Adaptación Rav Gabriel Guiber
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ATENCION ESPECIAL

“y lo vio el Cohen y lo declaró impuro…” (Vaikra 13,3)

La Mishna, en el tratado de Negaim, estudia una ley que tiene mucho que ver con nuestra perasha: no se observan dos manchas a la vez, sino que primero examinará una de las manchas, la cubrirá, tomará la decisión que corresponda, y recién después se ocupará de la segunda mancha.

El origen de esta ley viene de nuestra perasha: “y lo vio el Cohen y lo declaró impuro”. Lo declaró, sólo a este caso.

¿Y por qué, en verdad, no puede ver las dos manchas juntas? ¿Por qué no se pueden tratar dos casos similares, juntos? Esto puede optimizar el sistema, alivianar un poco el arduo trabajo de los Cohanim, (sacerdotes, especialistas en los casos de pureza e impureza) y también en los juicios, quitarle un poco de su pesada carga a los jueces… Todo el sistema judicial se podría desenvolver con mayor agilidad…

El Maran “Beit Iosef” ztz”l habló sobre esto en sus conferencias, y así dijo con sus santas palabras: el motivo por el cual no se examinan dos manchas de una sola vez, es debido a que el leproso es considerado como un muerto, en su impureza… Y nadie puede pensar que se puede alivianar o apresurar en su juicio…

En caso en que se lo decreta leproso, lo mismo que cuando a una persona se la condenaba a muerte, si un tribunal condenaba a una persona en setenta años, a este tribunal se lo llamaba “tribunal asesino”, por eso no se juzgan dos casos en los que la vida está en juego, en el mismo día…

Todo esto hace mucho ruido, cuando hacemos una semejanza entre estas leyes y el sistema educativo que tenemos hoy.

En los cursos de niñas hay cuarenta niñas por clase (nota del traductor: en la clase de mi hija mayor, en el seminario, ¡son cincuenta niñas por curso!), y se les enseña a todas juntas, se las examinas a todas juntas, y se revisan los exámenes todos juntos en la misma noche, en el mismo momento, como si fueran máquinas, tanto las niñas como sus examinadores…

Pero, sabemos, que cada alumno es como un mundo por sí mismo. ¡Un mundo completo! Cada uno, con sus aptitudes, con su individualidad. Cada uno viene con sus costumbres, con sus condiciones impuestas en sus casas, cada uno con sus ambiciones, con sus sueños, con sus temores, con sus debilidades…

Muchas veces, una calificación en un examen o la entrega del boletín de clasificaciones puede terminar con muchos sueños. ¿Cómo es posible hacer esto en forma grupal, hasta podemos decir, como si se tratara de una venta mayorista? No estamos hablando aquí de naranjas o papas. Hablamos de niños, de nuestros niños, ¡almas de Israel!… Almas, cada una con infinidad de características, y en especial, almas puras…

No vinimos a arreglar el mundo. Tampoco vinimos para criticar la situación. Pero podemos recordar, que en la Tora jamás se ha nombrado una escuela, ¡ni siquiera una sola vez! La escuela es una creación posterior…

La Tora le indica al padre que debe ocuparse de la educación de sus hijos. Y la Tora tiene la certeza de que cada padre santificará su atención para cada uno de sus hijos, se detendrá en su capacidad y en sus aptitudes, y educará a cada hijo según las condiciones de cada hijo (Mishle 22,6).

En su momento, nuestros sabios establecieron el funcionamiento del “Talmud Tora”, y limitaron la cantidad de alumnos a veinticinco por clase. Si en una clase toman un alumno más (por encima de los veinticinco) tendrá que haber un maestro más en dicha clase.

“Reish Dujna”, es necesario repasar el estudio con los alumnos (Baba Batra 21a). Y si sucede, con uno de los alumnos, que no aprende como tiene que ser, que no alcanza a comprender uno de los temas como es debido, la cadena colgará del cuello del maestro, ¿por qué no lo controló?, ¿por qué no prestó atención que su alumno se atrasó? Y será llamado como que “hace el trabajo sagrado con engaño”. Y será condenado a muerte por el Cielo (Iad Rama).

Y si en el Beit Sefer o en el Talmud Tora no alcanzan a cumplir su sagrada función, por la cantidad excesiva de alumnos que están anotados en cada clase, no podemos, entonces, venir con quejas y preguntar, ¿por qué el maestro no puede interrelacionarse en forma personal y “sentir” los sentimientos de cada alumno?

Ahora, la responsabilidad vuelve a los padres. El Beit Sefer puede entregar los conocimientos, y ustedes (nosotros), los padres, el prestar atención, el sentir, el calor, la comprensión y el soporte…

Y nuestros niños serán los que saldrán beneficiados, y nosotros tenemos la obligación de ser socios, todos, educadores y padres.

Traducido del libro Maian Hashavua.

 

Leiluy Nishmat

Israel Ben Shloime   z”l

Lea (Luisa) Bat Rosa    Aleha Hashalom

Iemima Bat Abraham Avinu    Aleha Hashalom

 

 



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