LAVAN Y NOSOTROS
“Y vacié la casa” (Bereshit 24,31)
Lavan, todos sabemos que era idólatra, también después de los veinte años en los que lo acompañó su yerno, la columna de la verdad, el elegido entre los Avot Hakedoshim, el “hombre íntegro”, veinte años junto a Iaacov Avinu y su fe no cambió, todo siguió igual en él. Y cuando su hija Rajel, tuvo piedad de su padre y quiso apartarlo de la idolatría, haciendo desaparecer sus ídolos para desconectarlo de ellos, corrió detrás de Iaacov Avinu y su familia, y buscó y buscó: ¿por qué me robaron mis dioses? ¿Hasta dónde puede descender una persona?... hasta poder tener fe en dioses que se pueden robar!!!
Pero ya vimos que cuando Lavan vio los aros y las pulseras que su hermana Rivka llevaba puestos, cuando escuchó que un extraño venía con diez camellos cargados con regalos, corrió hacia Eliezer y lo llamó: Ven aquí, Baruj Hashem, ¿por qué tú estás parado allí afuera? Yo ya desocupé la casa… Y nos explica Rashi: desocupé la casa, saqué de mi casa todos los ídolos. Y sobre esto hablo el Saraf Mikotz ztz”l: apenas escuchó que existía la posibilidad de ganar dinero, de recibir regalos, hizo desaparecer la idolatría de su casa, no tuvo más necesidad de sus dioses…
El Saraf Mikotz podía decir algo así y despreciar a Lavan, el arameo. Pero nosotros, antes de burlarnos de él, vamos a mirar hacia nuestro interior: ¿acaso no ocurrió que a causa de algún negocio interesante, dejamos de concurrir a un curso de Tora?, ¿o tal vez por nuestra pereza no rezamos con Minian en el Beit Hakneset?, ¿o por un capricho hicimos sufrir a algún miembro de nuestra familia?... y la lista es muy larga.
Estamos a las puertas del mes de Kislev, que en su punto más alto tiene los días de Januca. ¿Y eso qué significa? Los griegos mostraron tener educación y cultura, cuidaron el cuerpo, lo embellecieron, y hasta lo adoraron, practicaron deportes y organizaron competencias. Y quisieron imponer su ideología en todo el mundo.
Todo esto tenía una finalidad específica, olvidar las raíces, dejar de lado la fe, abandonar la cultura ancestral y asimilar la cultura griega. Y al que no lo acepta, perseguirlo y obligarlo a aceptar, a cambio de su vida.
El pueblo de Israel se mantuvo y se mantendrá firme como una muralla impenetrable: ¿por qué nos quieren apedrear? Porque hicimos Brit Mila a nuestros hijos! ¿Por qué nos quieren quemar en los hornos? Porque cuidamos el Shabat! ¿Por qué nos quieren matar? Porque comimos Matza! ¿Por qué nos quieren dar latigazos? Porque construimos la Suca, porque tomamos el Lulav, porque nos colocamos los Tefilin, porque vestimos Tzitzit, porque hacemos la Voluntad de Avinu Shebashamaim (Midrash Vaikra Raba 32a).
¿Qué hicieron los romanos en la generación de Shemad, a los iehudim que cuidaban los preceptos de Hashem? Ellos traían bolitas de acero y las calentaban al fuego, y se las ponían bajo las axilas, hasta que morían. Y traían cosas con puntas filosas y se las metían bajo las uñas, hasta que morían. Esto es lo que dijo David Hamelej, Halav Hashalom: Elevo mi alma hacia Hashem (Tehilim 25,1), ellos sacrificaban sus almas para santificar el Nombre de Hashem Itbaraj. Y el Ramban ztz”l escribió (Bereshit 32,26), que nos hicieron así en otras generaciones, y también mucho más que eso, y todo lo pudimos soportar…
Y si hubiéramos aceptado sus proposiciones, o incluso sin aceptar lo que ellos piden, sino solamente renunciar un poco, jalila, a nuestra fe, habríamos podido conseguir de los opresores todo lo que quisiéramos, hasta los aplausos, como está escrito en el Shir Hashirim: vuelvan, vuelvan…, y explica Rashi: los pueblos del mundo nos están diciendo: vuelvan, no sigan sirviendo al Bore, ya han hecho todo lo que El les pidió. Vuelvan y les daremos propiedades, y pondremos gente a trabajar tus campos, y todo será controlado sólo por ustedes…
Y fuimos fuertes, y fuimos firmes ante todas las proposiciones de esa índole, como dicen los versículos: que no olvidamos, que no somos falsos con tu pacto… podemos morir por la Tora y para santificar el Nombre de Hashem, y nos consideramos como los corderitos del Creador…
Y aquí y ahora, en la tierra de nuestros padres, después de cien generaciones de sacrificarnos. Cuando parece tan fácil cumplir con la Tora y los preceptos, cuando las pruebas parecen ser tan simples, y cuando se acerca el engaño, la puerta de escape está abierta, porque conocemos muchas de las trampas del ietzer, justo en una situación tan favorable, ahí caemos, ¿justo nosotros venimos a romper la cadena?
Y son cien generaciones en las que estamos pensando. El hijo le da méritos al padre, con los preceptos que cumple, con sus buenas acciones, y siguiendo los caminos del padre. Y también a su abuelo, bisabuelo… hasta los iehudim que salieron de Egipto, hasta nuestros Avot Hakedoshim. Y ellos nos están viendo, con la esperanza de que estemos siempre andando por los caminos que ellos marcaron. Ellos, que tuvieron que enfrentar pruebas tan difíciles, que nos mostraron una fortaleza impresionante. ¿Y qué es lo que ven? Que nosotros somos como esa hormiguita, que cada granito de arena que sobresale del piso se transforma en un gran obstáculo. Ven como nosotros caemos con pruebas tan pequeñas. Nosotros tenemos una gran obligación hacia ellos, si no antes hacia nosotros mismos. Para que ellos no sientan vergüenza de nuestro comportamiento, que nos vean como la continuación de su herencia. Para que podamos decir con el corazón y en forma silenciosa: nosotros somos los descendientes de los Jashmonaim, y llevamos la antorcha, somos otro eslabón de esta cadena irrompible.
Maian Hashavua.
Leiluy Nishmat
León Ben Ezra ?”?
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