Me gustaría
mencionar aquí un asunto al que hay que prestar mayor atención
en nuestros tiempos, o arriesgamos a que el mundo pierda conciencia del honor
del Cielo. Los Sabios nos cuentan en el Talmud (Temura 14b): “Es
preferible que se contravenga una ley de la Torá antes que Israel olvide
la Torá”. La razón es que cuando uno contraviene una ley
determinada, aunque deba rendir cuentas por ello alguna vez, sigue existiendo.
Por otro lado, si alguna vez la Torá fuera olvidada, que el Cielo lo
prohíba, no podemos ni imaginar cuál sería el resultado
final.
Para nuestra
vergüenza han surgido nuevas conductas Hasta hace unos pocos años
el Mal Instinto se conformaba con tentar a la gente a cometer transgresiones
aisladas Nunca se trataba de persuadirles que abandonaran su compromiso con
el estudio de la Torá. Siendo que el alma es una chispa divina procedente
de las alturas, en el momento en el que se sentaba a estudiar y comprendía
que había hecho algo en contra de la voluntad de El Eterno, inmediatamente
se inspiraba y se arrepentía.
En estos
días la tendencia al mal se ha descarrilado completamente e intenta hacer
que la Torá se olvide. Mucha gente envía a sus hijos a escuelas
tradicionales sólo hasta que aprenden el abecedario y la fonética
básica, para que puedan leer el libro de plegarias. Algunos permiten
que sus hijos continúen y aprendan un poco de Torá, aunque también
esto está mezclado con todo tipo de tonterías de fuentes externas.
Sólo
uno por mil envía a su hijo a estudiar alguna parte de la Torá
oral, Mishná o Talmud, aunque fue con la Torá oral que El Eterno
hizo Su pacto con Israel, como nos cuentan los Sabios en el Talmud: (Guitin
60b). Derivan esto del versículo: “porque conforme con estas
palabras He hecho pacto contigo y con Israel” (Éxodo 34:27).(
“conforme con estas palabras” significa en traducción literal
“en boca de estas palabras”, se refiere a la Torá, ya que
originalmente ésta fue transmitida oralmente).
Sinagogas,
centros de estudio y colegios judíos vacios.
En pocos
años habrán ciudades enteras sin un solo estudioso de la Torá.
Para entonces hasta las leyes más fundamentales de la Torá serán
extrañas para ellos. Incluso en estos días, para nuestra vergüenza,
en ciertas ciudades las casas de estudio están cerradas durante el día
porque no hay quien las use. El Mal Instinto trabaja con todas sus fuerzas para
“congelar” la idea del estudio de la Torá, tanto entre viejos
como entre los más jóvenes.
Ay de nosotros
que tal situación se haya dado en nuestros tiempos. Sólo una generación
atrás todas las escuelas estaban llenas de jóvenes estudiando
Talmud seriamente. Habían centros de estudio -yeshivot- y colegios de
Torá en cada esquina.
Todas las casas de estudio estaban llenas de trabajadores así como de
estudiosos, dedicándose con amor al estudio. Pero ahora, en una sola
generación, nos hemos hundido en forma tan asombrosa, que no es común
encontrar un niño que sepa aunque solo fuera el Pentateuco, los primeros
cinco libros de la Biblia -Jumash- como se debe.
Por todo
lo que sabemos, la situación del pueblo de Israel es cada vez más
desesperada y la pobreza y la enfermedad son tan corrientes que casi todos han
sido tocados por el sufrimiento, tanto el propio como el de sus hijos. Todos
se preguntan por qué El Eterno nos ha hecho esto. La respuesta es clara.
Es por haber abandonado el estudio de la Torá.
Los Sabios
nos cuentan en el Talmud (Shabat 33b) que la guerra y el pillaje entran
al mundo como consecuencia del descuido en el estudio de la Torá y la
profanación del sábado -shabat. Está escrito: “Y
traeré sobre vosotros la espada vengadora para vengar el pacto”.
El “pacto” al que se refiere es la Torá y respecto a ella
dice el versículo: “Si no permanece Mi pacto día y noche.
Yo no he puesto las leyes del Cielo y la Tierra” (Jeremías
33:25).
En otro
lugar aprendemos: “Quien olvida un detalle de sus estudios causa a sus
hijos el exilio”, en base al versículo: “y por- que olvidaste
la Torá de tu Dios, Yo también me olvidaré de tus hijos”
(Oseas 4:6). Y como lo hemos discutido antes, los Sabios dicen que
el mundo se sostiene sólo por el aliento de los niños que estudian
la Torá.
Miles
de niños son privados de la educación judía.
Hoy día,
para nuestra vergüenza, miles y miles de niños son privados de una
educación en la Torá por sus padres. Incluso aquellos que los
envían a escuelas tradicionales permiten que el “aliento de los
niños” sea diluido por los temas seculares que reemplazan la Torá
de El Eterno. No es milagro que el mundo esté en estado de colapso si
los pilares que lo sostienen están siendo destruidos.
Este estado de cosas es descrito por el Profeta Oseas: “porque El Eterno
contiende con los moradores de la tierra, porque no hay verdad, ni misericordia,
ni conocimiento de Dios en la tierra.” (Oseas 4:1). El Midrash
explica: “no hay verdad significa que no se dicen palabras de la Torá,
como está escrito: “Compra la verdad y no la vendas” (Proverbios
23:23).
En lo que
respecta al “conocimiento de Dios” el sentido es obvio, la gente
simplemente deja de pensar en la grandeza del dador de la Torá y Su Providencia.
Se privan tanto ellos como sus hijos de una educación en la Torá
porque no le ven beneficios prácticos, su fe en la Providencia ha flaqueado
y la Torá se ha degradado para ellos.
Si no hay
estudio de Torá y no hay fe, la situación consecuente será
la descrita en el versículo siguiente (Oseas 4:2) “Perjurar,
mentir matar hurtar y adulterar prevalecen”. El profeta concluye su profecía
(4:3) diciendo: “Por lo cual se enlutará la tierra y se extenuará
cada morador de ella” Lamentablemente todas las palabras de esta profecía
se han cumplido en nuestros tiempos.
Y sin embargo
no todo está perdido, porque la luminosidad y la santidad de la Torá
pueden restaurarlo todo hasta que sea como debe ser. Pero ante todo debemos
fortalecer el estudio de la Torá si esperamos curar los males del mundo.
Los sabios nos cuentan que la razón de la destrucción de Jerusalén
fue el descuido del estudio de la Torá, como está escrito: “¿Por
qué causa la Tierra ha perecido?... Dijo El Eterno: porque dejaron Mi
Torá (Jeremías 9:12).
Quien toma
seriamente el temor al Cielo y se siente preocupado por el sufrimiento de sus
hermanos no debe callarse.
Un
herido grave.
Debe hacer
todo lo posible para despertar a la gente para animar a los débiles y
dar coraje a quienes les flaquea el compromiso. Persuadirlos de renovar su dedicación
al único ideal del que depende todo: el estudio de la Torá.
He comparado esta situación a la de un hombre que ha sido gravemente
herido:
Un hombre
cae en un hoyo profundo y sufre graves heridas en todas partes de su cuerpo.
Gente que pasaba se apresuran a llamar al médico y a notificar a la esposa
y la familia del accidentado. Entretanto los presentes comienzan a atender a
las diversas heridas que le causó la caída.
Cuando llega
el médico examina al paciente y entiende que el hombre está en
condición crítica.
El médico
se vuelve a los preocupados amigos y miembros de la familia del paciente y les
pregunta: “¿Por qué perdéis tiempo tratando las heridas
externas? ¿No veis que está casi muerto? Lo primero que debemos
hacer es resucitarlo, después nos encargaremos de sus heridas”.
De la misma manera nuestro pueblo ha sufrido serias heridas en sus miembros
espirituales. Pero nuestra primera prioridad debe ser preservar la fuerza que
lo mantiene en vida, que es la luz de la Torá, como lo dice el versículo:
“porque es vida para ti y prolongación de tus días”
(Deuteronomio 30:20). Cuando el aliento de vida de la Torá ha
sido recobrado, el resto de sus miembros ya se curará. Como lo dicen
los Sabios: “La luz en ella los devolverá al camino del bien”.
El estudio
del Talmud debe ser reforzado en las escuelas y los mismos colegios de Torá
deben ser reforzados. Los Maestros de cada población fomentarán
la formación de grupos de estudio para Talmud y Mishná, grupos
que deben incluir personas de todas las edades. Sólo de esta forma los
fundamentos de la vida en la Torá serán fortalecidos, de modo
que el rostro de El Eterno brille nuevamente.
Que Él nos envíe a Su justo redentor rápidamente, como
está escrito:
“Aunque dispersos estén entre las naciones, ahora los juntaré”
(Oseas 8:10).
Amén,
que se haga Su voluntad.
(JOMAT
HADAT, CAP. 4)
Texto extraído del libro "Parábolas de Sabiduría"
del Rabí Israel Meir Hakohen - Jafetz Jaim con autorización
del traductor (Alef-Jojmá)
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