Adaptación Rav Gabriel Guiber
La Hoja

La Hoja Nueva -Ki Tisa

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CORAZON O CABEZA ¿QUE PESA MAS?

“Hashem es Piadoso y Misericordioso…” (Shemot 34,6)

No existe Piedad comparada con la Piedad de Hakadosh Baruj Hu, pero, muchas veces, cuando nos sentimos bien, cuando no hay problemas, no nos damos cuenta de este detalle tan importante. Cuando todo está en orden, es algo terrible, pero nos olvidamos del Creador.

Sólo lo notamos cuando algo nos hace sufrir, Jalila, o cuando en nuestro interior, a veces perturbado por tantos problemas y preocupaciones, llegamos a sentir que en nuestra relación con Hakadosh Baruj Hu, la piedad no aparece. Allí, cuando surgen las dudas, se fortalece esta seguridad, y directamente del Bore Olam, nos llega la confianza necesaria: “Hashem se apiada de todo el que le grita” (en forma de pedido, desde luego), de la misma forma que escribe el Seforno, sobre el versículo “porque Yo soy Piadoso”.

Sabemos, que las mujeres son más sentimentales que los hombres. El hombre, frío, piensa con su cabeza, y no siempre acierta con su lógica matemática, tan exacta y perfecta. La mujer, puro sentimiento, piensa con su corazón, con el corazón puro y el instinto, la mayoría de las veces tiene la razón.

También en este caso, el sentirse seguro y cerca del Bore Olam, en sentir su Piedad infinita, las mujeres aventajan a los hombres. Y esta condición hace que el mundo esté necesitado siempre de las oraciones de las mujeres justas.

Las plegarias son un arma en las manos de las personas, como lo dicen las dulces palabras del Maran Hajazon Ish, en una de sus cartas, y tienen el poder, también para personas de nuestra generación, de acercarnos y relacionarnos muy fuertemente al Bore Olam. Dichosa la persona que pudo estudiar y sabe los capítulos del Shuljan Aruj que se refieren a los rezos, y en especial, sobre lo que debemos meditar, la forma en que “vamos” al encuentro de la oración...

Sabemos, que también en los asuntos que rodean a la Tefila, hay que ser un “buen entendedor”, y no cualquiera está dispuesto a pararse a rezar como lo hace una persona mucho más importante y sabia. Esto es algo reservado para los grandes sabios de cada generación, que entregan sus vidas para santificar sus plegarias.

En la Ieshivat Poneviz se acercaban los días de Iamim Noraim, y allí, como en muchos otros lugares, había grandes expectativas, esperanzas, y también problemas y presiones. Como era de costumbre, faltaban lugares para que todos los bajurim (estudiantes solteros) y abrejim (estudiantes casados) puedan rezar con la debida comodidad, y el Maran Rosh Ieshiva, había pedido ya varias veces que se ocupen de ese tema con seriedad. Corría el año 5752, y la situación ya era insostenible, no se podía continuar así. Todo esto ocurría antes de que se hubiera edificado la galería, y los alumnos de una de las clases, no tenían lugar donde rezar. Era necesario hacer algo urgente para aumentar la cantidad de asientos.

Entre proyectos y discusiones, una de las ideas pareció ser la que resolvería el problema.
Alguien sugirió “recortar” el recinto donde las mujeres iban a rezar para aumentar el espacio para los alumnos. Deberían levantar una pared en el medio del recinto para dividirlo en dos partes, una parte quedaría para las mujeres, y la otra serviría para que estos alumnos tengan un lugar donde rezar.

Pero esto traía un gran problema, ahora una gran cantidad de mujeres que acostumbraba a asistir a las plegarias, no podría seguir con su costumbre. El argumento válido para justificar este cambio era que la Ieshiva debía tener prioridad hacia sus alumnos, y si no hay más lugar para otros hombres y mujeres, y no se encuentra otra solución, los alumnos siempre estarán primero, y será obligatorio hacer el cambio.

La idea tenía el apoyo de la mayoría de los presentes en las deliberaciones, casi nadie estaba en contra, pero, de todas formas, para una cosa como esta, hacía falta también la aceptación del Maran Rosh Ieshiva, harav Shaj ztz”l.

Contó una persona muy allegada al Maran ztz”l, que cuando escuchó todos los detalles de la remodelación del Beit Hamidrash, pidió que lo dejen pensar. Después de dos días, llamó al encargado y le dijo que no aceptaba de ninguna forma un cambio así, y explicó sus palabras:
Si nos ponemos a pensar, quiénes son las mujeres que principalmente concurren a los rezos de los Iamim Hanoraim, encontraremos que se trata de mujeres que no están ocupadas en el cuidado de niños. ¿Y quiénes son ellas? Mujeres casadas que lamentablemente, todavía no han podido engendrar, o mujeres solteras, ya no tan jóvenes, que todavía no han conseguido casarse, o mujeres mayores...

Las plegarias de estas mujeres, mujeres con el corazón abierto y sufriente, estas oraciones salen desde lo profundo de sus corazones, y seguramente, de sus ojos caen las lágrimas como se derrama el agua. Estos ruegos pueden abrir todas las puertas del Cielo. Por eso, dijo el Maran tzt”l, todo el futuro de la Ieshiva depende del rezo de estas mujeres, ¿cómo vamos a quitarles la posibilidad de venir?!!!

¡Qué visión! ¡Qué percepción que tenía el Maran Rosh Ieshiva ztz”l! Toda la Ieshiva depende de las oraciones de ellas.

Traducido del libro Barji Nafshi.


Leiluy Nishmat

 

Israel Ben Shloime z”l

Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom

Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom

 

León Ben Ezra z"l