Una de las más grandes ambiciones de la mayoría de la gente, es esperar el día en que podamos descansar y disfrutar de todo el esfuerzo que se invirtió en la vida. Creemos que hay que “matarse”, comprar, juntar, guardar, para que llegue el día en que podamos sentarnos a descansar y tener provecho de ese esfuerzo.
También los que cuidan la Tora y sus preceptos tienen una ambición parecida, esperan el momento en que se podrán sentar a estudiar con tranquilidad, y en el que podrán asimilar mejor su estudio, concentrarse más, suponiendo que de la misma forma, cumplirán mejor los preceptos. Parece que la intención es buena, con corridas y preocupaciones se hace todo más difícil, y esperar un momento de pausa para aprovecharlo espiritualmente no tiene nada de malo, en apariencia. El problema es que las corridas no terminan nunca y dejamos todo para más adelante, para una vejez a veces demasiado lejana...
¿Qué piensa la Tora sobre esto? Rashi dice sobre el versículo “y se sentó Iaacov...” (Bereshit 37,1): Iaacov pidió sentarse con tranquilidad, y se le vino encima el problema de Iosef. Los justos piden tranquilidad, Hakadosh Baruj Hu les dice: no les alcanza con lo que tienen preparado para el mundo venidero, también piden tranquilidad en este mundo... Y muchos explicadores preguntan, ¿qué tiene de malo este pedido?, ¿por qué Iaacov fue castigado al pedir tranquilidad?
El rab hagaon Iser Zalmen Meltzer ztz”l, nos da una de las respuestas a esta pregunta en su libro “Derej Etz Hajaim”, donde nos cuenta sobre el rab Hilel Mehorodna, yerno de rabi Jaim Mivoloshin ztz”l, el más importante de los alumnos del Gaon de Vilna.
Un día llegó a Horodna un Admur, y muchos de los habitantes del lugar fueron a verlo, para recibir de él consejos. Todo el que iba a visitarlo, contaba después, sobre los maravillosos consejos que le daba el “rebe”, que fortalecía a cada uno en Tora y en Irat Shamaim. Al escuchar esto, rabi Hilel, pensó en ir a verlo para escuchar su mensaje de Tora, pero, ¿cómo hacer, si él era el yerno de rabi Jaim, alumno del “Hagra”, el mayor oponente? (el Gaon de Vilna no era partidario de estas prácticas).
Fueron pasando los días, y rabi Hilel se debatía entre ir o no a verlo. Cuando escuchó que ese era el último día del Admur en la ciudad, decidió entrar a charlar con él. Pero, pensó, no hacía falta decirle que era el rab de la ciudad, podría entrar a verlo como un “habitante más”. Y así, por la noche, bastante tarde, entró a ver al rebe y le dijo: escuché que el honorable rab da buenos consejos para elevar la Irat Shamaim, y por cuanto que no estoy conforme con mi estado espiritual, quisiera escuchar cómo puedo hacer para tener una Irat Shamaim pura!
No puedo aconsejar así como así, contestó el Admur a rabi Hilel, primero tengo que escuchar como se desarrolla el día de la persona y entonces puede ser que le aconseje como fortalecerse en su Irat Shamaim.
Rabi Hilel vio que no tenía escapatoria, tendría que contarle como era su día, y comenzó: como el rab habrá visto, soy un hombre anciano, y no hay negocios que pueda hacer una persona de mi edad. Y como es común para mi edad, no puedo dormir mucho, y por eso me levanto muy temprano, ¿y qué puedo hacer a esa hora? Voy al Beit Hakneset y estudio un poco hasta que llega la hora de los rezos. Ya que me tienen allí, algunos iehudim me piden que estudie con ellos un poco de Mishnaiot cuando los rezos concluyen. Después vuelvo a mi casa a desayunar.
Durante la mañana, como ya le dije al rab, no tengo posibilidades de trabajar, entonces me siento a estudiar un poco hasta después del mediodía. Luego, vienen algunos iehudim a pedirme que interceda entre ellos, cuando tienen alguna discusión al ver que soy una persona anciana, con “experiencia en la vida”, suponen que puedo decirles quién de ellos tiene la razón y así evitar mayores discusiones. Esto sigue hasta la hora de los rezos de la tarde. Vuelvo al Beit Hakneset, y, en la pausa entre los rezos de la tarde y de la noche, se acercan unos iehudim para que estudie con ellos un poco de “Ein Iaacov”. Después de los rezos de la noche, estudio con algunos iehudim una hoja de Guemara, y al terminar vuelvo a casa a cenar. Más tarde, me siento a estudiar otro poco hasta que me siento cansado y me voy a dormir... Como anticipé, no estoy conforme con mi estado de Irat Shamaim y Servicio al Creador, terminó diciendo rabi Hilel.
El Admur escuchó, pensó un instante y dijo: por lo que veo, Ud. reza, estudia Tora, la enseña, y se ocupa de las necesidades de la congregación. ¡Aparte de todo esto también quiere sentirse satisfecho?!!! Oi vavoi, rabi Hilel, si además estuviera satisfecho!!!
De las palabras del Admur aprendemos que la vida en el camino de la Irat Shamaim, implica una búsqueda permanente de ascenso y arreglo de acciones. Si rabi Hilel estaría conforme de su situación, ya no buscaría ni intentaría mejorar sus cualidades. El rebe tiene la intención de preguntarle si ahora quiere sacar provecho de la Irat Shamaim que adquirió.
Nunca debemos decir que estamos conformes con nuestra posición espiritual, sino siempre buscaremos subir y mejorar un poco más. Los que piensan que cuando tengan una tranquilidad económica y social podrán servir mejor al Bore Olam, con soltura, sin presión ni preocupaciónes, se equivocan, y en forma! Ya que mientras tengamos “aliento de vida”, estaremos siempre en la guerra constante contra el ietzer hara. Y desde este punto de vista, la tranquilidad nunca llegará...
Y esto también le pasa a los jóvenes, que piensan que en el futuro podrán ocuparse mejor de lo espiritual porque ahora los molestan sus padres o sus amigos...
Por todo esto, Iaacov Avinu no podía pedir tranquilidad. Hakadosh Baruj Hu sabe que Iaacov la pasó “brava” con Esav y Lavan, y ahora quiere una pequeña pausa. Seguro que la pausa la quiere para fortalecerse más en Irat Shamaim y para servir mejor al Bore Olam. De ahí las palabras de Rashi: ¿no le alcanza a los justos lo que tienen preparado en el Olam Haba, también quieren tranquilidad en este mundo?
Mejor, sigamos en la lucha...
Leiluy Nishmat
León ben Isabel z”l – Rina bat Matilde z”l