Me había quedado
completamente solo, en una absoluta comunión conmigo mismo. Esperaba
ansiosamente poder escaparme.
Estaba en una tienda cuando
una mujer caminaba por el pasillo hacia mí, cargando unas cajas
vacías. Se tropezó con todos y con todo, mientras
que hacia su camino por el pasillo, y después se quedo atorada
entre las cajas y un estante. Con una suspiro dijo: "Parece
que estoy estorbando mi propio camino".
Uno de los obstáculos
que tienen las personas en el camino hacia la espiritualidad es el no
querer reflexionar en forma consciente acerca de si mismos. La
razón de esto, se hizo presente en mí cuando fui a unas termas
para atender mi dolor crónico de la ciática. Quería
evitar medicamentos potentes ya que soy consciente del alto índice
de adicción. Cuando mi puesto como director de
un hospital mental de Psiquiatría me llevó hasta el punto
de explotar - decidí "escaparme de todo", e ir a la paz y el silencio
de unas termas de aguas minerales.
El primer día en las
termas, me pusieron en un jacuzzi, en un cubículo pequeño. Era
el paraíso. Me relaje en el agua caliente, cuyo movimiento
gentilmente relajaba todo mi cuerpo. Estaba en paz y no había
nada que pudiera molestar esa paz. Después de cinco
o seis minutos de regocijo, salí del jacuzzi diciéndole al
que atendía, lo relajante que había sido la experiencia. Para
mi sorpresa él dijo: "No puede salir todavía señor. El
tratamiento requiere un tiempo de 25 minutos".
Regrese a la tina, pero
no a una experiencia tan regocijante. Cada minuto duraba
una dolorosa eternidad y después de cinco minutos ya no pude aguantarlo
más. En mi segundo éxodo, se me fue dicho que debía
completar el requisito de los 25 minutos, para continuar con la siguiente
fase del tratamiento. Sin desear gastar dinero en vano, regresé
por otros 15 minutos de tortura absoluta.
Luego reflexioné sobre
lo que había sido un rudo despertar. Estaba seguro de
que mi malestar se debía a las grandes presiones de mi profesión:
una sala de emergencia ocupada, recibir casos a todas horas. Un
gran hospital psiquiátrico de 300 camas por el cual yo era responsable,
sirviendo como reemplazante para los 300 pacientes si el psiquiatra
personal de cada paciente no estaba disponible. Llamadas
frecuentes de familiares, de la policía, abogados, oficiales
de gobierno y agencias sociales. Ahora había sido liberado
de esas presiones y sin embargo encontraba intolerable otros cinco minutos
de paz. ¿Por qué?
Después de un poco
de análisis personal, la respuesta se hizo aparente. Somos
adeptos a la diversión, a distraernos de una forma u otra, pero
muchos de nosotros somos incapaces de realmente relajarnos. Nos
entretenemos leyendo, viendo la televisión, jugando golf o cartas,
platicando con alguien, escuchando el stereo, o CD o muchas otras actividades. Pero
estar entretenido es estar desconectado y para eso están estas
actividades, para diversión. Al enfocar nuestra atención
en esas actividades, alejamos nuestra atención de todo, incluyéndonos
a nosotros mismos. Cuando todas las diversiones son eliminadas,
nos quedamos solos con nosotros mismos, forzados a un contacto directo
con nuestras personalidades y las carencias de nuestra personalidad
que nos molestan, y aquí es donde reside la dificultad.
Me di cuenta de que el
haber quedado solo en el jakussi, sin nadie con quien hablar, nada que
escuchar, nada que leer, nada que ver, nada que hacer - completamente
solo, en absoluta comunión conmigo mismo - era una experiencia
parecida a la de quedarse solo en un cuarto con alguien que no nos cae
bien, y esperamos ansiosamente poder escaparnos de allí.
Este despertar despertó
la pregunta: ¿Qué había sobre mí mismo que no me gustaba? ¿Por
qué no toleraba estar en mi propia presencia?
Pensé que seguramente
tenía algunas cualidades internas que prefería no tener, pero
cuya existencia podía ignorar mientras estaba distraído por
preocupaciones y estímulos externos. Mientras seguía
en mi introspección me encontré siendo una persona celosa,
comúnmente resintiéndome porque otros tenían más
que yo. Era generalmente vano, queriendo impresionar a la
gente. Me di cuenta de que cuando alguien me ofendía
lo podía odiar con pasión. Tenía tentaciones
e impulsos que pensaba que debían ser ajenos a una persona realmente
moral. Pensé que si la gente descubría esas emociones
dentro de la fachada que exhibía al mundo, probablemente me rechazarían. Y
cómo obtendría méritos para recibir las bendiciones de
D-os si era en verdad una persona baja?
Conjuntamente a este evento
deprimente de reflexión personal me topé con un pasaje en
el Talmud que me permitió obtener una perspectiva diferente. El
Talmud explica (Tratado de Shabat 89a) que los diversos mandamientos
Bíblicos de comportamiento fueron dados al hombre precisamente
porque tiene un cuerpo animal, sujeto a todos los instintos y deseos
del mundo animal. La distinción del hombre es
que puede ser el "amo" de esos impulsos. En otras palabras,
el descubrimiento de cualidades animales dentro de mí no era una
razón como para considerarme una mala persona.
Un poco de investigación
con mis pacientes confirmó mi hipótesis: mucha
gente en realidad es incapaz de tolerarse a si misma ya que encubre
sus sentimientos negativos. Su inconformismo con ellos mismos
puede ser tan grande que utilizan una variedad de tácticas, algunas
de ellas por demás drásticas, para escapar o negar su identidad
así como la perciben.
Creo que este desafortunado
estado de relaciones es el resultado de una distorsión de la imagen
personal de uno mismo. En otras palabras, esta gente es realmente
fina, competente y agradable. El problema es que no están conscientes
de esta realidad. En lugar de verse como realmente son, de
alguna manera, desarrollan una imagen distorsionada de ellos mismos,
y es esta imagen distorsionada la que asumen que es su verdadera imagen
- la cual se hace intolerable.
No es necesario decir que
el alcoholismo y otras adicciones son frecuentemente el resultado de
que la persona trata de bloquear una conciencia personal que
es incómoda y que está basada en nociones de su ser sin base
ni fundamento.
La espiritualidad se relaciona
con aquello que es único en los seres humanos - dominar sus instintos
animales. Esto requiere de una conciencia personal válida
y real que puede estar distorsionada por imaginaciones negativas sobre
uno mismo. Para que la espiritualidad sea real, los aspectos
de la humanidad de uno deben ser vistos en forma realista, y deben ser
apreciados.
BiografÃa del autor: | |
El Dr. Abraham Twerski
es un psiquiatra y fundador de Gateway Rehabilitation Clinic en Pittsburgh,
un centro líder de tratamiento de adicciones. Recientemente
ha realizado un programa de 12 pasos para el desarrollo de la autoestima
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