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Dijo el
Rav Moshé Tzví Neria: Las dificultades
de la vida no deben ser vistas como una fuente de decepción sino como
un gran desafío ... D-s nos dió el mandato de vivir. Aspiremos
fuerzas del "mandato de la vida".
En otras
palabras, en lugar de ver en las dificultades problemas, veamos en ellas únicamente
desafíos, oportunidades para poder crecer y así poner de manifiesto
todos los potenciales que Hashem nos dió.
Y como la
felicidad depende mucho más de la actitud que tengamos ante la vida que
de la vida misma, debemos de aprender a ver en el dolor y en el sufrimiento,
una herramienta que puede ayudarnos directa o indirectamente en nuestro desarrollo
y en nuestro crecimiento...
Además,
inclusive cuando podamos llegar a sentir que fracasamos, el fracaso no debe
de ser visto más que como una fuente de aprendizaje, como la semilla
del éxito que con la ayuda de Hashem, habrá de sobrevenir después...
Y si somos
capaces de aprender y crecer a partir de las enseñanzas y mensajes que
emanan de los supuestos fracasos, llegará el día en que tendremos
el mérito de comprender que en realidad de verdad nunca fracasamos; pues
todo lo que nos sucedió, no fue más que parte del "plan maestro"
ideado por el Creador del mundo, para ayudarnos a revelar todo nuestro potencial...
Y el "mandato
de la vida" debe llenarnos de la energía y vitalidad necesarias
para lograr superar cualquier circunstancia que eventualmente nos toque vivir...
Y quien
vive con optimismo y alegría, sin dudas que con eso también está
sirviendo a Hashem...
Dijo el
Rav Moshé Tzví Neria: Estar
en un nivel elevado implica poder pensar lo que uno siente y sentir lo que uno
piensa...
En otras
palabras, un ser humano elevado es aquel que logra armonizar entre aquello que
piensa y aquello que siente, no existiendo contradicción ni dicotomía
alguna entre ambos.
¿Y
cómo se puede lograr alcanzar un nivel así?
Si bien
nadie es infalible y todos podemos tener momentos de debilidad, la pregunta
es si mayoritariamente estamos en el nivel de armonía entre nuestros
sentimientos y nuestros pensamientos o sí mayoritariamente estamos confundidos
y perturbados, por la incómoda tensión existente entre aquello
que sentimos y aquello que pensamos.
Y es a través
del estudio profundo de nuestras fuentes - esforzándonos por poner en
práctica a sus mensajes y enseñanzas-, el ejercicio intenso, consciente
y constante de los preceptos tanto hacia Hashem hacia el prójimo y la
concentración íntima en nuestros rezos depurando y elevando a
nuestra alma, que podemos generar este tan ansiado y deseado estado de armonía
y paz interior, el cual es condición sine que non para alcanzar una vida
plena, apacible, significativa y feliz.
Dijo el
Rav Moshé Tzví Neria: La más
grande de todas las revoluciones, es la revolución del corazón...
¿Y
en qué consiste la revolución del corazón?
En sustituir
sentimientos de resentimiento, rencor, envidia y enojo, por sentimientos de
amor, compasión, alegría y solidaridad.
Y como del
corazón fluye la sangre hacia todos los órganos de nuestro cuerpo,
de momento que nuestro corazón y nuestros sentimientos se depuran, todo
nuestro cuerpo y nuestra mente también se depuran, proyectándose
la luz de Hashem también hacia todos los demás.
Y haciendo
honor a la verdad, la única revolución que de verdad puede funcionar,
es la revolución de cambiarnos y mejorarnos a nosotros mismos, pues la
mejor de todas las revoluciones, de nada sirve si no se cambia al ser humano,
y la peor de todas las revoluciones, puede llegar a ser útil, si logra
positivamente este objetivo...
Y no en
vano está escrito que "Hashem quiere el corazón"...
Y así
como Hashem quiere nuestro corazón, así nosotros debemos de aprender
a querer el corazón de nuestros semejantes, estando felices de corazón
con sus éxitos, deséandoles felicidad, alegría y bendición
en todo lo que hagan...
Por último
es menester que sepamos, que cuando nuestro corazón está puro,
nuestros canales para recibir la luz de Hashem también lo están,
siendo también nosotros los grandes y primeros beneficiarios de ello...
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