En nuestra parashá Di-s le ordena a Moshé que le enseñe a Aharón y sus hijos cómo bendecir al pueblo de Israel. Como sabemos, la última parte de esta "bendición triple" es: "Que Hashem eleve Su rostro hacia ti y te conceda la paz" (Bamidbar 6:26).
La bendición de los cohanim finaliza de esta manera para enseñarnos que entre todas las cosas importantes de la vida, la más importante es la paz. Aunque una persona sea multimillonaria, si no tendrá paz en su hogar, su riqueza casi no tendrá valor alguno, ya que su estado de ánimo no le permitirá disfrutar de lo que posee.
Pero no sólo la bendición de los cohanim concluye con un pedido de paz. Al final de toda la Mishná, finalizando el tratado de Okatzín, Rabí Shimón Ben Jalaftá nos enseña:
El Santo - bendito es Él - no encontró para Israel un objeto que contenga bendición excepto la paz, como dice el versículo: "Hashem le dará fuerza a Su pueblo, Hashem bendecirá a Su pueblo con la paz" (Salmos 29).
Vemos que toda la bendición del pueblo de Israel y toda su fuerza depende de la paz que Di-s le concede en todo momento.
Por el lado de los cohanim, no es casualidad que Di-s le otorgó precisamente a Aharón Hacohen el mérito de bendecir al pueblo con la paz, ya que es sabido que cuando Aharón encontraba a dos personas que se pelearon, o a una pareja que tenía problemas y no se llevaban bien, él siempre buscaba reinstaurar la paz entre ellos.
Y así nos enseña la Mishná en el tratado de Avot (1:13): "Pertenece a los alumnos de Aharón, que ama la paz y persigue la paz".
Para mostrarnos hasta qué punto llegaba el amor de Aharón por la paz y hasta cuánto él la perseguía, Nuestros Sabios nos cuentan que cuando Aharón escuchaba que dos personas se habían peleado, él iba de uno de ellos y le decía: "No te imaginas cuán mal se siente tu amigo; pues él entiende que no obró de manera correcta, pero no sabe cómo pedirte perdón!". Luego, buscaba al otro judío y le decía lo mismo.
De esta manera, Aharón lograba que en cada uno de ellos se despertara la intención de amigarse con el otro, y ocurría que cuando ellos se encontraban, se amigaban nuevamente.
Y Aharón también utilizaba este método para solucionar problemas matrimoniales. En el tratado de Kalá Rabatí, Nuestros Sabios nos cuentan que cuando falleció Aharón Hacohen, todo el pueblo se endueló y dentro de ellos habían ochenta mil jóvenes que se llamaban Aharón. Estos jóvenes eran el fruto de la paz que hizo Aharón en los matrimonios que querían divorciarse, y en agradecimiento, al hijo que nacía lo llamaban con su nombre.
De todas las virtudes que Aharón poseía, la Mishná destaca cuánto él se preocupó por la paz entre los judíos. Asimismo, cada judío tiene que esforzarse para incrementar la paz dentro del pueblo, alejándose y alejando a los demás de toda discusión.
Siempre que los judíos estuvieron unidos, tuvieron la bendición de Di-s. El mejor ejemplo de esto es el caso de la entrega de la Torá en el monte Sinai. Dice la Torá: "y acampó allá Israel frente al monte" (Shemot 19:2).
El versículo no dice "acamparon", en plural, sino "acampó", en singular, para enseñarnos que todo el pueblo estaba unido "como una sola persona, con un solo corazón". Y al ver Di-s a qué nivel de unidad llegó el pueblo, dijo: "Puesto que todo el pueblo está tan unido, este es el momento más adecuado para entregarles la Torá".
Aún más, en parashat Vaierá la Torá nos cuenta que cuando Sará supo que a los 90 años sería madre por primer vez, ella dijo: "¿cómo voy a concebir si mi marido es anciano?". Pero cuando Di-s se le reveló a Abraham, Él le dijo: "¿Por qué motivo se rió Sará diciendo: \'¿Acaso voy a concebir un hijo siendo tan anciana\'?". Encontramos aquí, que para que reine la paz entre Abraham y Sará, incluso Di-ss no le reveló a Abraham las verdaderas palabras de Sará!
Otro ejemplo que nos muestra la importancia de la paz en el hogar lo encontramos también en nuestra parashá, cuando la Torá nos dice que si una mujer casada estuvo a solas con otro hombre y no se sabe ciertamente si ella se impurificó para su marido o no, ella debía ser llevada al Templo de Ierushalaim.
Entonces, el Cohen Gadol traía un recipiente con agua y tomaba un pergamino en donde escribía el Nombre de Di-s. Luego sumergía el pergamino en el agua y lo revolvía hasta que Su Sagrado Nombre se borraba del pergamino, y le daba de beber ese agua a la mujer.
Vemos aquí que a pesar de estar prohibido borrar el Nombre de Di-s, en este caso para sacar a la luz la verdad, Di-s realmente ordenó borrarlo, para que haya paz entre esa mujer y su marido, en caso de que ella no se haya impurificado.
Para concluir, debemos recordar que a pesar de que el primer Bet Hamikdash se destruyó por los tres graves pecados: la idolatría, el adulterio y el asesinato, éste fue reconstruido después de setenta años. Sin embargo, el segundo Bet Hamikdash que se destruyó por el pecado del odio entre los judíos, todavía no se reconstruyó a pesar de que transcurrieron más de 1930 años desde su destrucción, y eso significa que todavía no aprendimos la lección.
El odio no nace de un día para el otro. Es una enfermedad que si no se la detiene apenas se descubre, sigue desarrollándose rápidamente, y después es muy difícil de curar. Tal vez, el motivo principal por el cual todavía no logramos erradicar por completo el odio entre los judíos, es por la falta de conciencia respecto de la importancia que la paz tiene dentro de cualquier sociedad, y principalmente para el pueblo judío.
Si cada uno de nosotros va a poner lo mejor de si mismo para mejorar este punto tan importante, muy pronto, con la ayuda de Di-s, tendremos el mérito de ver a nuestro pueblo asentado en su tierra en paz, y con el tercer Bet Hamikdash reconstruido. Amen
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