בס"ד
¿EXISTE LA ESPERANZA?
Dijo el rab hagaon Iaacov
Galinsky ztz”l: nuestros sabios siempre preguntaron por qué la lectura del
libro de “Iona” se realiza en la tarde de Iom Hakipurim, en un momento en que
el tiempo “vale oro”, cuando la concentración llega al punto más alto del año.
Y nos dieron muchos motivos al respecto. También rabenu Hajafetz Jaim ztz”l
habló sobre el tema (Shaar Hatziun 622,6), y escribió que el
libro de Iona quiere enseñarnos que ningún hombre puede escapar de la Voluntad
de Hashem, tendrá que aceptar siempre la Propuesta y la Orden de Hashem, a
pesar de cualquier circunstancia.
Y podemos decir
más. Surge la pregunta: imaginemos un iehudi muy importante, justo y poseedor
del Ruaj Hakodesh (espíritu de Santidad, que le permite conocer los designios
del Cielo), como por ejemplo, el Jafetz Jaim. Llega a una ciudad extraña de un
país extraño, donde reina la diversión y el libertinaje. Digamos, por ejemplo,
Paris. A pesar de que escuché que Paris es una ciudad donde hay mucha Irat Shamaim
(temor a Hashem), porque muchos iehudim llegaron a la ciudad con su temor y su
cumplimiento… pero esto es sólo un ejemplo.
Sigamos imaginando…
Este hombre justo camina por las calles, avenidas y paseos de Paris,
proclamando que en cuarenta días la ciudad será destruida. ¿Existe la
posibilidad de que alguien le preste atención? ¿Algún diario podría darle un
pequeño espacio para publicar su noticia?
El profeta Iona fue
enviado por Hashem para que todos los habitantes de la ciudad de Ninive se
arrepientan por sus pecados y vuelvan al buen camino. Hakadosh Baruj Hu estaba
enojado por el mal comportamiento de toda la ciudad.
¿Cuál era el temor
de Iona? ¿Por qué no quería cumplir la misión que Hashem le ordena? Tenía miedo
que los habitantes de Ninive lo escuchen y se arrepientan. Ya que ese
arrepentimiento despertaría a los acusadores del pueblo de Israel. Estos
acusadores se presentarían frente al Bore Olam y le mostrarían cómo los
habitantes de Ninive volvieron al buen camino, mientras el pueblo de Israel…
Por eso Iona no
quería ir allí y prefirió escaparse.
Ahora, supongamos
que Iona viajaba a Ninive y hacía su proclamación, ¿quién iba a escucharlo?
¡Nadie! Todos seguirían con las mismas malas acciones de siempre. Y cuando se
cumplieran los cuarenta días, la ciudad dejaría de existir. Esto sería una
prueba, retroactiva, de que las sospechas de Iona eran infundadas, y ningún
acusador se presentaría para hablar mal del pueblo de Israel.
Por el contrario,
podríamos usar el castigo que recibió la ciudad, como advertencia para
nosotros.
Cuentan sobre un comerciante iehudi que vivía en China, que decidió importar (o
exportar) por su propia cuenta mercaderías para Europa. Viajó y se relacionó
con fabricantes y distribuidores, pero antes de comenzar sus operaciones, viajó
a Radin para pedirle una bendición al Jafetz Jaim. Llegó a su casa y se
presentó como un residente de China.
China…, la otra
punta del mundo…
¿Qué se cuenta por allí?, preguntó el Jafetz Jaim.
El iehudi comenzó a
contarle: no es sencillo vivir en China. Los iehudim que viven allí están muy
dispersos. No hay educación judía para los niños, no hay Shejita Keshera (carne
apta para el consumo). Resulta extremadamente difícil cumplir el Shabat, son
muchas pruebas las que debemos atravesar, Hashem nos cuide y nos proteja…
El Jafetz Jaim no
se asombró de lo que escuchaba, y contestó: vuestro sufrimiento es el mismo
sufrimiento de muchas personas en nuestra generación. En muchas congregaciones,
desde Australia, y el sur de Africa y de América, hasta el norte de América.
Esta es la situación en gran parte del mundo. Compuse y publiqué para ellos
este libro, “Nidje Israel”. Toma y lleva contigo varios ejemplares y repártelos
en China. Allí podemos ver cómo mantener nuestro judaísmo cuando las
condiciones son difíciles…
¿Y qué más se puede escuchar en China?, volvió el Jafetz Jaim con la misma
pregunta.
El iehudi se
sorprendió. Sobre la situación de los iehudim ya le había contado, ¿sobre qué
otra cosa podría hablar? Comenzó a decir que había salido de allí hace algunas
semanas…
Y antes de salir,
¿de qué se hablaba allí?, ¿cuál era el tema central de los periódicos?,
preguntó el Jafetz Jaim.
Contestó: los
chinos están construyendo una represa gigantesca, y para construirla deben
desocupar un valle en que hay una ciudad y muchos campos cultivados. La represa
acumulará una gran cantidad de agua que cubrirá por completo el valle, y cien
mil chinos pueden quedar bajo las aguas…
Ahora sí el Jafetz
Jaim se sorprendió: ¡Llegó la cualidad de la Justicia de Hashem sobre el pueblo
chino!
Rabi, dijo el
iehudi, ¿puedo hacerle una pregunta?
Seguro que sí…
Cuando le conté
sobre la situación tan difícil de los iehudim, el rab me respondió con
tranquilidad. Y cuando le cuento sobre la situación de los chinos de esa
región, ¿el rab se sobresalta en extremo?
Que todas las
bendiciones posen sobre tu cabeza. Dime, ¿has estado en Varsovia?
Seguro, llegué
aquí, a Radin, pasando antes por Varsovia.
¿Cuántos iehudim
viven allí? ¿Cuál es el porcentaje de iehudim frente a toda la población?
El iehudi seguía
asombrado, pero contestó: dicen que hay como trescientos mil iehudim, dentro de
una ciudad de un millón de habitantes.
Cierto, le dijo el
Jafetz Jaim, eso dicen. Dime, por favor, si tú vieras un hombre parado en la
plaza central de la cuidad hablando en Idish, ¿a quién supondrías que le está
hablando?
¿Cuál es la
pregunta? Seguro que se está dirigiendo a los iehudim que pasan por allí.
Pero tú mismo me
dijiste que los iehudim son la minoría…
El hombre sonrió:
está bien, los no iehudim son la mayoría, pero ellos no entienden Idish. Si
está hablando en Idish, está hablando para los iehudim.
¡Tú lo has dicho! Gritó el Jafetz Jaim. Tienes que entender, cuando un tornado
provoca la muerte de cien mil creaciones del Bore Olam, es lo que decimos en
las oraciones: “Mi Bamaim” (quiénes morirán en el agua), Hashem nos salve! Este
es el lenguaje del Cielo. Un mensaje del Cielo. ¿Y quién entiende este mensaje?
De la misma forma que el iehudi hablando en Idish para una minoría. ¿Quién
piensa en esas palabras, quién se estremece? Los chinos, ellos no entienden
este idioma. Entonces, el mensaje no es para ellos, ¿para quién será? ¡Para
nosotros, que sí lo entendemos! Pero nosotros, estamos aquí, en Radin,
¿y cómo podemos enterarnos de lo que sucede en China? Sólo lo podemos saber
cuando tú llegas aquí, nada más que para contarme lo que pasa allá.
Esta es la correcta forma de mirar las cosas. La forma de ver del Jafetz
Jaim.
Así habría ocurrido
si Iona habría cumplido la Voluntad de Hashem. Tampoco nadie lo escucharía,
pero Hakadosh Baruj Hu les pidió a los habitantes de Ninive que mejoren su
conducta. Y como esa posibilidad no existía, Iona intentó escapar.
Se metió en un barco y se desató una tormenta. La tripulación y los pasajeros rogaron a
sus dioses, en vano. Encontraron a Iona en un rincón del barco, y él contó su
historia. El pánico se apoderó de todos ellos. Lo lanzaron al mar, y la
tormenta cesó de inmediato. Lo subieron nuevamente al barco, otra vez la
tormenta. Lo lanzaron por segunda vez, y nuevamente el silencio. Un pez se
tragó a Iona. La gente del barco sintió un gran temor a Hashem y le hicieron
ofrendas, y formularon promesas (Iona 1,16). Iona rezó desde los
intestinos del pez, y el pez lo “vomitó” en tierra firme.
Iona no tuvo
alternativa. Fue hasta Ninive, hizo su proclama y el pueblo lo escuchó y
creyeron en Hashem. Escribió el Radak, que la gente del barco estaba en la
ciudad y atestiguaron sobre Iona, por eso, toda la ciudad creyó en sus palabras
y se arrepintieron de sus pecados, acercándose a Hashem.
Y esto sucede
siempre, cuando un hombre intenta ser “inteligente” para evitar cumplir la
Voluntad de Hashem, Hashem se burla de él, y provoca que su intento de alejarse
o escaparse sea lo que lo acerca más. Justamente, lo que ocurrió con Iona en su
intento de escapar, fue lo que hizo que la gente de Ninive crea en sus
palabras. En resumen, el hombre no puede escaparse de Hashem, por el contrario,
cuando pretende alejarse es posible que se acerque más a la Voluntad de Hashem,
a través de esa misma huida…
Traducido del libro Vehigadta.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom