de Rabenu Asher Ben Iejiel
Introducción
Estamos plenamente agradecidos al Creador del universo por poder ofrecer delante de todos los lectores de habla hispana, una de las más importantes obras de musar (ética) que fueron escritas en la historia de nuestro pueblo: el libro "Orjot Jaim", o en español: "Los Caminos de Vida".
Este libro fue escrito por uno de los más grandes sabios de todas las generaciones: Rabenu Asher Ben Rabí Iejiel, o como se lo conoce más comunmente: el Rosh.
El Rosh nació en Alemania en el año 1250, y allí estudió junto a su maestro el Maharam de Rotemburg (Morenu Harab Rabí Meir, 1215 - 1293), hasta que llegó a ser uno de los más grandes sabios de su generación. Luego se trasladó a la ciudad de Toledo, España, donde fue recibido con gran júbilo por toda la gente, y allí se desempeñó como Rabino y Juez Supremo de la Corte Rabínica de esa ciudad, hasta que falleció en el año 1327.
Fiel testimonio de la grandeza de nuestro autor son todos los libros que nos dejó como herencia: una imponente codificación de todas las partes legales del Talmud, un comentario del Talmud (que sólo fue impreso en algunos tratados), unos Tosafot (comentarios agregados) del Talmud, un libro de preguntas y respuestas legales, un comentario de la Torá, un comentario de la Mishná, y además, nuestro libro: Los Caminos de Vida.
Además, el gran Rabí Iosef Karo - autor del "Bet Iosef" y del "Shulján Aruj", entre otros - consideró los dictámenes legales de nuestro autor, como uno de los tres pilares de la halajá (ley judía).
Respecto de la naturaleza de nuestro libro, existen dos opiniones: hay quienes dicen que el Rosh escribió este libro para guiar a todo el judaísmo de su generación por el camino de la Torá y las buenas conductas, mientras que otros opinan que en realidad estos Caminos de Vida, fueron escritos por Rabenu Asher antes de su fallecimiento, como una suerte de testamento-guia que quiso heredar a su hijo mayor, Rabí Iaacov (1275 - 1348), el autor del libro \"Arbaá Turim\".
Las innumerables veces que esta obra ha sido impresa, atestiguan sobre la gran aceptación que sus palabras han encontrado en el seno del pueblo de Israel durante los casi 700 años que han transcurrido desde que fuera escrita.
Según se cuenta, el famoso Rabí Iom Tov Lipman Heller (autor del comentario de la Mishná llamado \"Tosefot Iom Tov\", 1579 - 1654) se salvó de la muerte en el año 1626, y a causa de eso, decidió dividir nuestro libro en siete partes, y decretó en la comunidad de Viena que cada uno de los días de la semana se leyera una parte de nuestro libro antes del rezo matutino, y además lo tradujo al Idish. De todas formas, hay una opinión que supone que la parte correspondiente al séptimo día de la semana realmente no ha sido escrita por el Rosh, sino que ha sido agregada por algún otro sabio.
Respecto de nuestro trabajo, sabemos la gran responsabilidad que conlleva traducir al español una obra de esta índole, y es por eso que intentaremos hacer nuestra parte lo más fielmente posible, como para tratar de no cambiar las palabras originales de nuestro autor. De todas maneras, en algunas ocasiones será imperioso para nosotros hacer algún pequeño cambio para acercar los conceptos de este libro lo más posible al entendimiento de los conceptos desarrollados en él.
Además, de traducir completamente el texto, con la ayuda del Creador, escribiremos un pequeño comentario en los lugares donde consideraremos que es necesaria alguna explicación adicional.
De más está decir que si en este libro aparecen conceptos halájicos (de la ley judía), no se debe entender que necesariamente así es la halajá para nosotros (aunque puede ser que sí), y no deben ser tomados en cuenta, sin que antes se haya estudiado ese tema en forma completa, habiendo utilizado los libros de halajá de estos últimos tiempos.
Para finalizar, queremos dejar bien en claro que si durante nuestro trabajo se desliza algún error, de cualquier clase que fuera, la responsabilidad es solamente nuestra y no se debe prejuzgar a nuestro autor - sobre él sea la paz - en absoluto, y aunque intentaremos hacer lo mejor posible por nuestro lado, no nos olvidamos de nuestra condición de seres humanos, es decir, de nuestra limitaciones. Es por eso que nuestro ojos constantemente estarán elevados hacia el Creador para que Él nos provea la sabiduría y el entendimiento necesario para no equivocarnos. Amén.