no se ve cómo Hashem nos
ayuda.
Este hombre se dijo a sí mismo: Hashem siempre está
conmigo, incluso que ahora que es de noche y no lo veo, pero se que aquí está y
está junto a mí. Después de leer esto, el Yehudí sintió un apoyo dentro de esa
oscuridad tremenda que vivía.
Así debe vivir un Yehudí, con esta Emuná en Hashem,
que aunque a veces no lo vemos, él siempre está junto a nosotros ayudándonos.
Si yo estoy aquí, todo está aquí, si no está el yo
aquí, ¿quién está?
Dice la Guemará, que Hilel Hazaken, el gran sabio y
humilde, dijo lo siguiente: Si yo estoy aquí, todo está aquí, si no está el yo
aquí, ¿quién está? Se entendería que es una frase muy presumida o con mucho
ego, ya que él quiere decir que él es todo y si no está él, no hay nada en el
mundo.
Pero esa no es la intención de Hilel; sino lo que él
quiso decir fue lo siguiente:
Hilel habló directamente refiriéndose a Hashem: Si yo
estoy aquí, todo está aquí. Es decir, si “Yo” refiriéndose a Hashem, está aquí, todo está aquí.
Así como dice la Torá: “Yo soy D-os tu D-os”. Si ese “Yo”, que se Hashem lo
tengo dentro de mí, todo está aquí, ya que tengo a lo máximo conmigo; y si no
está ese “Yo” conmigo, ¿quién está? Es decir, nadie está y no hay nada.