¿DONDE INVERTIR?
“aceite de oliva puro, machacado, para el encendido” (Shemot 27,20)
Según la costumbre del mundo, el aceite puro y limpio el hombre lo utiliza para cocinar y condimentar los alimentos. Mientras que deja los peores aceites para encender sus velas.
Resulta interesante, que en el Beit Hamikdash (el Sagrado Templo), todo se hacía exactamente al revés: para encender el candelabro se utilizaba “aceite de oliva puro y machacado”, y para las ofrendas, que eran consideradas alimento, no eran tan estrictos sobre la pureza del aceite.
Esta orden, escribe el gaon, rabi Baruj Abraham Toledano ztz”l, de los sabios de Meknes, en su libro “Imre Baruj”: nos enseña y nos marca la diferencia que debemos aplicar a los temas espirituales, frente a las cosas materiales…
Muchas veces, en asuntos de este mundo, el hombre se preocupa para tener todas las comodidades, todo lo mejor – el aceite de oliva puro, sin ningún defecto, sin ninguna falta – pero en los asuntos espirituales, se conforma con lo mínimo, sin esforzarse para alcanzar la máxima pureza.
Viene la Tora y nos enseña que no debemos hacer que lo principal se convierta en secundario, sino todo lo contrario, en los asuntos espirituales el hombre tiene que preocuparse hasta el extremo hasta obtener lo mejor, sin dejar de contemplar ningún detalle. Y cuando nos ocupamos de las necesidades corporales, materiales, que son también temporales, no hace falta ser tan meticuloso, y es digno de reducir estos tipos de placeres en la medida de lo posible.
Y ya dijeron nuestros sabios en el Avot Derabi Natan (cap.28): dijo rabi Iehuda en nombre de rabi Ilai: a todo el que hace principal la palabra de Tora en este mundo y secundario a todo lo material, lo harán “principal” en el Olam Haze (en este mundo). Pero quien hace principal al materialismo y deja las palabras de Tora como secundarias, también se convertirá en algo secundario para este mundo…
Los temas espirituales tienen una importancia multiplicada varias veces sobre los temas materiales, porque cada asunto espiritual es eterno, no tiene tiempo ni final. Mientras que los asuntos materiales son temporarios, ¿y cuándo vimos que el hombre invierta sobre bienes que se consumen rápidamente?
El justo, rabi Nissim Iaguen ztz”l nos trajo un ejemplo. Un hombre espera en la parada de autobuses. Cuando llega el autobús, le pide al conductor que abra la puerta trasera.
El conductor pensó que ese hombre entraría con un coche de bebé o un carro para realizar compras. Pero, para su sorpresa, ve por el espejo como este hombre, con la ayuda de otros dos, empuja hacia el interior del autobús, nada más ni nada menos, que una heladera enorme…
Con el peso de semejante objeto, el autobús se inclinó hacia ese lado, y antes de que el conductor pudiera comprobar lo que ocurría en el interior de su vehículo, los hombres ya habían conseguido acomodar la heladera y agregar un horno, como así también una lavadora de platos y un horno a microondas…
El conductor se levantó de su lugar, y corrió hacia ellos, enfurecido. Su enojo creció cuando pudo ver que a un lado del autobús, esperaba una “montaña” de muebles pesados, que también pensaban subir al autobús…
-¡¿Qué pasa aquí?! ¡Deténganse de inmediato!
El conductor “volaba”, no podía contener su enojo…
¡No entendí! ¿Acaso usted pretende hacer una mudanza (trasteo) a cuenta de la empresa de autobuses?
-¿Cómo se le ocurre? Nada de eso…
-Entonces, ¿qué es todo esto?, señaló el conductor todos los objetos, mientras sus ojos podían ver los daños que estos objetos ocasionaron rayando el exterior y el interior del autobús.
Señor conductor, dijo el hombre, yo, simplemente, voy a viajar durante una media hora, y necesito tener agua fría en el camino (por eso la heladera), y comer algo caliente (utilizando el horno). Al terminar de comer debo lavar los platos y cubiertos, etc., etc.
El hombre iba señalando cada uno de los artefactos y muebles que subió al autobús, describiendo por qué necesitaba cada uno de ellos en su largo viaje de media hora…
Puede ser que el ejemplo suene exagerado y hasta divertido, pero si prestamos atención, nosotros nos comportamos muchas veces, exactamente, de la misma forma.
Nuestro viaje por este mundo es tan corto, comparado con la vida eterna del Olam Haba (mundo venidero), y a pesar de esto, invertimos en la vida del Olam Haze (este mundo), como si fuéramos a vivir eternamente…
Un iehudi ignorante, se encontró con el rab Matzliaj ztz”l, y en forma de pedido, le preguntó: rabi, ¿tal vez podría ayudarme a conseguir unos Tefilin viejos a buen precio para mi hijo que está llegando a su Bar Mitzva?
Rabi Matzliaj decidió contestar con una pregunta, haciendo pensar al padre, con lo que lograría que este hombre realice un verdadero balance de sus acciones, y piense dos veces sobre lo que necesita, para hacer entrar a su hijo al mundo de la Tora y los preceptos…
-Dígame usted, querido iehudi, se interesó el rab, ¿el traje que vestirá su hijo Bar Mitzva también lo comprará de “segunda mano”?
El hombre se quedó frío ante semejante pregunta.
Puso su mano en el corazón y dijo: ¡Jas Vejalila!
El rab contestó enseguida, puntual: ¿y para los Tefilin no hay “Jas Vejalila”?, ¿acaso tú crees que puedes comprar Tefilin viejos?
No tuvo palabras para responder…
Traducido del libro Otzaroteinu.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom