"Servir con alegría"
Con la parashá de esta semana llegamos al final del Sefer Vaikrá. El "estilo" de Bejukotai marca de alguna manera una separación de las otras secciones de Vaikrá, y verdaderamente de toda la Torá. En lugar de la narrativa o de la escritura legal a la que nos hemos acostumbrado, la parashá Bejukotai contiene una extensiva "tojejá" - reprimenda. Aquí, se le pide al hombre que siga el camino de la Torá en ley y espíritu, y le es advertido de las consecuencias que traerá el abandono de la Torá y de D'os. Esta es una de las principales "tojejot" en la Torá; la otra está al final del Sefer Devarim.
El contexto de la tojejá al final del sefer Devarim - antes de que el pueblo entre a la tierra - parece natural y entendible: en la víspera de ese enorme evento, cuando el pueblo judío enfrentaba la responsabilidad y el desafío de su encuentro con los pueblos de la Tierra Prometida, la Torá impartió extensas advertencias para que sigan la orden de la Torá, y no se desvíen de la palabra de D'os. Por otro lado, la sección de tojejá aquí en Bejukotai no está puesta en un contexto apropiado, al estar en el medio de la Torá, cuando aún queda por ver los libros de Bamidvar y Devarim. Sin embargo, debemos recordar que los judíos originalmente no iban a deambular por el desierto durante cuarenta años; en verdad el decreto que declara que el viaje se extenderá no fue hasta después del episodio de los exploradores, el cual no ha ocurrido aún en la narrativa. En este momento en el texto, en la finalización de Vaikrá, los judíos deberían estar preparándose para entrar en la Tierra Sagrada. Entonces, la tojejá aquí es similar en su contexto a la tojejá que aparece al final del libro de Devarim.
A pesar de que ahora entendemos por qué estas secciones son enseñadas al pueblo en estos momentos en el desierto, nos queda una pregunta más: ¿por qué estas secciones fueron archivadas para la posteridad, especialmente cuando los judíos no entraron a la tierra como fue el plan original de D'os? El Rambán señala este tema en su comentario a Bejukotai:
"Y sepan que todas estas maldiciones se refieren a la destrucción del Primer Templo" (Rambán Bejukotai).
La fuente del Rambán está realmente en el Zohar:
"Esta dicho (tenemos una tradición) que las maldiciones en Torat Cohanim (Vaikrá) se refieren a la destrucción del Primer Templo, mientras que las maldiciones escritas en Mishné Torá (Devarim) se refieren al Segundo Templo. Las maldiciones en Vaikrá contienen garantías, y muestran el amor que D'os tiene por el hombre… Las maldiciones en Mishné Torá, no contienen esas garantías o palabras de consuelo [que un día la redención llegará]… y nadie supo como contestar esta pregunta" (Zohar Jadash Ki Tavó 59c - 60a).
Nuestra conclusión debe ser que, de acuerdo con el Rambán, existe un paralelo entre el plan original de D'os - de traer al pueblo a la tierra de Israel y la Primera Mancomunidad que surgió muchos años más tarde. Más aún, existe un paralelo entre el Segundo Templo y el segundo plan descripto en Devarim. A pesar del hecho de que estas secciones fueron relatadas en un específico contexto a una audiencia específica, ellas están escritas en la Torá porque contienen información que será vital para futuras generaciones.
Un número de secciones en el Talmud cuenta varias razones para la destrucción de los dos Templos y los exilios subsecuentes; claramente algo tan importante como el "Jurbán" puede tener múltiples causas. La enseñanza más famosa respecto de las destrucciones están registradas en el Talmud en Iomá 9a-b, basadas en la Tosefta en Menajot, la cual yo cito por razones de claridad:
Las razones para el jurbán enumeradas por Rabí Iojanán ben Tortá han entrado dentro de la conciencia de la comunidad judía, hasta el punto que nosotros esperamos alguna referencia a estos pecados imputables en el texto Bíblico que puedan probar la teoría del Rambán.
Un análisis de la tojejá en Bejukotai revela una palabra, la cual es repetida una y otra vez, para describir el tipo de comportamiento que llevará a la destrucción:
"Si ustedes caminan detrás mío "bekeri" y no Me escuchan…" (26:21).
El término "Bekeri" es usado más de siete veces dentro de una pequeña extensión de texto en nuestra parashá (21,23,24,27,28,40,41), y nunca más es mencionado en toda la Torá. La palabra, en este contexto, significa "obstinación" o "indiferencia". La implicación es que todas estas terribles maldiciones resultarán si obviamos a D'os. La visión mundial que resulta de la actitud del obstinado o el indiferente es una visión en la que D'os deja de ser una parte integral de la vida del individuo. Este es el comienzo de un proceso que puede llevar a una conclusión mucho más peligrosa: cuando D'os es olvidado, el hombre deduce con su propio pensamiento que la vida no es más que una serie de coincidencias. Él cree que no hay una mano Divina guiando su existencia personal o los distintos hechos de la historia del mundo; la conclusión de tal visión es ateísmo. La Torá le adjudica esta forma de ver el mundo a Amalek:
"Recuerda lo que Amalek te ha hecho; cuando tu has dejado Egipto. Cuando ellos "aparecieron" (karejá) ante ustedes en el camino" (Devarim 25:17-18).
El término "karejá" deriva de la misma raíz que "kerí". Rashí explica el término karejá como "un término de coincidencia". El corto comentario de Rashí enseña que el poder espiritual de Amalek emana de un punto de vista de que todo es coincidencia, destino ciego sin sentido, y que no hay un significado más elevado o grandioso de la vida. Cuando los judíos cayeron en una perplejidad espiritual, ellos fueron susceptibles al ataque de Amalek. Cuando los judíos se comportaron como Amalek, el verdadero Amalek apareció. Los judíos en el desierto fracasaron en apreciar la Presencia Divina que los envolvía y los protegía, y se convirtieron en sus propios enemigos; ellos se convirtieron en Amalek. Es por eso que el verdadero Amalek apareció y los atacó. Su único recurso fue rezar a D'os, una expresión explícita de fe y reconocimiento de la existencia de un Ser Divino.
"¿Las manos de Moshé hacen la guerra?… Esto nos enseña que todo el tiempo que los judíos miraban hacia el cielo, y dirigían sus corazones hacia su Padre en los cielos, ellos eran victoriosos; si no ellos fracasaban [en la batalla]" (Mishná Rosh Hashaná 3:8).
Nosotros vemos que la Mishná puntualiza que no fue una intermediación mágica por parte de Moshé lo que trajo la victoria en la guerra contra Amalek, sino el rezo de las personas. El pueblo había fracasado en apreciar correctamente a D'os, ellos lo obviaron. La actitud opuesta, como se expresa en el rezo, enmendó la desavenencia entre ellos y D'os.
"El Templo fue destruido… porque no decían la bendición antes de estudiar Torá" (Nedarim 81a).
Esta fuente parece difícil de entender. Si los judíos de ese tiempo estaban activamente envueltos en el estudio de la Torá pero simplemente se olvidaron de decir las bendiciones apropiadas, ¿la consecuencia debe ser este terrible jurbán? El Talmud, usa esta conciso lenguaje para señalar una "secularización" de lo que debía ser sagrado: alguien que no dice una bendición antes de estudiar está haciendo una declaración sobre su aprendizaje. La Torá estudiada de esta manera es algo mundano: puede ser algo intelectualmente estimulante, pero no es parte de un diálogo con lo Divino. La persona que puede aprender y no siente el hálito de la Eternidad en su cara, un poco del cielo, de santidad, está perdiendo la esencia del aprendizaje. Sólo aquellos que han creado la ruptura en sus mentes entre ellos y el rol personal de D'os en sus vidas pueden olvidarse de decir una bendición antes de estudiar, y transformar un posible viaje con el D'os eterno en un ejercicio meramente intelectual.
Ahora podemos volver a mirar la enseñanza del Rambán y la tradición Talmúdica respecto de la destrucción del Primer Templo. La conexión entre la actitud de "obstinación" o "indiferencia" de "keri" y la total ruptura de la moralidad de la sociedad judía que llevó a la destrucción, se hace más clara. Sin embargo, la destrucción del Segundo Templo plantea un desafío aún más serio: nuestra tradición nos enseña que la causa de la destrucción fue "el odio gratuito" que prevalecía en ese tiempo. En la segunda tojejá, la Torá nos da una clara razón para las calamidades que han recaído sobre nosotros:
"Vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán y te alcanzarán hasta destruirte, puesto que no has escuchado la Voz de tu D'os, para observar Sus preceptos y Sus leyes, las que Él te ha ordenado" (Devarim 28:45).
La Torá nos informa en términos claros e inequívocos, cuales son las deficiencias espirituales que causarán que la tojejá se haga realidad. ¿Cómo es que el fracaso en servir a D'os con alegría se relaciona con el odio gratuito, el cual se nos enseña que es la causa de la destrucción del segundo Templo? Yo escuché a Rabí Iojanán Zweig explicar la conexión, puntualizando a la única persona en el Tanaj descripta como alguien que tuvo la característica de "alegría y contentamiento de corazón":
"Entonces Hamán salió aquel día alegre y con un corazón contento" (Ester 5:9).
Qué extraño que Hamán, el más famoso de los descendientes de Amalek, sirve como un prototipo de comportamiento apropiado! El hecho es que Hamán tenía todo el derecho de estar feliz: la reina lo había invitado a una segunda fiesta privada, con el rey y la reina solamente. Él se vió a si mismo como un hombre exitoso. Indiscutiblemente no había un hombre más rico y poderoso en todo el reinado, y Hamán lo sabía.
"Cuando él llegó a su casa él llamó a sus amigos y a su mujer Zéresh, y Hamán les contó a ellos la gloria de sus riquezas…" (Ester 5:10).
Hamán tenía todo a su favor. Sin embargo, cuando vió a Mordejai, quien se había negado a prosternarse ante él, Hamán se llenó de enojo. Después de contar a sus seres queridos toda su buena fortuna, Hamán dijo:
"Pero todo eso no tiene sentido para mí cuando veo a Mordejai el judío sentado en la entrada del palacio del rey" (Ester 5:13).
Consideremos la situación de Hamán. Él es el hombre más poderoso de todo el imperio, después del Rey. Él es rico, tiene una mujer amorosa y que lo apoya, muchos hijos, incalculable riqueza. Él tiene un pequeño problema: está este judío que se niega a servirlo. Hamán planea descargar su venganza sobre Mordejai: no sólo Mordejai morirá, sino que toda su gran familia morirá con él. La mente enferma de Hamán pide un holocausto como la reacción a haber sido despreciado por un solo hombre. Pero el saber que Mordejai y todos los judíos pronto serán matados no fue suficiente para saciar la maldad dentro de Hamán - él necesitaba más. Su odio era tan consumidor que él mostró un remarcable descuido en su decisión de ejecutar a Mordejai. Aún una rápida mirada en el libro de las crónicas del rey hubiese hecho que Hamán se dé cuenta que tener a Mordejai como su blanco no era muy inteligente. Pero Hamán estaba enfurecido, él necesitaba vengarse y necesitaba hacerlo inmediatamente. Este enojo increíble causó la caída de Hamán. Él no pudo disfrutar de los regalos que se le habían dado porque estaba obstinado en su enojo y odio hacia Mordejai.
Es interesante notar que Hamán, un descendiente de Amalek, representa la filosofía amalekita. Hamán tiró la suerte, dejando las decisiones de vida o muerte a la "suerte", y luego se propuso controlar el destino de toda una nación. Su filosofía comienza cuando se ve al mundo sin un D'os, y llevó a Hamán a verse a sí mismo como una deidad. Desde esta perspectiva podemos entender su enojo hacia Mordejai - quien se negó a prosternarse ante él.
La repentina caída de Hamán fue anticipada por el odio que él albergaba en su corazón, un odio que consumía todo, que anuló a su "alegre y contento corazón". Podemos entonces concluir que hay, de hecho, una conexión entre un corazón alegre y el odio gratuito: uno puede desplazar al otro. Cuando tomamos una perspectiva más amplia, un interesante patrón surge:
Cuando los judíos actuaron como Amalek y obviaron a D'os, fueron exiliados, y pronto se encontraron a ellos mismos bajo el dedo de un déspota amalekita, como recibiendo un mensaje Divino: "si ustedes eligen a Amalek y su visión del mundo por sobre Mí, Yo les concederé su deseo". La justicia Divina fue exacta. Las personas que vieron la vida como una coincidencia se encontraron a si mismos enfrentados al representante líder de la coincidencia - Hamán, quien rápidamente tiró la suerte para determinar el momento apropiado para destruir a la nación judía. Así como sus ancestros antes que ellos, cuando los judíos finalmente retornaron a su Padre en los Cielos, admitiendo que se habían equivocado y aceptando completamente el dominio del Todopoderoso, el poder de Hamán sobre ellos se disipó. Los judíos fueron victoriosos. Como un regalo, D'os dejó a los judíos una lección increíble de cómo no comportarse cuando estén por entrar a la tierra de Israel y reconstruir el Templo. D'os reiteró en el libro de Ester, Su mensaje de que el hombre debe servir a D'os con alegría y apreciar todo el bien en su vida. De lo contrario, el hombre corre el riesgo de transformar su alegría en odio y de transformar el Templo en ruinas. Nuestro encuentro con Hamán fue el castigo por los pecados que llevaron a la destrucción del Primer Templo, y una advertencia para que tengamos claro el tipo de pecados que podrían destruir el Segundo Templo.
"¿Quién es rico? Aquel que es feliz con su parte" (Avot 4:1).
Esta es la felicidad que es la llave para servir a D'os; fue la falta de esta felicidad la que destruyó el Templo. Relacionarse con D'os con este tipo de actitud seguro que contribuirá a la reconstrucción del Templo.
Volvamos a la enseñanza de Rabí Iojanán Ben Tortá:
"Y que el Tercer Templo sea construido rápidamente en nuestros días… muchas naciones se juntarán y dirán: 'vamos, subamos a la Montaña de D'os, a la Casa del D'os de Iaacov… levántense subamos a Tzión, al Señor nuestro D'os'" (Tosefta Menajot 13:4).
Cuando dejemos de actuar como las naciones del mundo, y ellos comiencen a actuar como nosotros tendríamos que actuar, la historia alcanzará su punto más elevado, y un maravilloso nuevo día amanecerá. La presencia de D'os emanará de Tzión, y la guserá algo del pasado. El mundo se transformará en un lugar alegre, sin odio, y todos los pueblos servirán a D'os con alegría y felicidad del corazón. Que todos vivamos para ver y formar parte de esa alegría en ese día. Amén.