LOS ARBOLES Y SUS FRUTOS
Acostumbramos adornar el Beit Hakneset y nuestras casas, con ramas de árboles, para recordar las palabras de nuestros jajamim: que en Jag Hashavuot los frutos de los árboles son juzgados (Shemot Raba 15,7).
Y se preguntó el Gaon Hakadosh Misatmer ztz?l, escritor del ?Dibre Ioel?: sabemos que en ?Tu Bishvat? (el día quince del mes de Shvat) celebramos el año nuevo de los árboles, y Jag Hashavuot es el año nuevo de los frutos del árbol.
Entonces, lo más digno sería, llenar el Beit Hakneset y las casas con ramas de los árboles en el año nuevo de los árboles, o sea, en Tu Bishvat, y ahora, en Jag Hashavuot, comer de los frutos de los árboles, ya que es el año nuevo de los frutos.
Pero, vemos que el mundo funciona al revés, en Tu Bishvat comemos frutos de los árboles y en Jag Hashavuot hacemos adornos con las ramas de los árboles?
Y hay una regla, que ?una costumbre del pueblo de Israel es Tora?, es como una ley?
Estudiamos, que cuando queremos saber sobre la naturaleza de los árboles, hay que investigar sobre el estado de sus frutos. Y cuando queremos conocer la naturaleza o la salud de los frutos, debemos investigar el árbol.
En efecto, en Jag Hashavuot los frutos de los árboles son juzgados, pero si queremos buscar el lado bueno de los frutos, hay que poner el ojo en las raíces y en el tronco del árbol.
Dice el Midrash que desde la cima podremos ver, esos son nuestros Avot Hakedoshim, Abraham, Itzjak y Iaacov. Y desde las alturas contemplaremos, se refiere a las Imaot Hakedoshot, Sara, Rivka, Rajel y Lea (Shemot Raba 15,7).
Nosotros somos los descendientes de los Avot y las sagradas tribus de Hashem. Somos la continuación, aunque parezca mentira, o aunque no parezca en absoluto, lo que sigue a la generación que recibió la Tora. Así es la realidad, en cada generación hubo una finalidad, y nosotros también tenemos la nuestra. No podemos pensar que todo ya está hecho?
Cuando pasen varias generaciones más, también ellos hablarán sobre nuestra generación, y tenemos que hacer ?algo? para que tengan algo bueno de que hablar?
Hay una larga fila de generaciones sobre nosotros. Generaciones que santificaron el Nombre del Cielo, que se coronaron con preceptos y buenas acciones. Los elegidos de la Tora, rabanim y gente ?de Nombre?, congregaciones sagradas que enaltecieron la Tora y a los que la estudian.
Estamos obligados a saber y a no olvidar, jamás, que estamos ligados a las raíces, que nuestro corazón está cercano y con la seguridad de que nuestro manantial no se secará y que no permitiremos que nadie corte el árbol.
Como en los días de la Creación , en que el gusto del árbol y el gusto del fruto era el mismo, así volverá la antigua corona a su lugar, y retornará el esplendor de la Tora, y seguiremos, generación en generación, manteniendo nuestro ?linaje? dorado y el camino ?real? que nos marca la Tora.
En Tu Bishvat, los árboles son juzgados, y como dijimos, si queremos conocer el estado del árbol, hay que investigar sus frutos! Cuando vemos que los padres envían a sus hijos a los Talmudei Tora, los establecimientos donde se enseña la Tora y nuestras raíces, cuando vemos que a los padres les importa que sus hijos sepan de dónde vienen, que conozcan la raíz de la que salió este árbol y más tarde este fruto, entonces, podemos decir que los frutos serán frutos elegidos.
Estos padres se preocupan para que sus hijos, desde pequeñitos, sepan lo que es un Sidur de Tefila, que estudien la Tora y la Mishna, la Halaja y el Midrash. Y cuando crezcan un poco más, se metan en las profundidades de la Guemara.
Los padres que quieren que sus hijos sigan ligados a la cadena de oro que comenzó con Abraham Avinu, pasando por el monte Sinai, hasta llegar a nuestra generación, sin soltarse, atados a cada generación con todas nuestras tradiciones, con toda nuestra herencia, con toda nuestra fe. ¿Por qué los padres quieren eso? Porque ellos forman parte de esa misma cadena y están atados con las mismas ataduras?
Pero cuando los padres no se preocupan por estas cosas, cuando no transmiten su herencia, cuando permiten que el árbol se desprenda de su raíz, Hashem nos guarde, ¿qué podemos esperar de la calidad de los frutos?
Un hombre de dinero, seguidor del rebe de Meantonia ztz?l, se dejó arrastrar por los cambios de los tiempos modernos. A la vista de la gente, todo parecía seguir igual, seguía con su barba, y sus peot, su saco largo?, pero, a su hijo lo mandó a una escuela convencional, donde se estudiaban las ciencias modernas, y de la Tora no se hablaba en absoluto. También lo inscribió en distintas actividades como para aprender música, artes y practicar gimnasia.
Todos los reproches de su rebe, no alcanzaron, y finalmente, el rebe le dio a elegir: ¡o la gimnasia o el rebe!!!
El hombre pensó: el rebe tiene un hermano: el rebe Mivishnitz ztz?l, conocido por amar a todo el pueblo de Israel. No es tan meticuloso ni tan estricto como él? Viajaré a verlo, y seguramente, me recibirá sin condicionamientos?
Como dijo, así lo hizo. Y puede ser, fue recibido con mucho amor, como recibía a todo iehudi. El trato de hacerle ver al rebe, que si el hermano lo alejaba de él, eso no haría que se acerque, además de que sus reproches llegarían a oídos sordos.
El pudo comprobar que el rebe Mivishnitz no aleja a ningún iehudi. Y no sólo eso, hasta lo invitó para que lo acompañe en un paseo, y para él sería un honor acompañar al rebe?
Andaban por un sendero, y los árboles que les daban sombra, trajeron recuerdos un poco olvidados al rebe. Cuando estudiamos en el ?Jeider?, contaba, y se acercaba Jag Hapesaj, la esposa del More quería limpiar la casa, sacar todo el Jametz y dejar la casa ?limpia? para recibir el Jag. Ella le pidió al marido, que saque a todos los alumnos al patio y les enseñe allí.
¡Qué alegría la nuestra! Estudiar al aire libre. El sol brillaba, el viento nos acariciaba, veíamos los colores de las mariposas, y escuchábamos el cacareo de las gallinas.
Todos aceptamos la sugerencia del maestro y él vio que estudiábamos con alegría.
Nos hizo una pregunta: ¿quién puede identificar a los árboles que tenemos alrededor? Las ramas estaban llenas de hojas?, ¿quién puede diferenciar entre árbol y árbol? Al principio, los árboles no nos muestran diferencias: y el rebe nos dice, este es un naranjo, el otro es una higuera. Pero nos cuesta recordar esas señales que el rebe nos da. Podemos decir que escuchamos sus palabras con un oído pero salieron por el otro?
Pero, dijo el rebe, no pasó mucho tiempo y los árboles se cubren de hojas, y después de las hojas aparecen los frutos. Entonces, no hacen falta las señales que el maestro nos mencionó antes, un árbol que da manzanas, es un árbol de manzanas, y el que da ciruelas, es un ciruelo?
¿Usted puede entender?, le preguntó el rebe a su acompañante.
Todo esto fue suficiente, el hombre sacó a su hijo de la escuela de gimnasia?
Los frutos en Tu Bishvat atestiguan sobre el estado de los árboles en Jag Hashavuot. Y en Jag Hashavuot, cuando los frutos son juzgados, nosotros nos adornamos con las ramas de los árboles. Para atestiguar sobre nuestra conexión con las raíces, que la raíz alimenta a este esplendoroso árbol y nosotros somos los frutos. Así proclamamos a toda voz: la cadena continúa y continuará, hasta la llegada del Mashiaj Tzidkenu.
Traducido del libro Maian Hashavua.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z?l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom