Adaptación Rav Gabriel Guiber
Shavuot

La Nueva Hoja Nueva -JAG HASHAVUOT

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PREPARADOS PARA EL TERCER DIA

Un grupo de hombres piadosos decidió viajar a Lublin, para el Shabat Kodesh en la perashat Itro, con la intención de escuchar en la lectura de la porción semanal la entrega de la Tora.

Cada uno preparó su “Talit” y su “Tefilin”, hicieron sus maletas, y alquilaron una carreta. Durante el viaje se respiraba una atmósfera inigualable, estaban muy alegres, escuchaban palabras de Tora y cantaban alabando al Creador por la oportunidad que se les presentó.

Cuando en el camino atravesaron Ropshitz fueron a ver al rab, el justo, rabi Naftali Meropshitz ztz”l, que era uno de los grandes rabinos del grupo de justos, pidiéndole que viaje con ellos. En primera instancia se negó, diciéndoles que prefería viajar en otro Shabat, no ahora. Pero le insistieron, tanto, que finalmente aceptó. Pensó: tienen tanta emoción y sentimiento, que seguramente me contagiarán a mí, con lo que podré elevarme y alcanzar un nivel espiritual muy alto…

Llegaron a Lublin y subieron a ver al Rebe para saludarlo. Los recibió el Joze Milublin ztz”l con gran calidez, a todos menos al rab Meropshitz, que a pesar de ser uno de los grandes rabinos muy cercanos a él, no le mostró señales de cercanía. El rab Meropshitz estaba muy extrañado, pero se tranquilizó, diciendo: ¿acaso vine para recibir demostraciones de amor? ¡No! Vine para ¡recibir la Tora!

Con emoción y esperanza esperó a la lectura de la Tora, para escuchar la perasha de la boca del rab que se asemejaba a un Angel. Pero, para su tristeza, no sintió ninguna elevación especial. No vio las “voces”, no sintió el “fuego” ni los “truenos”, el “humo” y las “antorchas”, no escuchó la Voz de Hashem que con su fuerza puede hacer arder el fuego…

En la tercera comida de Shabat, el Joze Milublin dirigió unas palabras de Tora a los presentes, sobre el versículo (Shemot 19,11): “y se prepararán para el tercer día porque el tercer día Hashem descenderá ante los ojos de todo el pueblo sobre el monte Sinai”. Y explicó: al parecer, el “Acontecimiento” del monte Sinai fue tan “ruidoso” (como queriendo elevar aún más su importancia), campamentos de Angeles descendían con la Presencia Divina, los siete Cielos se abrían a su camino. Se podía “ver” la respiración, el mundo estaba lleno de aromas, y con cada palabra el alma se salía del cuerpo… Así está escrito: “se veían las Voces”… Los Angeles se revelaban, se hacían visibles, algo asombroso, todo santidad, era necesario arrepentirse desde lo más profundo del alma para lograr recibir un espectáculo maravilloso, que despertaba al más dormido… Pero vemos que todo esto no es tan así. Ellos necesitaron una preparación de tres días. Porque sin preparación, sin un día, sin dos días, hasta que Moshe agregó un día “por su cuenta”, porque le pareció indispensable (Shabat 87a), sin ese día adicional no se apreciaría el acontecimiento, no se sentiría el despertar…

Y el rab Meropshitz entendió por qué el Joze Milublin lo recibió con frialdad, y por qué no sintió el despertar que esperaba con la lectura de la entrega de la Tora. Porque no había pensado en viajar, y por lo tanto no se preparó en los días previos, con la debida anticipación, como era su costumbre. Le faltaba la preparación necesaria para sentir, y ahora, sin esa preparación, le faltaban los elementos para captar la influencia de los ruidos del Acontecimiento…

Un gran relato, que explica el motivo por el cual la fiesta de Shavuot no tiene un tiempo fijo en los días del mes, sino que resulta de la conclusión de los días de la cuenta del Omer, donde contamos días y semanas, llamando a la fiesta, “de las semanas”, que podría haber caído el día cinco, seis o siete del mes de Sivan, cuando la santificación de los meses se realizaba a partir de la visualización de la Luna (antes de que rabi Akiva instituyera su calendario eterno, el principio del mes se establecía de acuerdo a la observación de la Luna nueva con dos testigos que se presentaban en el tribunal de rabinos, el Beit Din. Y podía suceder que los meses fueran más cortos o más largos, pero la fiesta de Shavuot se realizaba siempre al final de la cuenta del Omer).

Y así el que llega (de pronto) al final de la cuenta del Omer, no tendrá ningún despertar sin una preparación previa…

Escribió el rab, el santo “Sifte Tzadik” Mipiltz ztz”l: los primeros hombres piadosos se ocupaban durante varias horas con el fin de prepararse para estudiar durante una hora, y que su estudio se considere en Nombre del Cielo. Y lo que les daba la pauta es el agregado de un día de preparación que Moshe Rabenu realizó a su parecer, cosa que sería más adecuada para recibir la Tora: quiere decir que ¡postergó la recepción de la Tora!, para que seamos dignos de recibirla. La propia entrega de la Tora, que se desarrolló en sólo tres horas (Pirke Derabi Eliezer 45), necesitó una preparación de tres días…

Y el justo, rabi Iaacov Arie Meradzimin ztz”l solía decir: estudiamos (Julin 91b) que hay Angeles que recitan su Canto una vez cada siete años (Shemita) o cada cincuenta años (Iovel), y hay otros que lo recitan una sola vez en sus vidas y se desvanecen. ¿Y cuál es el problema? Fueron creados sólo para eso. Pero sí hay un problema, si ellos tienen que recitar su canto después de siete o cincuenta años, ¿para qué tienen que ser creados con tanta anticipación? Ellos podrían recitar su canto el día en que fueron creados y se terminó…

A la fuerza debemos decir, que la intención que logran con el canto, a pesar de que sea su trabajo, requiere una preparación de siete o cincuenta años (Bicurei Aviv, Noaj).

Decía el Saraf Mikotz ztz”l: un hombre contrata un operario para cortar árboles y pone en su mano un hacha desafilada. El trabajador lleva a afilar el hacha en sus horas de trabajo para que esté en condiciones y recibe el salario también por el tiempo que dedicó para afilar el hacha.

Si Hakadosh Baruj Hu nos dio instrumentos “desafilados” (no deberíamos decir así, sólo metafóricamente), un corazón cerrado, cortos de entendimiento… Si nos ocupamos en la preparación digna ante lo que tenemos delante, si abrimos nuestro corazón y lo entrenamos para sentir la espiritualidad, tendremos el éxito necesario en el Servicio al Creador, y por ese tiempo de preparación y despertar, recibiremos la misma recompensa que por el cumplimiento de los preceptos (Imre Tzadikim 28).

Tenemos la esperanza, de prepararnos como es necesario, para hacernos merecedores hoy, de recibir la Tora.

Traducido del libro Maian Hashavua.

Leiluy Nishmat

Israel Ben Shloime   z”l

Lea (Luisa) Bat Rosa    Aleha Hashalom

Iemima Bat Abraham Avinu    Aleha Hashalom

 



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