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Parashat Jaie Sara-3

Parashat Jaié Sará: La Primer Matriarca La parashá Jaié Sará marca la transición del matriarcado, de Sará a Rivká.  Una gran parte de la historia está dedicada a la muerte y entierro de Sará, por un lado, y a la b&uac
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Parashat Jaié Sará: La Primer Matriarca

La parashá Jaié Sará marca la transición del matriarcado, de Sará a Rivká.  Una gran parte de la historia está dedicada a la muerte y entierro de Sará, por un lado, y a la búsqueda de una esposa para Itzjak, por el otro.  Rabí Iosef Dov Soloveitchik Z"L, notó que sin Sará "Abraham bajó del escenario del mundo".  A pesar de la relativa longevidad de Abraham, después de la muerte de Sará, aparentemente Abraham desapareció.  Dejó de ser el actor principal; el liderazgo pasó a Itzjak - y Rivká.  Abraham y Sará fueron, aparentemente, socios completos, y es por eso que la muerte de uno de ellos causó que el centro de atracción sea removido de ellos.  Abraham estaba intensamente consciente de esta sociedad.  Por eso, tan pronto como el período de entierro y duelo terminó, se buscó una sucesora de Sará.

El hecho de que Abraham y Sará eran socios verdaderamente, puede ser discernido del mismo comienzo.  En Lej Lejá, se nos dice que cuando Abraham y Sará se encaminaron hacia la tierra de Quenahan, llegaron con "las almas que hicieron en Jarán", lo cual es entendido como las personas que ellos convirtieron mientras estaban en Jarán.  Rashí explica:

"Las personas que se acercaron a la Presencia de D'os, Abraham convirtió a los hombres y Sará convirtió a las mujeres".

Abraham y Sará eran iguales, cada uno trabajando en su propio reinado.  Esta observación nos da una visión de la grandeza espiritual de los Patriarcas y de las Matriarcas.  En el entierro de Sará, Abraham habla sobre Sará, explicando al mundo quién fue esa mujer y lo que se perdió con su muerte.  ¿Quién fue Sará?  Ella fue, obviamente, más que la mujer que preparaba tortas y comidas para los invitados de Abraham.  Ella, claramente, tuvo un rol mucho más activo, dedicándose a educar e inspirar a otras mujeres.  De todas sus discípulas, una se destacó en particular: Hagar.  Hagar es presentada en el capítulo 16 de Bereshit como una sirvienta egipcia de Sará.  El Midrash (citado por Rashí) nos da alguna información biográfica sobre Hagar:

"Rabí Shimón bar Iojai dijo: Hagar era la hija del Faraón.  Cuando el Faraón vio lo que fue hecho en nombre de Sará en su propia casa, él tomó a su hija y se la dio a Sará, diciendo: 'Es mejor que mi hija sea una sirvienta en esa casa que un ama en otra casa';  es así que está escrito: Y ella tenía una sirvienta egipcia, cuyo nombre era Hagar" (Midrash Rabá - Génesis 45:1).

Hagar pertenecía a la realeza.  Ella era una aristócrata.  Cuando Sará supo que no podría tener hijos, ella pensó en una pareja apropiada para Abraham, una pareja con el linaje más ilustre que podía encontrar.  Una mujer más baja que Sará hubiese tenido miedo de traer semejante "competencia", pero Sará deseaba que si Abraham tendría un hijo, ese hijo tendría que ser el más grandioso de todos.  En un acto de absoluto autosacrificio, Sará invita a la hermosa princesa egipcia a ser pareja de su marido.

"'Y Sarai, la esposa de Avram tomó a Hagar la egipcia' (16:3).  Ella la persuadió [tomó] con palabras: 'Feliz eres tú que te unirás a este hombre tan santo', ella insistió" (Midrash Rabá -Génesis 45:3).

Hagar, que fue la mejor discípula de Sará, se embarazó y tuvo un hijo.  Su conclusión fue que D'os la había favorecido a ella, y no a Sará; y que Sará no era merecedora de ser la pareja de Abraham.  Ella comenzó a comportarse como la esposa.

"Hagar les decía (a otras mujeres): Mi ama Sará no es interiormente lo que es exteriormente; ella parece ser una mujer recta, pero no lo es.  Porque si hubiese sido una mujer recta, (ella hubiese concebido) vean cuántos años pasaron sin que ella concibió, y yo he concebido en una noche" (Midrash Rabá 45:4).

Uno puede entender, y quizás simpatizar con la posición de Hagar.  Ella creía que había nacido para liderar, pero la búsqueda por la verdad la había llevado lejos del pagano mundo de su padre.  El genio de Abraham la encandiló, y llegó a creer que era mejor para ella servir en esa casa que gobernar Egipto.  Pero luego se le dio la oportunidad de gobernar en la casa de Abraham; ella creía que había recibido una señal Divina de que ella - que había nacido para ser una reina - iba a ser realmente la reina del naciente movimiento de Abraham.  El error de Hagar fue asumir que Abraham lideraba a las personas, solo.  Que él era un gigante espiritual por sí solo.  Lo que ella no pudo ver fue que había una sociedad, la combinación de Abraham y Sará, que era la base del gran movimiento espiritual al cual ella misma pertenecía.  Sará entendió: Sará respondió, no por egocentrismo, ni por celos.  Sará entendió que ella y Abraham eran socios e iguales.  En el momento que Hagar se entusiasmó, Sará informó a Abraham que era tiempo de que se la echara.  Para Abraham fue bastante difícil.  Pero, por supuesto, Sará tenía razón.  D'os le dijo a Abraham:

"…Todo lo que te dijere Sará cumplirás…" (Génesis 21:12).

La sociedad era entre ellos dos.  Sin Sará, no podía haber un Abraham.  La comunidad del pacto requería dos líderes, un hombre y una mujer, Abraham y Sará.  Más adelante podemos apreciar la grandeza de Sará al explorar un segundo pasaje en el Midrash (Midrash Rabá - Génesis 60:16), citado por Rashí para explicar el versículo al final de nuestra parashá:

"Itzjak la condujo hasta la tienda de Sará - su madre.  Desposó a Rivká y ella fue esposa para él.  Y él la amó y así se reconfortó Itzjak, después de la muerte de su madre" (24:67).

Rashí explica:  

"Él la trajo hasta la tienda: mientras su madre Sará vivía, había una vela encendida desde un viernes en la noche hasta el siguiente viernes en la noche.  La masa que preparaba era bendecida, y una nube estaba ligada a su tienda.  Cuando Sará murió, todas estas cosas cesaron de existir.  Cuando Rivká entró a la tienda, todos estos fenómenos retornaron".

La referencia de "una nube estaba ligada a su tienda" es oscura.  Esto sólo es un lenguaje del Midrash. Sin embargo, hubo un momento en el cual una nube estuvo ligada a algo - una montaña.  Recordamos la conversación entre Abraham e Itzjak mientras iban hacia la Akedá.  Abraham miró hacia arriba y vio una montaña con una nube peculiar ligada a ella.  Itzjak compartió esta visión, pero los otros que los acompañaban vieron sólo una montaña.

"'Y vio el lugar desde lo lejos'.  ¿Qué es lo que él vio?  Él vio una nube ligada a la montaña, y dijo: 'me parece que este es el lugar que D'os me dijo que sacrifique a mi hijo' …él luego dijo a Itzjak: 'Itzjak, mi hijo, ¿ves lo que yo veo?'.  'Sí', él respondió.  Le dijo a sus dos sirvientes: '¿Ven lo que yo veo?'.  'No', ellos respondieron.  'Puesto que ustedes no lo ven, quédense aquí con el asno' (22:5)" (Midrash Rabá - Génesis 56:1,2).

Puesto que ellos vieron sólo la montaña, la realidad física, y no la nube que representaba lo metafísico, Abraham les dijo que se queden con el asno (jamor) - la palabra para jamor viene de la palabra jomer , físico, material.  Sólo Abraham e Itzjak vieron la nube ligada a la montaña, y sólo ellos iban a continuar con el viaje espiritual hacia la montaña.  Esta nube que estaba ligada a la montaña aparece sólo en la literatura midráshica con respecto a Abraham e Itzjak; nadie más vio esta nube.  Abraham es descripto en el Midrash como uno de las tres personas que montaron en un burro: rojeb al hajamor.  Las otras dos son Moshé y el Mashiaj (Mesías).  Hay dos posibles escenarios para la venida del Mashiaj reportados en el Talmud:

Ya sea en las nubes o en un asno; ya sea pronto o más tarde.  La elección es nuestra.  El Zohar explica que el rol del Mashiaj es venir montado en el asno (jamor), para subyugar a lo físico.

"Rabí Iosé dijo que aquellos de la derecha son todos unidos en un solo llamado "asno", y ese es el asno del cual está escrito: 'no debes arar con un buey y un asno juntos' (Deuteronomio 22:10), y también es el asno con el que el Rey Mashiaj controlará, como ya explicamos" (Zohar, Bamidvar, sección 3, pag. 207a).

En el pensamiento judío, no hay idealmente, tensión entre el mundo físico y el mundo espiritual.  Lo físico es elevado para ser usado en el contexto espiritual.  Lo físico es el medio para llegar a un fin. El trágico error que muchas personas y naciones hacen es haber visto que lo físico es un fin en sí mismo.  Es por eso que el Mashiaj está descripto como el que monta sobre un jamor - lo físico, subyugando a lo físico, y así anunciar la era Era Mesiánica.  Abraham que supo como subyugar lo físico, trascendió lo físico y subió a la montaña.  Abraham e Itzjak vieron la nube.  Ellos estaban en contacto con algo que iba más allá de lo físico.  Los dos hombres que los acompañaban podían sólo ver la montaña, lo físico, y por eso tuvieron que quedarse con el jamor.  

El caso de las Matriarcas es similar.  A pesar de que la Akedá es la única referencia de una nube ligada a una montaña, vemos que Sará y Rivká también tenían una nube ligada a sus tiendas.  Ellas también, vivieron una experiencia metafísica, pero dentro de sus propias tiendas.  Ellas también, a pesar de que vivían en un mundo físico y material, estaban conectadas o ligadas al mundo espiritual.  Abraham y Sará, Itzjak y Rivká eran iguales - todos ellos, eran gigantes espirituales.

Rabí Iosef Dov Soloveitchik Z"L explica que la grandeza de Sará y su rol dentro del pacto de la comunidad puede ser entendido de las palabras de Rashí: ella tenía 100 años, ella tenía 20 años, ella tenía 7 años.  La mayoría de las personas pasan de un período de su vida a otro, dejando atrás el período anterior, quizás llevando con ellas algunas memorias.  Cada una de estas edades - 100, 20, 7 - tienen algo único.  La edad de 7 tiene inocencia; la edad de 20 tiene fuerza; la edad de 100 tiene sabiduría.  El secreto de la grandeza de Sará era que a través de toda su vida ella tuvo 100 y 20 y 7.  Rashí comenta: "shenei jaié Sará (los años de la vida de Sará): todos fueron iguales para bien" (Rashí 23:1).

Todos los años de Sará fueron iguales.  En todos los momentos de su vida, ella fue igual.  Ella fue siempre tan inocente como una niña de 7 años, con la fuerza, determinación e idealismo de una de 20 años, y siempre tuvo la sabiduría de alguien de 100 años.

Miremos más profundamente a estas cualidades.  Para que una persona rece, necesita sentir que D'os está escuchando realmente.  Los adultos, frecuentemente, se hacen cínicos y pierden la habilidad de estar parados frente a D'os y compartir sus aspiraciones y secretos más íntimos.  El niño, que es inocente, no ha desarrollado este cinismo.  El niño posee la habilidad de rezar.  Cuando nosotros rezamos, necesitamos sentir que D'os es nuestro Padre Celestial; nosotros somos Sus hijos.  Sará siempre sintió de esa manera.

La grandeza de alguien de 20 años es la fuerza física y el idealismo.  El de 20 años siente que él puede cambiar el mundo. Él siente que puede hacer casi todo.  No hay límites, no hay reglas, sólo potencial.  Sará nunca se sintió limitada.  Sará siempre tuvo fuerza.  Sará  fue siempre idealista.

El de 100 años posee sabiduría.  Después de años de vida, una persona gana la perspectiva que sólo la experiencia puede dar.  Los grandes Sabios son, generalmente, personas mayores cuyas habilidades no han disminuido a través de los años.  Sino que lo opuesto: ellos poseen sabiduría que trasciende "la sabiduría de los libros".  Sará siempre tuvo esta sabiduría.

Sará tuvo siempre 100, 20 y 7 años.  A lo largo de su vida ella tuvo todas estas cualidades.  Esta fue la grandeza de Sará.  Es por esto que ella fue nuestra primer Matriarca.        

Rab Ari Kahn                

 

 

 



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