Adaptación Rav Gabriel Guiber
La Hoja

La Hoja Nueva -Beshalaj

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A VECES ES MEJOR QUE NOS DUELA LA PANZA

“...porque Yo Soy Hashem, tu doctor”

(Shemot 15,26) 

Está escrito en nuestra perasha: “si van a escuchar la Voz de Hashem, vuestro D-s, y transitarán por el camino correcto a los ojos de Hashem... todas las enfermedades que Yo puse en Egipto, Yo no te las pondré, porque Yo soy Hashem, tu doctor”. Y la pregunta ya es muy conocida, si no habrá enfermedades, ¿para qué hace falta un doctor?

Contesta Rashi que acá hay dos garantías que se cumplirán por siempre. La primera: si nos comportamos correctamente y escuchamos la Voz de Hashem, entonces, Hakadosh Baruj Hu no pondrá ninguna enfermedad sobre nosotros, como comienza a decir el versículo. La segunda garantía: también en el caso en que hay un acusador, Jalila, y hay un pecado, y aparece la enfermedad, Hashem nos salve, si nos comprometemos a cumplir con todos los preceptos, vendrá la curación completa. Por eso diremos que si el Bore Olam pone una enfermedad, es como si no la hubiera puesto, porque Yo soy Hashem, tu doctor.

En la Guemara, en el tratado de Eruvin, está explicado este asunto con mayor profundidad: veamos que el comportamiento de Hakadosh Baruj Hu no es el mismo que el del hombre. Un hombre, le da una medicina a su compañero, y ésta es buena para algo y es mala para otra cosa (explica Rashi: este medicamento es bueno para una enfermedad pero no para otra. Si es bueno para el corazón, será malo para los ojos, no existe una medicina que además de curar no provoque un daño. Y la mayoría de la gente sabe que hoy en día, cuando a una persona le dan un antibiótico, muchas veces esto le provoca problemas estomacales). Pero Hakadosh Baruj Hu no es así, le dio la Tora al pueblo de Israel, lo que hace vivir a todo el cuerpo, como está escrito: “y curará todo el cuerpo”.

Solamente cuando el hombre retorne a Hashem, aumente en preceptos y se conduzca por los caminos del Creador, conseguirá la curación completa, una posesión muy valiosa, ya que sólo Hashem, si puso una enfermedad y la quita, es como si nunca la hubiera puesto, la enfermedad desaparece sin dejar rastros, “porque Yo soy Hashem, tu doctor”, el mejor de todos los doctores, el verdadero doctor, y el consejo para poder atendernos con este doctor es, comprometernos a cumplir con todos los preceptos.

El rab hagaon Iaacov Galinsky zz"l, contaba en una de sus conferencias, que en la ciudad de Lutzk, donde vivía rabi Zalman Sorotzkin ztz”l, había un hombre que se había desviado del camino, y era tan desvergonzado que a toda costa trataba de molestar cuando alguien hacía algo que tuviera Santidad. Si el rab intentaba convencer a la gente de establecer otro Talmud Tora, el hombre le hablaba a la gente diciendo que era un mal consejo. El rab hablaba sobre el establecimiento de una Ieshiva, y el otro los convencía de no hacerlo. Si trataba de fortalecer a la gente en el cumplimiento del Shabat, también se burlaba de eso, en fin, era todo lo opuesto a la Santidad.

Un día le informaron al rab que ese hombre estaba muy enfermo, con los días contados, con lo que se le aliviarían al rab los sufrimientos que él le provocaba. El rab pensó: así como me hizo mal en vida, ahora me hará mal con su muerte. Porque la costumbre del lugar era que el rab homenajeara al fallecido, por lo tanto, debía encontrar alguna cualidad en él para alabarlo. En este caso, el rab estaba preocupado por lo que pudiera decir y también por lo que no fuera a decir. Decidió no dejarse presionar y no hablar en el homenaje. Pero, para evitar comentarios fuera de lugar de la gente, fue a visitar al enfermo antes de que muera. Y en su visita le explicó que el haber decidido no hablar no fue el producto de la rivalidad personal, sino que prefirió dejar de lado las polémicas y los reproches…

Cuando el enfermo vio al rab, lo maldijo y después agregó que estaba sufriendo mucho, que los dolores eran muy fuertes. Su enfermedad era el “tifus”, en los intestinos, que se transmite con rapidez por todo el cuerpo causando muchos dolores, y más en aquellos tiempos. Lo peor en este caso es que no había curación.

Por favor, prosiguió, recen por mí, yo sé que para mi enfermedad no hay medicinas, pero con las plegarias podrán hacer que me duela un poco menos. El rab lo consoló y le aseguró que rezarían por él, y así se tranquilizó.

El rab, en el Beit Hakneset, cuando terminaron los rezos anunció: ahora todos diremos un capítulo del Tehilim para pedir por la curación del enfermo.

Comenzaron a escucharse rumores entre la gente: toda su vida estuvo en contra nuestro, y ahora, ¿debemos rezar por su bien?

Dijo el rab: estamos viviendo en una generación que no es la mejor, este hombre no es el único hombre apartado del camino, y suponemos que falta Irat Shamaim en nuestra generación, y de ahí el descenso espiritual. ¿Qué puedo decirles? Estuve con él para saber que no tenemos una carencia de Irat Shamaim, sino que dolor de intestinos es lo que nos falta…

Y si retornamos, y conseguimos arrepentirnos por el camino de la Irat Shamaim, nos ahorraremos muchos dolores en la pancita.

 

Traducido del libro Vehigadta – Iamim Noraim.

 

Leiluy Nishmat

León Ben Ezra ?”?

 

 

 

 



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