Miguel es una persona seria y dedicada, sus negocios funcionan “tip top” y el éxito se ve por todas partes. Su familia, para que hablar, los niños son ordenados y buenos alumnos. La señora, una profesional exitosa que cumple con una regularidad y esmero también sus tareas de madre y ama de casa. Podríamos decir que este hogar es un fiel reflejo de lo que los padres muestran en la casa. Sin embargo, Miguel y Lea no son los superhéroes de una película, ellos con un auto entrenamiento y un estudio constante lograron cambiar muchos aspectos de sus vidas. Se dieron cuenta que todo dependía de ellos.
La vida de un judío observante esta “guiada” por el cumplimiento de los 613 preceptos que ordena la Torá. Desde la Mañana cuando nos levantamos, hasta la noche cuando nos acostamos, estamos unidos a nuestro judaísmo y por ende a nuestro Creador en distintos aspectos.
La Tefila, la oración que hacemos 3 veces al día, pasa a ser el cargador espiritual cotidiano con la lectura del Kriat Shmá –proclamando la unicidad de HaShem- dos veces al día y la lectura de la Torá. Por otro lado el estudio, por así llamarlo, la parte intelectual, pasa a ser la “investigación” de los conceptos de la fe.
Profundizando en este ciclo nos daremos cuenta que estudiamos para comprender y entendemos para incrementar nuestra fe. Por su puesto las dos caminos están siempre enfocadas en nuestro crecimiento espiritual para poder mantener el ritmo en el cumplimiento de los preceptos.
Con la Tefilá y el estudio, se logra el cambio, especialmente cuando nos damos cuenta Quién es el que provee y por que Lo hace. Si creemos que somos nosotros los que traemos la parnasá - el sustento, y no hay nadie que me ayude fuera de mi mismo, entonces la respuesta es, “¡bueno, arréglatelas solo, vamos a ver como te va!, pero si tenemos la fe, y realmente creemos que de El depende todo el sustento y la vida, si realmente tenemos fe en esto, encontramos El socio que nos ayudará. Y por que digo El socio, y no me refiero a que te llegara todo sin esfuerzo, por que tu tienes que poner siempre algo de ti también, tu Hishtadlut – tu parte para lograrlo.
Hay dos formas de ver este concepto en nuestro rezo. Nuestros sabios, los miembros de la gran asamblea (desde los tiempos de Ezra hasta Shimón Hazadik), compusieron con ruaj hakodesh – con profecía, la tefilá -el texto de la oración judía-la Amida o también llamada Shmone esrei, y cada palabra que usaron en ella, con su significado preciso, la cantidad de letras exactas en cada frase. Sin embargo sabemos que la profundidad del significado depende siempre de los 4 niveles de entendimiento*, y de los secretos que los sabios ocultaron en ellas.
En la segunda bendición que dice: Eres eternamente poderoso, Señor mio, Tu eres el Resurrector de los difuntos y magnífico en obrar salvaciones agregaron los sabios “El que hace soplar el viento y hace descender la lluvia -Mashiv HaRuaj u morid hagashem”
Si analizamos literalmente esta parte de la tefilá que decimos 3 veces al día encontramos un Tesoro inmenso, Mashiv haruaj significa literalmente que hace soplar el viento, umorid hagashem, y hace descender la lluvia. Veamos otro lado de esta bendición:
Ruaj se refiere también al alma, para ser mas exacto, una de las 5 partes espirituales que están “alojadas” en el ser humano.
Gashem tiene otro significado que proviene de la palabra gashmi, que significa materialidad. Mashiv significa también devolver.
Morid también es bajar.
Esto quiere decir que para devolver nuestra alma, devolver la espiritualidad a nuestras vidas, debemos bajar el nivel de los elementos materiales que nos rodean.
Si, en esto esta realmente el éxito de la persona, saber equilibrar su vida para lograr un nivel espiritual optimo. Solo así se puede obtener un matrimonio que quiere criar a sus hijos en un verdadero marco espiritual y moral.
Cuando en la casa judía hay valores de familia, comen juntos, comparten las seudot de Shabat en una mesa con palabras de Torá, con ricas comidas tradicionales, con las zmirot –los cánticos de Shabat. Cuando los padres le ayudan a los hijos a hacer sus deberes, cuando la moda, el tipo de vestimenta pasa a un segundo plano, cuando la televisión, los celulares y los juegos de video no tienen lugar en ese hogar, cuando el tiempo se combina entre el trabajo, las necesidades de la familia y el estudio de Torá, podemos ver el resultado positivo.
Miguel tiene todos los días su jevruta** para estudiar y analizar los distintos textos que estudian de la Torá y el Talmud. Cotidianamente estudia con sus hijos y les ayuda con sus tareas, cumpliendo así el precepto de veshinantam le baneja –y le enseñaras detalladamente a tus hijos (Devarim 6:5-9). Y por supuesto con Lea comparten también el estudio, aprendiendo sobre el hogar, el como educar a sus hijos y conviviendo muchas veces una plática productiva con una rica copa de vino.
Esto es un hogar judío, rico en tradición y en estudio de Torá, grande en jesed –obras de caridad, y teniendo un lindo ambiente de calma, alegría, sabiendo que sus hijos y nietos continuaran la cadena milenaria de valores y amor a HaShem que nos enseñaron nuestros patriarcas y sabios.