"Karov Hashem lejol koreav, lejol asher ikrauhu beemet"
"Cercano está D'os a todos los que lo llaman, a todos los que lo llamen con verdad" (Tehilim -Salmos- 145:18)
Antes que nada, debemos entender qué significa estar cerca de D'os. Una persona que reza, está cerca de D'os de una manera sinigual. Él está en contacto directo con D'os todo tiempo que reza, en cualquier idioma que lo haga, y en cualquier lugar y estado que se encuentre.
El gran sabio Maimónides (Rabí Moshé Ben Maimón - Rambam, 1135 - 1204) nos explica en su libro "Moré Nevujim" (Guía de los Perplejos):
"...el rezo es una acción que a través de ella, se afianza en nosotros la visión verdadera (de las cosas), es decir, nuestro conocimiento de que Él conoce nuestra situación y en Sus manos está el poder para hacer con nosotros el bien - si le haremos caso, o causar nuestra perdición - si nos reveláramos, y además el rezo nos enseña que no debemos pensar que (las cosas) pasan por casualidad y sin motivo·" (parte lll, cap. 36).
La tefilá es la escalera más accesible y cercana al corazón de la persona para acercarnos al Creador. Es como un "sulam mutzav artza veroshó maguía hashamaima - una escalera que está asentada en la tierra y su extremo llega al cielo" (parafraseando a Bereshit 28:12).
Cuando la persona - un ser de carne y hueso - recita su plegaria delante de D'os, entregándose completamente a su Creador, ella eleva todo su ser, es decir su cuerpo y su alma, para unirse a Él.
Por otro lado, debemos entender que la persona que se encuentra en un nivel espiritual alto, está por lo general, lejos de todo lo material. Sus necesidades son menores y se contenta con poco.
Nos enseña la Mishná (Avot 4:1): "Ézehu ashir? Hasameaj bejelkó - ¿Quién es rico? El que está contento con lo que posee". Su nivel espiritual le permite contentarse con lo que tiene, no tiene la necesidad de incrementar sus bienes materiales. Ella se comporta de la misma manera que Iaacov Avinu, quien sólo le pidió a D'os: "léjem leejol ubegued lilbosh - pan para comer y ropa para vestir" (Bereshit 28:20).
Cuando Itzjak Avinu se disponía a bendecir a Iaacov (pensando que era Esav) dice la Torá que él pensó: "hakol, kol Iaacov; vehaiadaim, iedé Esav - La voz, es la voz de Iaacov; mas las manos, son las manos de Esav" (Bereshit 27:22). Nuestro patriarca Iaacov, quien fue llamado posteriormente Israel, poseía una cualidad en especial: el emet - la verdad. Ésta es la verdad a la cual el rey David hace referencia en el versículo que recordamos al comienzo: "Karov Hashem lejol koreav, lejol asher ikrauhu beemet - Cercano está D'os a todos los que lo llaman, a todos los que lo llamen con verdad". El rey David nos enseña que esta verdad debe ser la base de nuestra plegaria. Y esta verdad es la "voz de Iaacov", el rezo; la única arma que tiene el judío.
Cuando Esav y sus descendientes y el resto de las naciones salen a la guerra, lo hacen pertrechados con todas las armas que tienen a su disposición, mientras que el pueblo de Israel sale a la guerra armado únicamente con sus plegarias.
De la misma manera que un arquero estira la cuerda de su arco dándole la máxima tensión para lanzar su flecha más lejos y con mayor fuerza, asimismo mientras más acerque el judío "su flecha" (la tefilá) a su corazón, más lejos llegará y más se acercará al Creador.
Para poder entender nuestra tefilá debemos definir nuestra relación con el Todopoderoso, ya que a Él van dirigidas nuestras plegarias y nuestras alabanzas. Nuestra obligación de conocerLo, amarLo y rezarLe sólo a Él se puede explicar estudiando las seis mitzvot temidiot (los seis preceptos atemporales).
Hay seis mitzvot que el judío está obligado a cumplir en todo momento y en toda circunstancia. Estos seis mandamientos son los siguientes:
1) Saber de que hay un Di-s: El objetivo del judaísmo es cultivar la mayor relación posible con Dios. Las 613 mitzvot son bloques separados que nos enseñan acerca de la realidad de la existencia de Dios y cómo vivir con esa conciencia. Practicando todas estas Mitzvot nos apegamos a El.
2) No creer en ninguna deidad y sólo creer en Él. Aquel que acepta que el Santo - Bendito es Él, gobierna sobre todo lo creado, pero piensa que para algunas cosas entregó Su gobierno a un ángel o estrella, está aceptando la idolatría y está transgrediendo uno de los diez mandamientos ("No tendrás otros dioses..."). Debe creer que únicamente el Santo - Bendito es Él supervisa todos los mundos y ninguna creación tiene la fuerza de hacer algo sin Su voluntad.
3) Creer en Su unicidad. Debemos saber que Él, que crea todo de acuerdo con Su voluntad y es Quien supervisa todos los mundos, es Único y no hay otros dioses que gobiernan junto a Él.
4) Amar a D'os, Bendito Sea. ¿Y cómo se llega a amarlo? A través del estudio de la Torá conocerá Su infinita grandeza. La persona debe tener como objetivo amar a D'os, y todos sus pensamientos y acciones lo deben llevar a lograr ese objetivo. Ella siempre debe esforzarse para adquirir la sabiduría de la Torá y así poder llegar al conocimiento de D'os.
5) Ser temeroso de D'os, Bendito es Él. El hombre que tiene la posibilidad de cometer alguna transgresión debe pensar que D'os supervisa todas sus acciones y le hará pagar por todas sus malas acciones.
6) No dejarse llevar por las inclinaciones del corazón y por visiones prohibidas, como nos enseña la Torá: "Veló taturu ajaré levavjem veajaré enejem - y no os desviaréis en pos de vuestro corazón y en pos de vuestros ojos" (Bamidbar 15:39). Ésto también se aplica a todo tipo de pensamientos ajenos a las enseñanzas de la Torá.
Solamente quien está conectado todo el tiempo con D'os puede sentirse que está cercano a Él. El cumplimiento constante y permanente de estas seis mitzvot que no requieren un tiempo o una situación determinada para ser cumplidas es una herramienta fundamental para acercar nuestros pensamientos a la Fuente de la Vida.
De esta manera, acercándonos a D'os con verdad, realmente podremos decir que sabemos cómo estar cerca de D'os.
Que sea Su voluntad escuchar las plegarias de todo Su pueblo, Israel. Amén.