Adaptación Rav Gabriel Guiber
La Hoja

La Hoja Shemini

PERSONA SE BUSCA “...se santificarán y serán santos… y no impurificarán sus almas...” (Vaikra 11,44) En la Guemara, en el tratado de Ioma (hoja 82b) podemos leer sobre una mujer embarazada que percibió el olor de una comida en el día de
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PERSONA SE BUSCA

“...se santificarán y serán santos… y no impurificarán sus almas...” (Vaikra 11,44)

En la Guemara, en el tratado de Ioma (hoja 82b) podemos leer sobre una mujer embarazada que percibió el olor de una comida en el día de Iom Kipur, con lo cual sintió fuertes deseos de comerla. Fueron a preguntarle a Rebi, quien dijo que le susurren al oído recordándole que hoy es Iom Hakipurim. Hicieron así y la mujer dijo que se le pasaron los deseos de comer.

Dijeron sobre esa mujer, en relación a un versículo del libro de Irmiahu (6,1), que la “panza entendió…”, y de ella salió rabi Iojanan…

Ocurrió otro suceso similar y fueron a preguntarle a rabi Janina, quien dio el mismo consejo que Rebi. Pero esta mujer no reaccionó, no comprendió y salió de ella Shabtai, un hombre que “jugaba” con los mercados, hacía algo que estaba prohibido hacer en la tierra de Israel, como especular con los frutos. Guardaba cantidades de frutos en depósitos esperando que con la falta de mercadería suban los precios, para después venderlos y obtener mayores ganancias…

Para los comentaristas no resultó sencillo determinar el verdadero sentido del relato. De las palabras de Rashi buscaron encontrar alguna novedad, y algunos dijeron que esto de susurrar al oído de la madre recordándole que ese día era Iom Hakipurim se podía hacer solamente en esta ocasión y no en cualquier otro día del año o con alguna otra prohibición de la Tora.

Además, a partir de las palabras de Rashi, Jazal nos aclaran que con ese susurro no se pretende hacer notar que ese día era Iom Hakipurim, ya que eso era sabido por todos, ¿quién puede olvidarse de una cosa así?, la novedad que se desprende de Rashi es que ese susurro surte efecto a pesar de que la mujer ya sabe que es Iom Kipur…

También, algunos de nuestros jajamim le dan más valor a la decisión de la mujer, suponiendo que el deseo de comer hacía peligrar la vida del bebé o de ella misma, y con esa suposición, algunos sostienen que cuando la mujer siente ese deseo de comer que la pone en peligro, es necesario darle de comer de inmediato.

En cambio, el Meiri dice que conviene susurrarle al oído antes de darle de comer, explicándole e informándole sobre la gravedad de la prohibición, y agregando en esas palabras la garantía, lo que puede llegar a conseguir si logra sobreponerse a ese deseo, que el hijo que habrá de nacer será muy temeroso del Bore Olam, tendrá una gran Irat Shamaim gracias a la fortaleza que supo tener su madre…

El rabenu Manoaj tiene otra postura, supone que la mujer podrá contener su deseo al escuchar sobre el grave castigo que recibe el que come en Iom Hakipurim, entonces le sugieren que espere un poco, ya que en poco tiempo, cuando caiga la noche, podrá comer hasta sentirse satisfecha.

El Lebush, buscando méritos para la mujer, escribe que, o se olvidó de la prohibición o se olvidó que ese día era Iom Kipur.

Cuando estudié la Guemara, nos dice el rab hagaon Iaacov Noiman ztz”l, supuse, en principio, que lo más lógico sería que de la mujer saliera alguien que coma alimentos prohibidos o alguien que profane el Shabat, que son prohibiciones entre una persona y el Bore Olam, y finalmente vemos que de esa mujer salió un hombre que especulaba con los mercados para beneficiarse económicamente a expensas de los demás, un pecado entre una persona y su compañero…

¿Cuál es la relación entre esto y el comer en Iom Hakipurim, que es un pecado sólo con el Bore Olam?

De aquí podemos aprender algo aplicable en cada momento de nuestra vida: para poder sentir el sufrimiento de una persona necesitada y no perjudicarla, para que la persona no intente ganar haciendo que los demás pierdan, para lograr esto hace falta solamente que la persona tenga Santidad…

Podemos comprobarlo de la explicación de Rashi en la perasha Kedoshim, allí en el versículo “y serán santos”, Rashi explica “y se separarán”. Dijeron los jajamim: cada persona debe santificarse con lo que le está permitido. Si una persona tiene Santidad, esa Santidad lo hará separarse, separarse de lo que le está prohibido, no dejarse arrastrar por los deseos y las voluntades materiales, que en general se consiguen sin “mirar a los costados”.

Esta persona que se separa de lo prohibido, gracias a su estado de Santidad, tiene “sentimientos”, logra sentir las sensaciones de sus semejantes. Pero cuando falta Santidad, no existe esa separación, y resulta imposible que la corriente de los deseos se lo lleven por delante, suponiendo que todo eso es para su propio bien, sin importarle las consecuencias que provoque a los demás. Por eso, la madre que comió en Iom Hakipurim, demostró la falta de control sobre sus deseos, y provocó que de ella salga una persona que se preocupe por su propio bien sin pensar en el bien o el mal de los que lo rodean.

Así escribió rabenu Iona en su libro “Shaare Teshuva”: el que no intente dejarse arrastrar por sus tentaciones, sabrá que muchos se alejarán de él, porque los deseos personales y las virtudes y cualidades son dos cosas totalmente separadas, son cosas que tienen distintas pretensiones. El que va detrás de sus deseos, no puede sentir amor hacia los demás, primero está el amor a sí mismo, primero, porque está apartado de la Santidad, y segundo, porque no tiene sentimientos hacia sus semejantes, no puede sentir lo que siente otro, yo, yo siempre estoy antes que los demás… Y cuando piensa primero en él, no existe medir consecuencias, no importa si alguien se perjudica, su beneficio es el factor que empuja más.

En cambio, la mujer que no comió en Iom Hakipurim, tuvo como premio ser la madre de rabi Iojanan. La Guemara en el tratado de Berajot (hoja 20a) cuenta que rabi Iojanan se sentaba cerca de la puerta de la “Mikve”, donde las mujeres concurrían para purificarse, para que las mujeres puedan tener niños más lindos (es sabido que rabi Iojanan era un hombre con hermosas facciones, y su intención era cien por cien sana, suponía que si las mujeres lo veían y pensaban en su belleza, podría influir para que tengan niños más hermosos).

Increíble describir la sensibilidad de rabi Iojanan. ¿Hasta dónde puede llegar el sentimiento en busca de hacer favores a sus semejantes? Un bien casi imperceptible, pensar en que puede ayudar a que una mujer tenga un hijo más lindo, es algo que no se le puede ocurrir a cualquier persona.

Solamente encontramos algo así en un alma pura como la de rabi Iojanan, llena de Santidad. Pero lograr esto no resultaría tan fácil, era necesario sentarse cerca de la puerta de la mikve, por donde pasaban las mujeres, algo no tan agradable, por cierto, para nada divertido y para nada de acuerdo al honor de rabi Iojanan…

Pero rabi Iojanan estaba dispuesto también a renunciar a eso, con tal de hacer bien a sus semejantes…

Esto nos demuestra cuáles son los resultados que se pueden lograr con la Santidad, un niño que nace a partir de la Santidad puede llegar a tener una sensibilidad tan fina en los asuntos que se relacionan con sus semejantes. Y vemos también que casi toda la perasha Kedoshim habla sobre cuestiones en las que se relacionan dos o más personas, porque la Tora nos quiere enseñar, que para ser santos, no alcanza con “cuidar el Shabat”, sino que además “temerás a tu madre y a tu padre”, además “no recogerás el extremo de la cosecha de tu campo”, que será para el pobre, y además… otros tantos preceptos que nos permiten vivir en esta “sociedad”, ni oriental ni occidental, esta forma de vida que la Tora nos enseña…

Por eso, ahora no nos resulta extraño ver que la generación joven crece sin la educación, sin los valores que la Tora considera como fundamentales, sin cualidades. Es tan común el robo y la violencia, la frialdad al ver el sufrimiento de nuestros semejantes, y lo alenu, hasta al provocarlo, cosas que en las generaciones anteriores no existía (no escuchamos, con las palabras del rab Noiman).

La única causa es nuestro alejamiento de la Santidad.

Todo el mundo, científicos, doctores, buscan el remedio para “curar” a la generación joven pero desconocen el origen del mal (o no lo quieren reconocer).

No existe otra forma de solucionar este problema que ya tiene una magnitud mundial sino acercándonos a la Santidad, la Santidad del Shabat y de las fiestas, la Santidad de nuestra Tora, la Santidad de los preceptos.

En cada precepto que cumplimos, bendecimos “que nos santificaste…”, y esa Santidad implica la separación, la separación y el alejamiento de ese egoísmo “natural”, de ese “yo primero” que hace tanto daño.

Esa Santidad es la que no solamente que no hace el mal, sino que tiene una sensibilidad tan especial para encontrar siempre qué favor hacer a nuestros semejantes…

Darje Musar.

Leiluy Nishmat

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