Limpiando los Pollos
Rabí Shelomó Mutzafi era una persona extremadamente cuidadosa cuando se trataba de cumplir con las mitzvot. Por ejemplo, el revisaba muy cuidadosamente todos los órganos de los pollos que su mujer iba a cocinar, por si existía una señal de treifut (algo no kasher). Él tenía un gran standard de kashrut y sentía que debía revisar el pollo por si su mujer accidentalmente no había visto algo.
Sin embargo, a él también le importaba los sentimientos de su mujer, y es por eso que a pesar de que él entraba a la cocina regularmente cuando ella estaba abriendo los pollos, él siempre tenía una buena excusa para estar allí: quería tomar algo, o lavar sus manos, o ayudar a su mujer con los pollos. Cuando él veía que todo estaba bien, él retornaba a su estudio de Torá.
A pesar de que él sentía que era muy importante revisar los pollos por sí mismo, él siempre era muy sensible a los sentimientos de ella, y era extremadamente cuidadoso en la manera en que él lo hacía. Él no quería arriesgarse a insultar a su mujer de cualquier manera, y es por eso que él hacía todo lo posible para evitar la posibilidad de que su mujer piense que él no confiaba en ella.
Un Camino en la Nieve
Un Camino en la Nieve En una noche de invierno muy fría y con mucha nieve, el Jafetz Jaim llegó a la ciudad de Lomza. Puesto que él no quería despertar a nadie, fue directamente hacia la famosa ieshivá de Lomza, dirigida por el Rab Eliezer Shulevitz, pues sabía que allí encontraría a personas estudiando Torá en la noche tarde. Él caminó en medio de la espesa nieve hasta que llegó a la calle de la ieshivá, y se sorprendió al ver que el camino había sido despejado completamente hasta la puerta de la ieshivá. Él pensó que el encargado de la ieshivá había hecho este difícil e inesperado trabajo en honor a los alumnos de la ieshivá, y por este esfuerzo especial él estaba muy agradecido al encargado con todo su corazón.
En la mañana, cuando el Jafetz Jaim vio al encargado, lo alabó con palabras cálidas, señalando su devoción por los alumnos de la ieshivá. El encargado le dijo: "Usted me está agradeciendo en vano. Hacía tanto frío ayer en la noche que yo no me levanté de mi cálida cama hasta hoy en la mañana".
El Jafetz Jaim se preguntó quién era el tzadik que había despejado el camino de nieve. Después de investigar el asunto, descubrió que no había sido otro que el Rosh Ieshivá, Rabí Eliezer Shulevitz. El Rab lo había hecho calladamente, después de ver que el encargado no había hecho su trabajo.