Rav Chaim Aryeh Chadash
Perlas

Mi mano no me salvara

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"Quien tenga miedo y se acobarde, que se vaya y vuelva a casa".

Los "Maskilim de Brisk" -los iluministas- presentaron una obra de teatro en la que se burlaban del "ejército judío". En ella, un oficial anunciaba: "Quien haya construido una casa nueva y no la haya inaugurado, que se vaya y vuelva a casa". Un grupo de soldados se marchó. El oficial habló nuevamente: “Quien plantó una viña y no la redimió, que se vaya y vuelva a su casa”. Más soldados se fueron. Luego el oficial dijo: “Quien se comprometió con una mujer y no la tomó, que se vaya y vuelva a su casa”. Más soldados se fueron.

Finalmente el oficial dijo:

“Quien tenga miedo y se acobarde, que se vaya y vuelva a su casa”.

A excepción de dos soldados que quedaron, el ejército se dispersó. Los dos soldados eran el venerable "Gaón de Vilna" y "Sha'agas Aryeh". Se involucraron profundamente en una discusión de halajá para determinar quién de ellos tendría la mitzvá y el privilegio de liderar al otro en la guerra.

Se le contó a Rav Jaim Soloveichick de Brisk sobre esta obra deplorable. Él bromeó: "Los Maskilim retrataron con precisión una guerra judía, pero omitieron la escena final. ¡¡¡Los ancianos gaonim salieron victoriosos!!!"

Históricamente, esta situación se ha repetido. Abraham hizo la guerra contra los cinco reyes para salvar a Lot. “Y armó a trescientos dieciocho discípulos que habían nacido en su

casa” (Bereshit 14, 14). En realidad, “Solo Eliezer fue a la guerra, lo cual está indicado por trescientos dieciocho - la gematría de Eliezer" / Rashi. “Avraham dijo a sus

discípulos armados: 'Vamos a la guerra. Quien tenga miedo y se acobarde debe irse y regresar a su casa'. Todos los discípulos de Avraham se fueron. Solo Avraham y Eliezer quedaron. HaShem le habló a Avraham: 'Todos, excepto Eliezer, desertaron. Ten la seguridad de que le daré a Eliezer la fuerza combinada de los trescientos dieciocho" / Tosfos.

Una vez más, ocurrió una situación similar cuando Gidón libró la guerra contra Madián.

Inicialmente, una fuerza de treinta y dos mil hombres se unió a Gidón. HaShem le habló a Gidón:

“El pueblo que está contigo es demasiado numeroso para que Yo entregue a los madianitas en sus manos, no sea que Israel se jacte ante Mí proclamando: 'Mi propia mano me ha salvado'”. Entonces Gidón anunció: 'Quien tenga miedo y se acobarde, aterrorizado, que abandone el monte de Galaad temprano'". Quedaron veintidós mil, diez mil. Entonces HaShem habló a Gidón: “Todavía hay demasiada gente”. HaShem le dijo a Gidón que acercara a las diez mil personas restantes al agua como prueba. Aquellos que se arrodillaron para beber fueron enviados a casa. Presumiblemente se arrodillaron porque estaban acostumbrados a arrodillarse ante los ídolos. “Los que lamieron agua de sus manos ahuecadas en la boca eran trescientos hombres. El resto del pueblo se arrodilló para beber agua. HaShem le habló a Gidón: “Te salvaré con los trescientos hombres que lamieron agua de sus manos ahuecadas. Entregaré a los madianitas en tus manos. Libera a todo el resto del pueblo. Ellos pueden irse a casa." / Shoftim 7.

En cuanto a la batalla de los Macabeos, declaramos: “Entregaste a los poderosos en manos de los débiles; a muchos en manos de los pocos”. El hecho de que los Macabeos fueran débiles y pocos en número fue un factor significativo para que HaShem realizara el milagro por ellos. Si los Macabeos hubieran sido fuertes y numerosos, podrían haber pensado:

“Mi propia mano me salvará”.

Las multitudes de soldados no siempre pueden ser una ventaja. ¡Al contrario! Demasiados soldados pueden llevar a la derrota. La gente puede pensar: “Mi propia mano me salvará”. Menos combatientes deben confiar en HaShem para que se les conceda una siyata di'Shmaya-una ayuda del cielo- especial que asegure la victoria.

Nota editorial: El de Rosh HaYeshiva shlit”a  procedió a discutir la hishtadlus (cuanto hay que tratar) de reclutar un gran ejército: cuándo puede ser necesario y cuándo puede ser contraproducente.