Rav Yehuda Levi
Temario Semanal

Parashat Vaietze-2

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Temas de la Parashá
Bereshit (Génesis) 28:10 - 32:3


Nuestra parashá habla sobre los siguientes temas:

Primera aliá (28:10-22)

  • El sueño de Iaacov.

Segunda aliá (29:1-17)

  • Iaacov viaja hacia la casa de su tío Labán.
  • Iaacov conoce a Rajel.

Tercera aliá (29:18 - 30:13)

  • Iaacov se casa con Lea y con Rajel.
  • El nacimiento de Reubén.
  • El nacimiento de Shimón.
  • El nacimiento de Leví.
  • El nacimiento de Iehudá.
  • El nacimiento de Dan.
  • El nacimiento de Naftalí.
  • El nacimiento de Gad.
  • El nacimiento de Asher.

Cuarta aliá (30:14-27)

  • El nacimiento de Isajar.
  • El nacimiento de Zebulún.
  • El nacimiento de Diná.
  • El nacimiento de Iosef.

Quinta aliá (30:28 - 31:16)

  • Iaacov y su ganado.
  • Iaacov decide volver a la tierra de Israel.

Sexta aliá (31:17-42)

  • El viaje a la tierra de Israel.
  • El encuentro entre Iaacov y Labán.

Séptima aliá (31:43 - 32:3)

  • El pacto entre Iaacov y Labán.
  • El encuentro de Iaacov con los ángeles.
Comentario de la Parashá
En la parashá de esta semana vemos un capítulo más sobre la historia familiar de nuestros patriarcas.

Iaacov Avinu se escapa hacia Jarán después de haber recibido las bendiciones de su padre Itzjak. Esas bendiciones no eran solamente en el plano de lo material. Ellas encerraban toda la herencia espiritual que D'os le otorgó a Abraham Avinu y que luego Itzjak recibió.

Iaacov se escapaba de su hermano Esav. Éste quería matarlo porque Iaacov había tomado las bendiciones que - Esav creía - le correspondían. Iaacov sabía que su viaje encerraba grandes peligros, entre ellos, su destino final: la casa de Labán, el hermano de su madre Rivká.

Los comentaristas de la Torá vieron en la historia personal de nuestros patriarcas una síntesis de la historia del pueblo de Israel. Así como el padre le lega a su hijo determinadas cualidades físicas y espirituales, inclusive sin quererlo, así también nuestros patriarcas nos legaron determinadas cualidades que son particulares de nuestro pueblo, y si alguno de los que se consideran judíos carece de ellas, eso significa que debemos desconfiar de él, pues en realidad puede ser que él no pertenezca al pueblo de Israel. (Véase Shulján Aruj, Ében Haézer cap. 2).

Iaacov se ve obligado a deambular por tierras extrañas, muy lejanas de la tierra de Israel, la tierra de la santidad. Su vida simboliza el largo exilio que sufrimos desde hace casi 2000 años, cuando fuimos exiliados y dispersados entre todos los pueblos de la tierra, después de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalem a manos de los Romanos (68 e.c.).

Sin embargo la Torá tiene un mensaje para darnos. Ella no sólo nos informa lo que ocurrirá con la descendencia del tercer y último patriarca, sino que también nos cuenta cómo podemos salvarnos de los peligros del exilio para no llegar a trágicas consecuencias.

"Y soñó: y he aquí una escalera apoyada en la tierra y su extremo llega hasta los cielos, y he aquí que los ángeles de D'os suben y bajan por ella. Y he aquí que D'os estaba sobre ella y dijo: 'Yo soy Hashem, el D'os de Abraham, tu padre y el D'os de Itzjak; la tierra sobre la que estás acostado, a ti te la daré, y a tu descendencia. Y será tu descendencia como el polvo de la tierra y te expandirás hacia el oeste y hacia el este y hacia el norte y hacia el sur, y serán bendecidas por ti todas las familias de la tierra, y por tu descendencia. Y he aquí que Yo estoy contigo y te cuidaré por donde fueres y te haré retornar a esta tierra, pues no te abandonaré hasta que haya hecho lo que te he dicho." (28:12-15).

En la primer noche de Iaacov Avinu fuera de su hogar, él pernoctó en el lugar que más tarde en la historia, sería elegido para construirse en él, el Templo Sagrado de Jerusalem.

En este sueño profético vemos dos elementos: por un lado una escalera muy larga, que a pesar de que estaba apoyada en el piso, su extremo superior llegaba hasta el cielo, y por otro lado, vemos ángeles de D'os que subían y bajaban por ella.

El texto aclara algunos detalles respecto de estos ángeles. Ellos, primero subían y luego bajaban, y no al revés. Además, vemos que está escrito "suben", en plural, es decir que dos eran los ángeles que subían (por lo menos) y lo mismo está especificado respecto de los que bajaban, es decir que en total encontramos a cuatro ángeles.

El Midrash Tanjumá (Vaietzé, 2) dice que los ángeles que subían y bajaban representan a los "cuatro imperios": el babilónico, el medo, el griego y el romano. El ángel, por definición, es el enviado de D'os para hacer algún trabajo (en hebreo, trabajo se dice: melajá y ángel: malaj). Así como un rey de carne y hueso no hace personalmente las cosas sino que dispone de servidores, así también se comporta el Rey de Reyes, bendito sea Su Nombre.

Notemos que dos de estos reinos que dominaron al pueblo de Israel fueron los que destruyeron los Templos de Jerusalem: Babilonia, el primero, y Roma, el segundo. Estos reinos que tanto mal nos hicieron, sólo fueron enviados de D'os para hacer que el pueblo de Israel retorne al camino de la Torá y las mitzvot (preceptos), sin embargo nosotros no quisimos entender el mensaje...

Pero para poder sobrellevar el exilio de la mejor manera posible debemos asemejar nuestras vidas a aquella escalera de Iaacov. Debemos tener los pies bien firmes en la tierra, debemos compenetrarnos en la realidad, pero nuestra cabeza, nuestra mente y nuestra alma debe llegar hasta los cielos. De esta manera estableceremos una total armonía entre lo terrenal - material, y lo celestial - espiritual, y seremos merecedores de "divisar" la Presencia Divina.