Rav Baruj Mbazbaz
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Parashat Balak

UNA FAMILIA EJEMPLAR El pueblo judío se acercaba a la tierra de Israel. Derrotados Sijón, rey del amorreo, y Og, rey del Bashán - dos de los más poderosos de la zona -cayó sobre todos los pueblos del orbe el temor a Israel. Por este motivo, Balak, rey d
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UNA FAMILIA EJEMPLAR

El pueblo judío se acercaba a la tierra de Israel.
Derrotados Sijón, rey del amorreo, y Og, rey del Bashán - dos de los más poderosos de la zona -cayó sobre todos los pueblos del orbe el temor a Israel.

Por este motivo, Balak, rey de Moav, comprendiendo que no tenía posibilidades de vencer al pueblo judío con armas convencionales, decidió contratar a un profeta-brujo gentil, el malvado Bilam, para que maldijera al pueblo judío. Le ofreció una gran suma de dinero y si en un principio Bilam se negó, finalmente, porque la suma era fuerte, aceptó la extraña oferta.

Cuando llegó hasta donde el pueblo de Israel acampaba, Bilam subió a una colina que dominaba todo el campamento judío. La comitiva que lo acompañaba, esperaba ansiosamente escuchar las terribles maldiciones que Bilam proferiría contra los judíos.

Para sorpresa de todos, en lugar de maldecirlos, dijo así:
- Un pueblo que habita solo y a las demás naciones no toma en cuenta.
Muera mi alma muerte de hombres rectos y sea mi final como el suyo. (Bamidbar 23,9-10)
Y luego:
- ¡Qué buenas son tus tiendas Yaacob, tus moradas Israel! (v.v.24,5).

¿Qué le ocurrió a Bilam? ¿Qué vio en el pueblo que le hizo cambiar de parecer tan rápidamente?

Rashí explica que lo impactó el perfecto orden que había en el campamento judío. Cada tribu se ordenaba bajo su bandera, nadie invadía el terreno de su compañero. También observó que las entradas de las tiendas no estaban enfrentadas unas con otras, de modo que no se viera qué ocurría en la tienda vecina y se mantuviera la vida recatada.

Cuando Bilam vio esto, entendió que esencialmente cada familia buscaba enriquecer sus valores particulares, tanto espirituales como materiales, según sus características propias, sin codiciar lo que tenía el vecino. Cada tribu se mantenía bajo su bandera y nadie buscaba ocupar una mejor posición en el campamento.

"Un pueblo que habita solo...". Además, Bilam entendió que el pueblo judío dirigía su vida según la Tora, inmune al coercitivo comportamiento de los demás pueblos. Este rasgo logró desequilibrar a Bilam, pues comprendió para siempre que la grandeza del pueblo de Israel se debe al aferramiento a los preceptos de la Tora sin entremezclarse con los otros pueblos.

Y por este motivo Bilam primero dijo: "Un pueblo que habita solo...", y luego: "¡Qué buenas son tus tiendas Yaacov...!": porque la única manera de formar un hogar según la Tora, es abstenerse totalmente de incorporar ideas y costumbres extrañas. Este es uno de los puntos que debemos considerar más seriamente para poder formar un hogar como el que prescribe la Tora.

Hoy día no es difícil ver cómo, a través de los años, los valores de la sociedad han ido cambiando. Lo que antes se consideraba mala acción o falta de ética, actualmente no lo es, o es un acto de bien. Esta degeneración de los valores básicos de vida es resultado del carácter falible, humano, de las leyes que rigen el siglo, ya que cada generación concibe lo ético de distinto modo.
Quienes en cambio adoptaron y adoptan los valores de la Tora, han tenido, tienen y tendrán, siempre, la misma escala ética. Necesariamente están a salvo de los riesgos antedichos.

Hace siete años comenzó en Israel una campaña educativa denominada "Aprendiendo a ser padres", que consiste en enseñar a los padres a educar a sus hijos.
En una entrevista hecha a una de las maestras, le preguntaron en qué ciudades del país se puso en práctica esta campaña, y ella nombró varias ciudades y barrios laicos y seculares de todo el país. No recordó ningún lugar donde vivía gente observante de la Tora.
Interrogada por ello, la maestra respondió que era natural, ya que las personas religiosas no necesitaban ese servicio. "Ellos educan a sus hijos según la Tora, los frutos se ven a simple vista", explicó.

Bilam dijo: "Muera mi alma muerte de hombres rectos y sea mi final como el suyo". De aquí vemos que él no estaba dispuesto a vivir como judío pero deseaba morir con la tranquilidad del judío, que sabe que disfrutará del mundo venidero. Tampoco estaba dispuesto a ir en contra de una sociedad equivocada, pero pidió tener un final como el que veía en el pueblo judío, con todos sus hijos a su alrededor, respetándolo y viviendo con sus mismos valores.

Esta fue la equivocación de Bilam, y este es el mensaje que debemos aprender de esta parashá: no alcanza con querer morir como judíos, sino que es preciso vivir como judíos, transmitiendo activamente toda nuestra tradición a nuestros hijos, brindándoles una óptima vida familiar.

 



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