Prestar
dinero
Dicen los Jajamim1: Es un precepto positivo prestar
dinero al necesitado para aliviar su pobreza y aliviar sus pesares. Ésta
es la mayor forma de caridad.
También es una mitzvá prestarle dinero a una persona rica si
ella no tiene temporalmente dinero2.
En el año 1971, Shmuel Abraham Myski decidió usar cinco mil
dólares de sus regalos de casamiento para comenzar un guemaj (un fondo
de préstamos gratuitos) en un pequeño sótano de Monsey,
Nueva York. Su “oficina” contaba con un escritorio marrón,
un libro negro y una birome Parker. Durante los siguientes veintidós
años, Keren HaJesed (El Fondo de Ayuda) creció hasta prestar
más de cien millones de dólares. ¡A finales de los años
80 estaba prestando más de diez millones de dólares al año!
¿Cómo es posible que un guemaj que comenzó con recursos
financieros tan pequeños, creciera hasta superar a todos los otros
guemajim del mundo? La respuesta se basa en el deseo de dar que alentaba al
Rab Myski. Él no esperaba que se le fuera a pedir un préstamo,
sino que le decía a las personas: “Escuché que se casa
tu hijo”. ¿Quizás necesitas un préstamo?
Refrescos gratis
En la ciudad de Lakewood, la ciudad de la Torá de USA, se escuchan
muchas historias de Jesed.
En una de las casas de Lakewood, hay un letrero en la puerta donde está
escrito: “Querido Yehudi: Favor de pasar a mi casa a tomar algo de beber”.
Seguramente nos imaginamos que adentro habrá un garrafón de
agua para el que tenga sed. Y si pensamos para bien, pensaremos que es agua
fría.
¡Pero no! Adentro de la casa hay un refrigerador lleno de refrescos,
paletas heladas, aguas de sabor, helados, etc., y no sólo eso, también
un letrero que dice: “Gracias por ayudarnos a hacer Jesed contigo”.
Para mí no es peligro de vida,
para ti sí
El Rebe de Givil, trabajó muchos años en Siberia muy duro, con
muchos sufrimientos, dolores, etc., hasta que llegó un día que
le dijeron que es libre; sólo que ese día era Shabat, y no quiso
firmar la hoja de retiro de ese lugar; ya que él decía que para
él no es peligro de vida; y lo seguían amenazando que se iba
a quedar muchos meses más, pero no aceptó.
Junto a él, había una persona que vio todo esto, y también
le ofrecieron que se vaya, sólo que tenía que firmar. Pero al
ver que el Rab no firmó, él tampoco quiso firmar. Cuando el
Rab vio que no quería firmar, el mismo Rab dijo que iba a firmar por
él. El joven no entendía qué pasaba, ya no firmará
por otro. Pero el Rab explicó, que por él mismo no iba a firmar,
ya que él podía aguantar más tiempo ahí; pero
pensando en el joven, el Rab decía que no podía aguantar mucho
tiempo más ahí, así que firmó por él, y
se fue el joven y el Rab se quedó; esto, con la firma del Rab.
El verdadero acto de bondad
Nuestro padre falleció relativamente joven, y mamá y mis hermanos
quedamos con muchas deudas y mucho por hacer. Yo estaba aún en la Yeshibá,
y mis hermanos en la escuela.
Fueron tiempos muy difíciles, y yo, como hermano mayor, tenía
todo el peso de mi familia.
Me armé de valor, y fui a hablar con Mr. Rozen.
“Sólo necesito un préstamo. Cuando salga del problema,
se lo devuelvo”
Mr. Rozen se quedó pensando.
“¿Cuánto necesitas”, me dijo.
“Mil setecientos cincuenta dólares…”
“No es mucho”.
“Para mí sí, Mr. Rozen”.
Casi sin decir palabra, se dirigió a un escritorio. De allí
sacó un talonario; hizo un cheque, y me lo dio.
Estados Unidos estaba en recesión; no había mucho trabajo. Pero
Hashem siempre ayuda, y después de varios meses, esa suma, que nos
ayudó a salir adelante, la pude reunir y se la llevé de vuelta
a Mr. Rozen.
“Bien hecho, muchacho”, me dijo.
“Las deudas hay que saldarlas, tarde o temprano”.
“¿No necesitas más tiempo?”.
“No, gracias. Reciba este dinero, por favor”.
“Te voy a contar algo, siéntate”.
Tomé asiento y me dispuse a escuchar a Mr. Rozen.
“Hace muchos años nosotros también estábamos en
una situación difícil. Recién llegábamos de Europa
y no teníamos dinero ni trabajo. Recurrimos a un pariente lejano nuestro,
y nos dio una suma de dinero con la que empezamos nuestra empresa. Tiempo
después, fuimos a devolverle el dinero, y nuestro pariente nos dijo:
“Yo no lo quiero. Me doy por satisfecho con el hecho de haber podido
ayudarlos”. “¿Y qué vamos a hacer con el dinero?”,
le preguntamos. Y nos respondió: “Cuando encuentren un Yehudí
que necesite, hagan lo mismo que yo hice con ustedes…”
Mr. Rozen me miró unos segundos, y me dijo:
“Hay algo mucho mejor que ayudar: Es enseñar a ayudar. Toma este
dinero y “cuando encuentres un Yehudí que necesite, haz lo mismo
que yo hice contigo…”
“Fue la más grande lección que he tenido, de Guemilut
Jasadim (acto de bondad) verdadero”.
Hay dos tipos de personas que hacen
Jesed
Contó Rab Avi Cassel:
Cuando yo estudiaba en la Yeshivá en los suburbios de Baltimore, cada
viernes a la tarde salíamos para hacer mandados y trámites.
La única forma de viajar era confiar en la bondad de quienes tenían
auto y aceptaban llevarnos. Nos parábamos en la entrada de la Yeshivá
y los conductores se detenían y nos preguntaban a dónde necesitábamos
ir.
Había dos clases de conductores: aquellos que ofrecían llevarnos
si íbamos en su misma dirección y aquellos que se desviaban
de su camino para llevarnos a dónde nosotros necesitábamos llegar.
Ambos realizaban buenos actos, pero los últimos constituían
la personificación misma del Jesed.
1- Sefer Hamitzvot 197.
2-Ahabat Jesed Mitzvá Halvaá 1, 1.