Cuando aprendas algo —ya sea de un libro, de una clase o de una experiencia de vida— apréndelo con el objetivo de compartirlo con otros. Si fue algo fascinante, entonces pregúntate: ¿Cómo te cambió? ¿Qué te enseñó sobre la vida? ¿Cómo puedes transmitir esa idea a otros?
El Camino #46 es Halomed al menat lelamed, que literalmente significa ‘el que aprende para enseñar’. No crezcas sólo para ti mismo. Si vale la pena, compártelo.
Para comunicar efectivamente lo que has aprendido:
Haz que esto sea un proceso automático, de forma que cuando aprendas algo nuevo pienses instantáneamente en cómo transmitirlo.
No queremos vivir sólo para nosotros mismos. Es parte de la naturaleza humana querer compartir las noticias. ¿Acaso es la búsqueda de fama? No lo creo. Si tuvieses información que podría cambiar el curso de la historia, ¡la compartirías incluso anónimamente!
Comienzas a evaluar, pensar, analizar y enfocarte… ¡todo porque tienes una audiencia que está esperando tus palabras!
Aplica esta técnica a todas las experiencias de la vida. Si estás volviendo de vacaciones, piensa en qué mensaje quieres transmitir a tus amigos cuando llegues de vuelta. En lo que sea que estés haciendo —en el zoológico, en una boda o leyendo el periódico— continúa preguntándote: ¿Cuál es el valor de esta información? ¿Qué me enseña sobre la vida?
Luego pregúntate: ¿Quién más se beneficiaría con este concepto y cómo se lo puedo enseñar?
No desperdicies ninguna oportunidad. La próxima vez que vayas a un concierto, imagina que eres un crítico de música para el periódico más importante. Todo el mundo se muere de ganas por escuchar tus comentarios. Los van a traducir a ruso y chino. ¿Ves como esto afecta tu experiencia? Cada movimiento de la batuta y cada golpe al platillo tendrán toda tu atención. ¡Estás revitalizado!
Ensaya. Haz como que tuvieras que enseñarlo en una clase a 1.000 personas. ¿Cómo resumirías los puntos principales? ¿En qué estás de acuerdo o en desacuerdo?
Estás en un avión sentado junto a un extraño. ¡Todos sabemos lo aburrido que puede ser eso! Sin embargo, es una excelente oportunidad para discutir tu perspectiva sobre algún asunto importante. Obviamente tienes que preparar la conversación. Intenta esta técnica: Comparte una dificultad que estés teniendo con el asunto y pide un consejo. Cuando estás en la calle y debes pedirle a un extraño directivas para ubicarte, ¡eso no te complica en absoluto!
Di: “Estaba pensando en este asunto. ¿Me podrías ayudar a entenderlo?”. A todo el mundo le gusta dar consejos. Y a continuación, podrás explicar tus ideas ¡y de paso podrías aprender algo a cambio!
Anticipa las oportunidades para enseñar, ya sea que estés en la cola del banco o almorzando con amigos. Incluso puedes invitar a gente con el propósito expreso de tener una conversación significativa. Sé creativo. Las posibilidades son infinitas.
Esto no quiere decir que debas convertir a todos tus amigos y a tu familia en conejillos de indias. Pero sí significa que debes reconocer de antemano cómo puedes impactar a otros de manera positiva.
La idea de enseñar incomoda a mucha gente. Podemos sentirnos inadecuados: ¿Quién soy yo para enseñar? No sé lo suficiente todavía. ¡Estoy lejos de haberme perfeccionado!
Estas son racionalizaciones ya que en realidad nadie es perfecto.
Los mejores profesores cometen errores; más al comienzo, menos después. Es como andar en bicicleta o manejar un auto: cuanto más lo haces, más fácil se torna. Nadie se convirtió en un gran maestro sin equivocarse algunas veces.
¿Cómo adquieres práctica? ¡Ve a enseñar!
La primera vez posiblemente se reirán de ti. Pero no te desanimes (¡alégrate de que no te han insultado!). Inténtalo de nuevo. La segunda vez discutirán contigo. Esa ya es una buena señal, los tienes comprometidos. La tercera vez te agradecerán. Eso hace que todos los esfuerzos anteriores hayan valido la pena.
Tal como un artista necesita estudiar de los grandes maestros, un profesor necesita estudiar los métodos de grandes educadores. Si tienes un profesor favorito (o periodista, actor, etc.) presta atención a sus técnicas para comunicar el mensaje.
Pero no esperes hasta ser perfecto, ¡porque eso está bastante lejos todavía! Simplemente comienza y enseña lo mejor que puedas. Te ayudará muchísimo a clarificar tu propio punto de vista.
Podrías decir “esperaré hasta que la gente me pida un consejo y entonces les enseñaré”.
Si alguien estuviese sangrando en la calle, no esperarías hasta que te pidiera ayuda. Incluso si él te dijera: “No, déjame solo”, no te irías ni lo dejarías ahí desangrándose ya que “de todos modos no quería mi ayuda”. Lo ayudarías a pesar de todo y tratarías de convencerlo para que coopere.
Por lo general la gente que más necesita es la última en pedir. Por lo tanto, debes ser proactivo. Si tu amigo tiene problemas maritales, ofrécele —con mucho tacto— ayuda. No esperes a que diga: “Por favor, ayúdame, abre mis ojos”, ya que eso probablemente nunca ocurrirá.
No pasarías por el lado de alguien que se está desangrando sin detenerte. Cuando alguien está deprimido es exactamente lo mismo.
Mantén un inventario de lo que sabes. Organízalo y podrás enseñar las cosas indicadas en el momento apropiado.
Para desarrollar un repertorio, pregúntate lo siguiente:
Conviértete en un especialista. Identifica un área que hayas aprendido en profundidad y trata de perfeccionarla.
Actualízate constantemente, expande y mejora tu repertorio. Mantén tus ideas frescas. Si estás excitado con el material entonces tu audiencia también lo estará.
Para hacer que el concepto sea más real, intenta escribir un testamento ético. “Querido hijo: ahora que he cumplido X años me gustaría transmitirte algunas cosas importantes que he aprendido sobre la vida…”.
Imagina que la CNN te está entrevistando sobre las cosas más importantes que has aprendido en la vida. ¿Qué responderías? Busca dentro de ti cuáles son las cinco cosas más importantes que sabes. Es un proceso doloroso, pero es crucial para entenderte a ti mismo.
Y algún día querrás enseñarles sabiduría a tus hijos.
Cada día aprendemos una gran cantidad de ideas. Sin embargo, dado que no estamos en contacto con el valor intrínseco de ellas, por lo general las terminamos perdiendo. Nos quedamos atrapados en un montón de tonterías, permanecemos como zombis y lo bueno termina yéndose por la alcantarilla.
Para ayudarte a separar la harina de la paja, escribe las cosas, como una especie de diario. Hay diferentes maneras de escribir un diario. Hay personas que describen eventos: “David se cayó de su bicicleta hoy”. Otros escriben como si estuviesen comunicándoselo a un amigo imaginario: “Querido Diario: Hoy me sentí muy insultado…”.
La idea de llevar un diario es para clarificar: ¿Cómo crecí hoy? ¿Cómo se lo puedo transmitir a otra persona?
Para solidificar tu acercamiento a la enseñanza, repasa lo que has aprendido cuando todavía está fresco en tu mente. Antes de ir a dormir en la noche, escribe cinco ideas de sabiduría, cinco cosas que hayas aprendido, cinco conceptos que te ayuden a crecer. Hacer esto significa que estás despierto, que estás creciendo.