Proselitos fueron en la tierra de Mitzrayim, a un prosélito no forzarás, por cuanto fuisteis prosélitos en la tierra de Mitzrayim. Exodo 23:9
Por lo general, se dice que cuando alguien abusa de otra persona es porque alguna vez fue abusado. El trauma que le causó su experiencia y su sufrimiento se proyecta ahora sobre la nueva víctima. El psicólogo Robert Parrado explicó en una entrevista que en un estudio sobre abusadores se encontró que “…el 100% de los abusadores que tratamos fueron víctimas de abuso cuando niños”.
El abuso se vuelve repetitivo, ad nauseam. Porque los nuevos abusados, inevitablemente, se volverán abusadores. Los niños abusados abusarán de adultos. Los violentados se harán violentos. Y los perseguidos perseguidores.
¿Cómo puede superar la sociedad esta repetición compulsiva? ¿Cómo se rompe el circulo del abuso?
La Perashá de esta semana, Mishpatim, contiene un gran número de leyes, casi todas ellas civiles, en lo que constituye el primer código judío de ley después de los 10 Mandamientos.
Vale la pena analizar la primera de estas leyes, la del esclavo hebreo. Cuando un hombre o una mujer se vendían a como sirvientes. Cuando se quedaban sin dinero o no tenían cómo pagar sus deudas, etc.
La Torá menciona los detalles de la relación del amo con sus sirvientes. Pero sorprendentemente, en especial para esa época y ese contexto, la Torá NO habla de las obligaciones de los esclavos hacia el patrón, sino de algo que hasta ese entonces era desconocido: los derechos del esclavo. Por ejemplo: el tiempo máximo que un esclavo puede trabajar; sus derechos conyugales, que siguen vigentes durante la esclavitud; que el esclavo no puede ser tratado con violencia o humillación; que si el amo lo daña corporalmente, el esclavo queda libre, etc.
Recordemos que estas leyes están siendo presentadas a individuos que hasta hace unas semanas atrás habían sido “esclavos” del tirano Faraón. Y en Egipto habían sido tratados con violencia, humillados, y privados de cualquier derecho.
¿Por qué entonces la Torá comienza hablando de los derechos del esclavo?
Tratemos de imaginar el impacto sicológico de esta declaración de derechos humanos en las mentes de los judíos. Al mencionar la esclavitud, primero hay un reconocimiento del trauma que el pueblo judío vivió durante más de dos siglos. Pero la ley divina exige ahora superar la peligrosa tendencia hacia la victimización. Y propone un difícil, pero no imposible, cambio de paradigma. Es como que Dios le dice así a Su pueblo: “Lo que vivieron en el pasado, lo que sufrieron, no puede condicionar lo que harán en el futuro. Ustedes fueron abusados por los egipcios, pero quiero que sepan que ese trato era inhumano, y Yo lo condeno. Y lo prohibo. No lo pueden repetir. Lo peor que les podría pasar a Ustedes es que de abusados se conviertan en abusadores. Por lo tanto, les quiero enseñar que si alguna vez se invierten los roles, y ustedes se convierten en amos o patrones de otras personas, no repitan la conducta de vuestros opresores. Traten a quien trabaja para ustedes con respeto. NO LO TRATEN COMO USTEDES FUERON TRATADOS, SINO COMO USTEDES HUBIERAN QUERIDO SER TRATADOS.
Esta idea es profundizada en nuestra Perashá un poco más adelante: (Exodo 23:9): “No abuséis del extranjero [el individuo que la ley local no protege] porque ustedes conocen lo que significa ser un extranjero, ya que fuisteis extranjeros en Egipto”.
El trauma del abusado, la “inevitable” compulsión de abusar, debe ser canalizado de otra manera. La Torá nos enseñó a liberarnos del círculo de abusado / abusador, indicándonos que no estamos condenado a abusar. Y la mejor (o la única) forma de liberarse psicológicamente del círculo del abuso es siendo compasivos con los que son o pueden ser abusados.
Así, los esclavos judíos, lograron lo que parece imposible. Superar el trauma sicológico que habían sufrido en Egipto. La Torá convierte la experiencia negativa, el abuso de un individuo vulnerable, en algo altamente positivo: la empatía con el más vulnerable.