La semana pasada, después de que me desperté de mi “un tanto prolongado” Shabbos “schluf” (dormir siesta en Shabat), mi esposa me preguntó, "¿Has dormido bien?" "No sé, le respondí: “Me quedé dormido en el momento".
El sueño es una cosa extraña. El sueño es el principal nutriente en la "vida de las fiestas", y cuando lo vivimos, experimentamos una clase de placer que nos es totalmente inconsciente.
La palabra en hebreo "despertar" es Lehakitz, proviene de un verbo activo. Despertar no es simplemente el final de sueño, es una acción. Lehakitz está conectado a la palabra kotz, que significa "un exceso". En otras palabras, durante el sueño, la mente se retira a alguno de los territorios aún inexplorados, permitiendo y alimentando al cerebro, como lo hace el cuerpo de la madre para amamantar a un bebé, así se formatea el sueño, como si fuera una madre, pero del sueño. Cuando el cuerpo alcanza su tope de descanso la mente agita al cuerpo fuera de la cama y nos despierta; es el despertar de nosotros mismos.
La palabra con la que comienza esta semana La Torah es Miketz, que significa "al final de". La palabra Miketz es “sorprendentemente” similar a la palabra lehakitz, que es cuando el tiempo de sueño llega a su fin, y ocurre el despertar.
El Midrash entiende que se refiere a un Miketz, un fin que establece un límite a la oscuridad, e investiga el fin de todo."
No es por casualidad que casi siempre Miketz se lee en Shabat Jánuca. Las luces de la celebración de Jánuca “son” el final de la oscuridad.
Hay muchas oscuridades que "llenan" el mundo, pero ninguna es más insidiosa que la oscuridad del engaño que profesa ser la luz, y esta es la oscuridad de Grecia y su cultura.
¡Vivimos en un mundo más griego que los griegos!, un mundo donde la apariencia es muy importante, donde la forma ha sustituido a los contenidos; un mundo en el que nuestra primera reacción a algo nuevo, es decir, "¿Qué aspecto tiene?" y no "¿Qué nos enseña? o ¿que tiene de bueno?"
Hashem Ha dispuesto que haya un fin a la oscuridad, esta no puede
sobrepasar su límite. Incluso la luz a través de las cortinas, puede vencer la oscuridad, porque la oscuridad tiene su fin incluso con un poco de luz. La obscuridad se "marchita" y desaparece, apareciendo luego la Luz.
La luz no es algo nuevo. Ha estado allí desde el comienzo del mundo, sólo se oculta por la oscuridad. Cuando Dio-s finalmente nos la devuelva desde el fondo de nuestro último exilio, que con el favor de Dio-s sucederá muy pronto, y allí estará La Luz esperandonos al final del túnel.
Somos como “sleepwalkers”, sonámbulos arrancados de nuestro mero ser, en un sueño que no es el nuestro, sueños disfrazados e investidos en las máscaras de un “Nuevo Mundo”, un mundo que no es el nuestro, un mundo que no va con nuestros ideas. Nuestras maravillosas y divinas mentes son distorsionadas con los falsos sueños de los "Cola Imperios", los video juegos, los nuevos inventos... Somos como “caminantes soñadores” dormidos y adormisados en una especie de “sueño-pesadilla” que esta durando más de dos mil años, del que diera la impresión, que no se quiere despertar.
Cuando llegue Mashíaj, con la ayuda de Dio-s y a través de
nuestros méritos, (si Dio-s Quiere), entenderemos los extremos de la oscuridad .y nos daremos cuenta que todo fue una verdadera pesadilla. Y después, a continuación, nos frotaremos los ojos, los ojos encandilados, iluminados y maravillados por la luz que siempre fue: La Luz de la Torah y del genuino Judaísmo.
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J.G. Fuente:
Ha Rab Shimshon Rafael Hirsch y otros.
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