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PARA ELLOS, TODOS RABANIM
O UN BUEN BESO DE BURRO
“y no profanarán Mi Nombre Santo”
(Vaikra 22,32)
¿Cuál es el pecado más grave?, pregunta el rab hagaon Iaacov Galinsky ztz”l.
Estudiamos una Guemara (Ioma, 86a) sobre rabi Matia en Jarash, que le preguntó a rabi Elazar Ben Azaria, en Roma: ¿has escuchado sobre las cuatro formas de “Kapara”, perdón, que explicó rabi Ishmael?
Contestó: son tres, sobre cada forma de pecado existe la posibilidad de recibir el perdón de forma diferente, y las enumeró:
El que deja de cumplir un precepto y se arrepintió, no se moverá de allí hasta que Hashem lo perdone.
El profeta (Irmia 3,22) dijo: “Vuelvan hijos…”, y explica Rashi, que de aquí aprendemos que podemos retornar y ser perdonados de inmediato, ya que este tipo de pecados necesita sólo del arrepentimiento.
Pero quien pasa por una prohibición, y se arrepiente, ese arrepentimiento permanece “colgado” hasta Iom Hakipurim.
Está escrito (Vaikra 16,30): “y en ese día serán perdonados…”, Rashi explica aquí que hay pecados que para ser perdonados hace falta esperar que llegue Iom Hakipurim.
Y hay pecados sobre los cuales Hashem decretó la muerte, ordenada desde el Cielo o desde un tribunal de Jueces aquí, en la tierra.
Cuando esta persona se arrepiente, también deberá esperar a Iom Hakipurim.
Pero esto solo no alcanza. Los sufrimientos limpiarán su pecado, como está escrito (Tehilim 89,33), que Hashem perdonará, pero con lesiones de por medio, y Rashi nos informa que hay pecados en los que el perdón llega con Iom Hakipurim y sufrimientos.
Pero, para la persona que profana el Nombre de Hashem (Rashi dice que se trata de la persona que peca y a su vez hace pecar, lo alenu), no alcanza ni el arrepentimiento, ni Iom Hakipurim, ni tampoco los sufrimientos.
Con estas tres cosas, el pecado todavía está esperando el día de la muerte, sólo la muerte podrá limpiarlo.
El profeta nos dice (Ieshaia 22,14) que Hashem reveló en sus oídos (o sea que Hashem le habló al oído, y así escuchó la profecía) que el pecado será perdonado el día de la muerte.
Y preguntaron: ¿a qué llamaríamos profanar el Nombre de Hashem?
Dijo Rab: por ejemplo para mí, si voy a la carnicería, compro carne y no la pago en ese mismo momento.
Explicó Rashi: si yo retraso mi pago el carnicero dirá que yo soy un ladrón, y todo el mundo aprenderá de mí a no cuidarse del robo.
Dijo rabi Iojanan: por ejemplo yo, si camino cuatro “amot” (dos metros cuarenta centímetros) sin estudiar Tora y sin llevar puestos los Tefilin (recordemos que en esos tiempos lo vestían todo el día).
Y explicó Rashi: no todos saben si yo ahora estoy terriblemente agotado de tanto estudiar, y aprenderán de mí a anular el estudio de la Tora sin ningún motivo valedero.
Increíble…
Vienen hacia nosotros dos iehudim. Uno es un pecador, pero de los “mejores”. En sus manos lleva idolatría, relaciones prohibidas y derramamiento de sangre. No hay pecado que no haya hecho y tampoco hay precepto alguno que haya cumplido. En realidad, hay un pecado al que todavía no pudo alcanzar, nunca profanó el Nombre de Hashem, porque ninguna persona tiene esperanza sobre su ser y nadie aprende de sus acciones. Por el contrario, todos lo conocen muy bien y se separan de él.
Este hombre, en un momento decide arrepentirse de todos sus pecados. Le informan que además del arrepentimiento, necesitará esperar hasta Iom Hakipurim y que se prepare, porque tendrá que soportar ciertos sufrimientos…
El segundo iehudi, un rab, anciano, muy sabio, conocido por sus conferencias que son escuchadas con atención por mucha gente. No existe precepto que no haya cumplido. Nunca ha pecado, salvo una vez. Sólo una vez en su vida, se adelantó en una fila de espera en un comercio, porque estaba apurado para llegar a tiempo a una clase. Una Ieshiva entera lo esperaba, y a esto se le llama “anular el estudio de Tora en público”, una falta tremenda. Pero, lo que hizo para no retrasarse fue mucho peor, cuando la gente ve que se adelanta en el turno a otras personas no todos o casi nadie sabe la causa de su apuro. Y a esto se le llama profanar el Nombre de Hashem.
El también quiso arrepentirse por su falta, pero su arrepentimiento sería recibido sólo después de su muerte.
Y explicó rabi Echele Blazer ztz”l que los sufrimientos que llevan al pecador hacia la muerte son mucho más fuertes que todos los sufrimientos que existen en el mundo.
¿Puede entenderse?
Muy simple: el mundo fue creado para honrar al Bore Olam (así encontramos al final del Pirke Avot): Bendito es nuestro D-s que nos creó para honrarlo. Y si una persona peca, de forma que profana el Nombre de Hashem, está rompiendo las bases de la Creación, la finalidad de su presencia en el mundo, perdiendo todos sus méritos para continuar con vida.
¿Qué podemos decir? Que somos dichosos de que existan ojos que nos observen, pero que no aprendan de nuestras acciones. Rab y rabi Iojanan tuvieron miedo: ¡nosotros no somos nada!, pero debemos saber: nos están mirando, y no sólo que nos están mirando, sino ¡cómo nos miran!
Un hombre cualquiera puede pecar, pero si uno de nosotros peca, enseguida dirán: ¡ese Dati!, ¡ese religioso!
¡Qué grande es nuestra obligación!
Hubo un tiempo, en el que yo regresaba de la Ieshivat Hadera, todos los días a la misma hora. Siempre subía al mismo autobús que me llevaba a Bnei Brak. El conductor ya me conocía, un joven muy agradable. En cierta oportunidad, levantó su voz, para que escuchen todos los pasajeros: ¡Rab Galinsky, venga y mire a sus rabanim!
¿Qué rabanim?, le pregunté.
Al momento lo supe, el conductor descubrió a un muchacho de unos once años, que llevaba una “kipa” en su cabeza, haciendo algo que no debía hacer: subió por la puerta trasera y no pagó su pasaje…
Le dije: yo voy a enviarte a todos los alumnos de las Ieshivot de Bnei Brak.
¿Por qué?, preguntó.
¿Para qué ellos necesitan estudiar tantos años para ser llamados rabanim? Los llevaré contigo, y serán reconocidos como rabanim. Yo acabo de ver como a un niño de once años, lo has convertido en rabino en apenas unos segundos sólo porque lleva una “kipa” en su cabeza.
Todos se rieron, y la tensión bajó. Pero nos queda la enseñanza, terrible: para ellos, todos somos rabanim. Un rab que se adelanta en un turno, fue marcado para siempre… Un simple niño que no pagó su pasaje, también…
¡Esto nos obliga todavía más!
Vi la necesidad de recordar una contradicción entre dos afirmaciones de Jazal. Hay una Guemara (Ioma 9b): la destrucción del Beit Hamikdash fue consecuencia del “odio gratuito”. Pero en otro lugar (Shabat 119b) afirma que la causa fue el desprecio que existía hacia los Talmide Jajamim.
Para inclinar la balanza hay una tercera Guemara (Pesajim 49b): todos los pueblos del mundo odian a Israel, pero el odio que sienten los ignorantes hacia los Talmide Jajamim es mucho mayor. Y para confirmarlo, ellos dicen: si me dan un Talmid Jajam lo besaré como besa el burro, que con sus besos rompe los huesos…
Ahora se entiende todo…
Un ignorante odia a un sabio y trae la destrucción. Pero fue un odio gratuito, porque un verdadero sabio trae paz al mundo y santifica el Nombre de Hashem a su paso. Si con sus acciones, una persona despierta el odio, significa que no es un Talmid Jajam verdadero. Pero esto no es importante, ya que la profanación del Nombre se mide desde los ojos que la están viendo…
Y la prueba, la trae la Guemara del versículo del profeta (Iejezkel 36,19-20): Israel estaba en su tierra y pecaron, fueron rodeados, expulsados y repartidos en otras tierras… y profanaron el Nombre Santo y dijeron de ellos: es el pueblo de Hashem que salió de su tierra…
Fuimos desterrados por nuestros pecados, ¿y por qué pretendemos pensar que las causas del destierro fueron otras?
Pero, los no iehudim ¿qué es lo que ven? Atribuyen el destierro al cumplimiento del Iahadut, y no comprenden que están profanando el Nombre de Hashem
Así, todos los pueblos ven a los iehudim.
Así, los iehudim jilonim (que no cumplen la Tora), ven a los datim (observantes).
Y así, los datim ven a los Bnei Tora (que son más estrictos en su cumplimiento).
Traducido del libro Vehigadta.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom