Rav Yehuda Levi
Temario Semanal

Parashat Devarim

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Temas de la Parashá

Devarim (Deuteronomio) 1:1 - 3:22

Nuestra parashá habla sobre los siguientes temas:

Primera aliá (1:1-11): Moshé Rabenu le recuerda a la nueva generación que entrará a la Tierra de Israel algunas cosas que ocurrieron durante los cuarenta años en el desierto. Moshé bendice al pueblo.

Segunda aliá (1:12-21): Moshé cuenta cómo organizó social y judicialmente al pueblo y cómo les dió leyes a los jueces. Moshé le recuerda al pueblo cómo les mostró la Tierra y les dijo que la conquisten.

Tercera aliá (1:22-38): Moshé recuerda que el pueblo le pidió que mande espías a la Tierra y él aceptó, enviando uno por cada tribu. Es recordado que los espías volvieron y hablaron mal de la Tierra provocando así que el pueblo caiga en pecado al no tener confianza en D'os. El enojo de D'os con el pueblo y el castigo de que no entrarían a la Tierra. Moshé rememora que D'os le dijo a él que Iehoshúa será su sucesor y hará entrar al pueblo a la Tierra.

Cuarta aliá (1:39 - 2:1): La nueva generación será la que entrará a la Tierra de Israel. Moshé recuerda el comienzo del desplazamiento de la vieja generación por el desierto. El pueblo reconoció que se equivocó y quiso conquistar la Tierra pero D'os no lo aceptó. La rebelión en contra de D'os intentando conquistar la Tierra por sus propios medios. El fracaso y la vuelta al desierto aceptando finalmente la Palabra Divina.

Quinta aliá (2:2-30): Moshé recuerda que D'os le ordenó a la nueva generación que comience con el desplazamiento hacia la Tierra de Israel. El desarrollo de los acontecimientos cuando quisieron pasar por los territorios de los hijos de Esav. Lo ocurrido con los hijos de Israel cuando pasaron por el territorio de Moav. La palabra de D'os cuando iban a pasar por los territorios de los hijos de Amón. D'os les dice cómo tenían que conquistar a Sijón, rey de Emor.

Sexta aliá (2:31 - 3:14): Moshé cuenta cómo fue la guerra y la conquista de Sijón, cómo fue la guerra en contra de Og, el rey del Bashán, y a qué tribus les fueron dadas aquellas tierras conquistadas.

Séptima aliá (3:15-22): Moshé Rabenu recuerda que les dijo a los que recibieron las tierras que no se queden asentados allí sino que vayan a luchar con el resto del pueblo. Moshé les adelanta cómo será la conquista de la tierra.

Comentario de la Parashá

Este sábado tiene la particularidad de que en él, comenzamos a leer el quinto y último libro de la Torá, el séfer Devarim. El sábado en el que se lee la parashat Devarim siempre es el shabat anterior al día del ayuno del nueve de Av, y por eso se lo llama el "Shabat Jazón", ya que con estas palabras comienza la haftará que se lee esta semana - la tercer y última haftará de desgracia (véase nuestro comentario sobre la haftará semanal).

Realmente, es fácil encontrar que nuestra parashá tiene varios puntos en común con estos días de tristeza por la destrucción del Templo de Jerusalem. Por ejemplo, al comienzo mismo de la parashá vemos que Moshé reprende a los hijos de Israel por las equivocaciones que cometieron durante los cuarenta años de deambular por el desierto (véase el comentario de Rashí).

Además, llama poderosamente la atención encontrar al comienzo de la segunda aliá un versículo que comienza con la palabra Ejá, que como es sabido, así también se llama en hebreo el libro que cuenta la destrucción de la ciudad y el primer Templo de Jerusalem, llamado en español: "Lamentaciones".

"¡Cómo ["Ejá"] podré yo solo soportar vuestra molestia, vuestra carga y vuestras peleas!" (1:12).

Desde el comienzo de la Torá hasta este lugar, nunca ha aparecido esta palabra en el texto bíblico, y en total, solamente cinco veces es encontrada en la Torá. ¿Es casualidad que la primera vez que aparece esta palabra en la Torá siempre es leída antes de Tishá Beav? Aparentemente no. Dice el midrash comentando el primer versículo del libro de Ejá:

"Tres profetizaron diciendo 'Ejá': Moshé, Ieshaiahu e Irmiahu. Moshé dijo: 'Cómo podré yo solo soportar vuestra molestia, vuestra carga y vuestras peleas!' (Devarim 1:12), Ieshaiahu dijo: 'Cómo se ha prostituído la ciudad fiel…!' (Ieshaiahu 1:21), e Irmiahu dijo: 'Cómo ha quedado desolada la ciudad de muchos habitantes…!' (Ejá 1:1)" (Ejá Rabá 1:1).

El midrash relaciona a Moshé Rabenu con el profeta Irmiahu, autor del libro de Ejá, y de esa manera nos insinúa que existe alguna relación entre nuestro versículo y el libro de Ejá. Pero, ¿cuál es?

Comentando nuestro versículo, Rashí (Rabí Shelomó Itzjaki, 1040 - 1105) nos recuerda las palabras del midrash que explican la queja de Moshé en contra del pueblo de Israel:

"'Vuestra molestia': Esto nos enseña que los hijos de Israel eran molestos. Cuando uno de ellos veía que su contrincante le ganaría el juicio, decía: 'Tengo testigos para traer! Tengo pruebas para traer! Deseo agregar más jueces!'" (Sifrí 12).

Una vez escuché en nombre de Rabí Israel Lipkin de Salant (1810 - 1883), que es posible comprender la profundidad de las palabras de este midrash, mediante el relato de una historia:

Una vez, había un hombre que se dedicaba a comerciar cerveza. Llegada la fiesta de Pésaj él se olvidó de vender toda su mercadería en la venta del jametz a un no judío. Después de la fiesta, él se allegó a un rabino y le preguntó qué podía hacer con toda esa cerveza. El rabino le contestó que por cuanto que está prohibido tener cualquier beneficio del jametz que perteneció a un judío en Pésaj, aún después de la fiesta, no había más remedio que tirar toda esa cerveza. Aquel buen judío aceptó tranquilamente la decisión del rabino y tiró toda su costosa mercadería al río.

En otra oportunidad, ese mismo judío fue a juicio con otro judío delante del rabino del lugar, por una suma de dinero relativamente pequeña. Después de que cada uno expuso sus pruebas, ese comerciante vió que el otro judío estaba ganando el juicio y le dijo al rabino que espere un poco antes de cerrar el caso, ya que él tenía testigos que probarían que él no debía perder ese juicio y el rabino aceptó. Luego fueron traídos aquellos testigos pero no le sirvieron, y nuevamente, al ver que él estaba perdiendo, le dijo al juez que traería otros testigos, y así ocurrió varias veces, hasta que finalmente el rabino decidió cerrar el caso.

Si analizáramos estos dos relatos veríamos algo extraño. Primero, cuando el rabino le dijo a este hombre que él debía tirar toda su cerveza al río, aquel judío se calló, y a pesar de que aceptar el decreto del rabino representaba para él perder mucho dinero, fielmente escuchó la decisión del Rav. Pero en el segundo relato, a pesar de que se trataba de una pequeña pérdida de dinero, ese hombre no quiso aceptar fácilmente la decisión del rabino y buscaba desesperadamente traer más testigos o pruebas, aunque él sabía que no tenía razón!

Pero verdaderamente, la respuesta a este incógnito está insinuada en las palabras del midrash que citamos anteriormente:

"'Vuestra molestia': Esto nos enseña que los hijos de Israel eran molestos. Cuando uno de ellos veía que su contrincante le ganaría el juicio, decía: 'Tengo testigos para traer! Tengo pruebas para traer! Deseo agregar más jueces!'" (Sifrí 12).

Rabí Israel de Salant dice que mediante este midrash, Nuestros Sabios quisieron enseñarnos que aquí el problema no partía del hecho de que los judíos no podían sentir que perdían. Ellos sí podían soportar perder. El problema consistía en que ellos no podían ver que el otro les ganaba! Esto lo podemos ver claramente en la historia que relatamos anteriormente. Aquel judío estuvo dispuesto a perder una muy importante suma de dinero solamente para cumplir con la orden de D'os, puesto que ello no representaba bajar la cabeza ante ningún ser humano. Pero cuando se trató de sentir que otro le ganaba, no lo pudo resistir.

Ahora podemos ver claramente la relación entre este versículo de nuestra parashá y el libro de Ejá - que representa la destrucción del Templo Sagrado. No es casualidad que todos los años este versículo se lea siempre antes de Tishá Beav. El midrash nos quiso mostrar que casi 1000 años antes de la destrucción del primer Templo de Jerusalem (y 500 años antes de su construcción) Moshé Rabenu ya se había dado cuenta cuál es la profunda raíz del pecado que provocó la destrucción de nuestro Templo, es decir de nuestra espiritualidad: que no podemos soportar que otros nos gane.

Hace más de 1900 años que provocamos a través del odio gratuito hacia nuestros hermanos, que el segundo Templo de Jerusalem sea destruido, y todavía seguimos sin reparar ese pecado. Pero cuando corrijamos esto y solamente emanemos amor gratuito en todas direcciones, entonces D'os retornará con Su infinita misericordia a Tzión, y los dispersos en todas partes del mundo, serán reunidos en Jerusalem. Amén.