Conocí a un joven que siempre hablaba con la cabeza ligeramente ladeada, porque alguien le había dicho alguna vez que tenía el perfil de un actor famoso. La mayoría de la gente no pensaba que tenía el perfil de un actor famoso, ¡pensaban que le faltaba un tornillo!
Esto es lo que ocurre cuando dejamos que nuestro deseo por impresionar a los demás determine nuestras acciones. Si estamos orgullosos de algo, queremos que los demás lo sepan. La próxima vez que converses con alguien, fíjate cuánto tiempo pasa hasta que la otra persona (¡o tú mismo!) empieza a mencionar sus logros personales.
¿Por qué tenemos esa necesidad de impresionar a los demás? Los seres humanos estamos sedientos por significado. Pero a veces no alcanzamos el nivel que deberíamos. Por eso, necesitamos compensar dicha falta con un espaldarazo artificial de los demás.
Si los demás te dicen que eres magnífico, podrías llegar a creértelo. Una estrella de cine que cree en lo que dicen sus admiradoras, está en graves problemas. ¿Por qué? Porque se está elevando en base a ilusiones, y cuando se caiga, caerá fuerte.
La búsqueda afanosa de honor es una señal de que no te respetas lo suficiente a ti mismo. Es como decir: "No valgo mucho, pero si logro que los demás crean que valgo, entonces sí valdré algo". Pero eso no es verdad. Equivale a buscar el "oro de los tontos", amarillo y brillante, pero carente de valor. En tu interior te sentirás como un impostor.
El Camino #36 es mitrajek min hakavod, que significa literalmente ‘aléjate del honor’. Esto nos enseña a no acudir a los demás para obtener reconocimiento, sino a encontrarlo en nosotros mismos. Descubre qué cosas tienen importancia en la vida y utilízalas para impulsarte y llegar a ser verdaderamente grande. Quienes están satisfechos consigo mismos no necesitan del reconocimiento público para sentir que valen algo.
Este es un clásico conflicto entre cuerpo y alma. El cuerpo está feliz con la ilusión de que los demás piensan que somos importantes. Pero el alma busca lo que es verdaderamente significativo. El cuerpo dice: “Seamos importantes ahora”. El alma dice: “Hagamos que perdure”. El cuerpo vacila ante las incomodidades que esto involucra. El alma sabe qué es lo correcto.
Si dependes de las opiniones de los demás para decidir cuán bueno eres, quiere decir que no eres más que una hoja en el viento, te mueves en la dirección en la que soplan las opiniones de los demás y las modas pasajeras.
Si confías en tu propio valor, serás capaz de seguir tus propias opiniones y no las de la sociedad.
Dios llama a los judíos "un pueblo testarudo". Ser testarudo es tanto bueno como malo. Es malo porque te hace ser porfiado y renuente al cambio. Pero es bueno porque te aferras a tus creencias a pesar de las modas y tendencias. Se dice que si los judíos no fueran testarudos, no habrían sobrevivido hasta la actualidad.
Todos queremos tener éxito y alcanzar la grandeza, y realmente debemos buscar estas cosas. Pero no debemos vivir para los demás. No debemos elegir una profesión o un cierto tipo de vida basándonos exclusivamente en lo que nos da estatus. Si quieres ser grande, entonces haz algo verdaderamente grande. No porque te haga merecedor del respeto de los demás, sino porque tú mismo quieres vivir una vida llena de significado y materializar tu potencial, independientemente de cuánta atención captes de los demás.
No te preocupes. Cuando sigues el camino correcto, a pesar de que puedes ser rechazado por los demás en un principio, podrás irte a dormir tranquilo sabiendo que tu conciencia está limpia, y puedes estar seguro que, al final, la verdad prevalecerá.
Asegúrate de que tus elecciones sean en base a qué es mejor para ti y no en base a impresionar a los demás. Siempre debes preguntarte: “¿Cuál es mi verdadera motivación?”. Por ejemplo, si planeas unas vacaciones en Europa, ¿es porque realmente quieres ir a Europa? ¿O es porque esperas impresionar a todos con tus nuevas historias de aventuras?
Aquí hay algunos ejercicios prácticos que puedes hacer:
Algunas personas constantemente presumen de sus logros, gritando: "¡Presten atención! ¡Soy importante!".
El judaísmo sostiene que quien hace una buena acción y presume de ella, pierde la recompensa correspondiente. Supongamos por ejemplo, que te enteras de una viuda y sus hijos que apenas tienen para comer. Les llevas comida, les brindas apoyo y los encaminas hacia la autonomía financiera. Apenas empieces a presumir de ello, habrás transformado un bellísimo acto en una herramienta para inflar tu propio ego.
La gente sospecha de quienes buscan desesperadamente reconocimiento. Por eso, el honor es una de esas extrañas cosas que mientras más persigas menos tendrás.
El judaísmo sostiene que cuando realizas una buena acción, los únicos que deben enterarse de ella son tú y Dios. Haz el bien en forma anónima. No te preocupes, Dios hallará la forma de que seas ampliamente recompensado.
Una de las formas más destructivas de impresionar a los demás es actuando. Y nosotros usualmente actuamos en los papeles que pensamos que complacerán a los demás. ¿Te has percatado cómo tu personalidad puede cambiar en presencia de distintas personas? Ante los del gimnasio, actuamos como atletas. Para nuestros amigos, somos divertidos. Para nuestro jefe, somos serios. ¡Probablemente actuamos en 10 o 20 papeles cada día!
Analiza las diversas formas en que te proyectas e intenta describirlas. Puede que incluso te des cuenta que actúas en papeles contradictorios. Esto es peligroso, porque al cambiar nuestros papeles constantemente, es fácil perder de vista quiénes somos realmente.
Cuídate de la presión de los medios, los cuales te exigen ajustarte a un modelo específico. ¡Piensa en cuántas personas desean subconscientemente ser como una estrella de cine en particular! Ponte en contacto contigo mismo y decide quién quieres ser realmente. Pregúntate: "¿En qué papel estoy actuando? ¿Es así como quiero ser realmente?".
¿Quién es el verdadero tú?
La capacidad de actuar tiene su lado positivo: puede hacer florecer un potencial al cual quizás no tendríamos acceso de otro modo. Porque cuando actuamos exteriormente de forma positiva, eso despierta nuestra parte interna.
Elige un papel que te sea beneficioso y permite que comience a afectar tu conducta diaria. Supongamos que decides que quieres ser auténticamente feliz. Entonces, comienza a actuar como una persona alegre, sonriente y amistosa a quien le gusta estar con otra gente. Al actuar en ese papel, el cuerpo entrará en la sintonía correspondiente, ¡y el personaje cuyo papel "representas" se convertirá en el verdadero tú!
Quizás te estás preguntando: ¿Acaso hay alguna diferencia entre engañar a los demás y engañarte a ti mismo? La respuesta es que actuar en ciertos papeles para hacer aflorar nuestro potencial es algo bueno, mientras que hacerlo para provocar los elogios de los demás no lo es. La prueba de fuego para saber por qué estás actuando es la siguiente: si lo estás haciendo para engañar a los demás, te sentirás pésimo después; si lo estás haciendo para mejorar tu carácter, terminarás sintiéndote mejor contigo mismo.
Una última aplicación positiva de nuestra capacidad para actuar: puedes desarrollar una estrategia sobre cómo actuar frente a una situación difícil. Por ejemplo, si vas a hablar en público, practica frente al espejo hasta que te salga perfecto. O si sabes que tiendes a discutir con tu jefe, entonces practica cómo alivianar la tensión. Te ahorrará a ti y a los demás mucho sufrimiento.