¿COMO AYUDAR A QUIEN NECESITA?
??y tu hermano vivirá contigo?? (Vaikra 25,36)
Estamos en Motzae Shabat Kodesh. Afuera, un viento terrible, y la lluvia cae como si jamás habría llovido, o como si fuera la última vez. En la casa, estaba ?atrapado?, en su cama, a causa de su enfermedad, el gaon, rabi Refael Baruj Toledano ztz?l, rab de la ciudad de Meknes, del norte de Marruecos. Sus hijos estaban a su alrededor, leyendo del libro del ?Or Hajaim? Hakadosh.
Una persona entró, proveniente de la calle, y contó que un iehudi de la ciudad de Ushda, tuvo un traspié en sus negocios y se fue a la quiebra. Los acreedores quieren que sea acusado penalmente, embargar sus bienes y enviarlo a la cárcel.
Como si estuviera sano, y como si tuviera sólo veinte años, rabi Baruj saltó de la cama, y anunció a su familia que ahora mismo saldría de viaje hacia la ciudad de Ushda, distante de allí unos cuatrocientos kilómetros.
No lo detuvo su enfermedad, ni su edad, ni su debilidad, tampoco la hora, ni el viento ni la lluvia. El enviado para cumplir un precepto no recibirá ningún daño, y él debe hacer todo lo que esté a su alcance para ayudar al necesitado.
De inmediato se cubrió con un manto y salió en busca de las vías del tren. Viajó durante nueve horas y llegó a destino. Sin esperar un minuto, puso manos a la obra. Convocó a los acreedores y a los garantes de las operaciones. Consiguió que los acreedores aceptaran renunciar a la mitad de la deuda con la condición de recibir la otra mitad en efectivo. Entonces se dirigió a los iehudim pudientes de Ushda, que le dieron el dinero necesario, pagó a los acreedores, recuperó los documentos que obligaban a pagar y los rompió. Otra vez se reunió con los hombres adinerados y les pidió algo más de dinero. Con ese dinero fue y se lo entregó al hombre que había perdido todo, para que reabra su negocio y se recupere económicamente.
Terminada su labor, volvió a Meknes, y al llegar a su casa, volvió a su lecho de enfermo? Un ejemplo maravilloso de lo que se llama sacrificarse por otra persona.
Rabenu Ovadia Seforno ztz?l, fue uno de los grandes rabanim de su generación, en Tora, en sabiduría, en Halaja (leyes) y en Musar (reproche). Y además de ser doctor en cuestiones espirituales, también era doctor en cuestiones materiales, o sea, un médico, que gracias a Hashem tuvo éxito en su labor.
Una vez, un hombre rico se cruzó con él y comenzó a alabarlo: ¡Dichoso rabenu, que Hashem con Su Gracia, le dio inteligencia para salvar las almas!
El rab le contestó: para eso no es necesaria la inteligencia. Tú también puedes salvar almas.
¿Cómo?, preguntó el millonario. Explíqueme sus palabras, rabenu.
Ven conmigo, por favor, y te mostraré cómo?
Lo llevó entre las callejuelas del barrio pobre de la ciudad, y entraron a un patio muy grande, que tenía catorce casas con sus entradas hacia el patio. Todas las puertas estaban cerradas y en el aire se respiraba un silencio mortal. Parece que en cualquier momento aparecerá un fantasma, dijo el hombre rico?
El rab fue hacia cada una de las puertas y llamó con un golpe. Todas las puertas se abrieron, pero la oscuridad en el interior de las casas impedía ver los ojos hambrientos que miraban desde el interior.
¿Cómo se podía explicar? Los habitantes de esas casas eran tan pobres, que sentían vergüenza de ser vistos en las calles con sus ropas destruidas. Por eso, sólo salían por las noches, buscando algo para comer entre los tachos de basura.
El millonario no salía de su asombro.
El rab le preguntó: ¿cuánta gente vive aquí?, ¿te animas a hacer un cálculo?
Yo veo una persona en cada casa, y la soledad en el patio atestigua que aquí vive muy poca gente.
El rab volvió a preguntar: ¿tienes algunas monedas en tu bolsillo?
Cuando el hombre contestó afirmativamente, el rab le sugirió:
Hazme un favor, toma algunas monedas en tu mano y haz ruido con ellas.
El hombre no entendía lo que quería el rab, pero no tuvo problema en hacerlo. Cuando se escuchó el ruido de las monedas, una cantidad impresionante de personas salió de las casas y rodearon al hombre. La piedad se apoderó de él y les regaló las monedas.
Pero fue más allá. Se ocupó de comprar ropas nuevas para todos los ocupantes del patio, además de alimentos y otras cosas necesarias. El patio se transformó y desde ese momento comenzó a brotar vida de él.
Es un hecho real, pero lo utilizaremos como un ejemplo.
Tenemos un estudiante de Tora que tiene en sus bolsillos una gran cantidad de ?monedas de oro?: él sabe un capítulo de Mishnaiot, una hoja de Guemara, sabe Halajot y también tiene muchas ideas para hablarle a la gente y hacerlas retornar al camino de nuestros padres.
Y ellos, están tan hambrientos, tienen el alma seca, porque les falta todo eso, todo lo que el estudiante tiene para ofrecer. Pero, a pesar de estar hambrientos, están escondidos en sus casas, se ocultan entre la oscuridad, y tanto, que no sabemos nada de ellos, ni siquiera sabemos que existen.
Entonces, hace falta hacer ruido con las monedas, intentar abrir un nuevo estudio de Tora, dar una conferencia, y podremos ver como el curso se llenará de gente, que está desesperada por escuchar más y más, porque la Tora cae como un rocío de vida, es el alimento del alma.
Y el que estudia no puede conformarse con estudiar y pensar que alcanza con estudiar más y más. Eso es necesario, es muy necesario estudiar más y crecer más, pero no alcanza?
Ya lo dijo el Tana (Pirke Avot 2,8): si estudiaste mucha Tora, no creas que eres muy grande, no creas que eres el mejor. Eso no alcanza. Hay gente que necesita, que está sedienta, hay que calmar su sed. Tienes que dedicarte también a transmitir lo que gracias a Hashem has podido adquirir.
Traducido del libro Maian Hashavua.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z?l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom