Rav Baruj Mbazbaz
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Parashat Vayelej-6

TESHUVÁ   AI finalizar su jornada laboral, don José regresa a su hogar, con su típica sonrisa, esperando ver a su familia tan feliz y alegre como siempre. Pero esta vez no escucha a sus hijos jugar; un gran silencio invade el ambiente. Abre la puerta y halla a su espos
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TESHUVÁ

  AI finalizar su jornada laboral, don José regresa a su hogar, con su típica sonrisa, esperando ver a su familia tan feliz y alegre como siempre. Pero esta vez no escucha a sus hijos jugar; un gran silencio invade el ambiente. Abre la puerta y halla a su esposa y a sus hijos, sentados, llorando. Después de un segundo de perplejidad, se acerca a preguntarles qué ha ocurrido. Casi sin poder hablar, su esposa le entrega una citación del juzgado, en la cual está escrito: \"El 7 de agosto, a las 8:30hs. debe presentarse ante el juez, a declarar testimonio, sobre el delito que se le atribuye\". A partir de ese momento, sólo piensa en hacer llamados telefónicos a sus abogados. Después de estudiar el caso en profundidad, ellos le dicen que siendo que no hay pruebas suficientes a su favor, la posibilidad de demostrar su inocencia es ínfima. Por este motivo, le aconsejan que reconozca su culpa ante el juez, que demuestre un gran arrepentimiento, y con gran fortuna, el juez le aliviará la condena. Sin embargo, parece imposible lograr que no lo envíen a la cárcel.

  Esta es la manera en la cual el mundo se conduce. A pesar del arrepentimiento/ se recibe también un castigo. Pero en la Haftará de Shabat Shuva vemos que Di-s se apiada de los judíos al darnos la oportunidad de acercarnos nuevamente a Él.

  El versículo dice: \"Retoma Israel a tu Di-s, porque has tropezado por tu pecado. Tomen con ustedes palabras y retornen a Di-s\" (Hoshéa 14,2-3). ¿Cómo se hace esto? Apartándose del pecado cometido. Ese es el primer paso. El segundo versículo nos enseña que además hay que pedir perdón, demostrando nuestro arrepentimiento. Este es el gran regalo que Di-s nos entregó. Pero hay algo más: no sólo quien se arrepiente y obtiene el perdón de Di-s, sino que también es beneficiado por El, como dice el versículo: \"Y seré como rocío para Israel y florecerá como la rosa y expandirá sus raíces como el cedro del Líbano\" (Hoshéa 14:7).

 

Esta Haftará se lee todos los años entre Rosh Hashaná y lom Kipur, que son los días más apropiados para retornar a Di-s, alejándonos del mal sendero y pidiendo perdón. Esa promesa del profeta es garantía para nosotros; debería darnos las fuerzas necesarias para no desesperar de la oportunidad de ser perdonados, y hasta de ser beneficiados.

  Sobre estos diez días, el profeta leshaiáhu nos dice: \"Busquen a Di-s cuando se encuentra, llámenlo cuando está cerca\".

 

Aparentemente, este versículo no se entiende: nosotros sabemos que Di-s está en todos lados, siempre se encuentra y siempre está cerca. Pero la intención del profeta es enseñarnos que hay un tiempo en que la predisposición divina para perdonar es mucho mayor, motivo por el cual nos pide que no desperdiciemos la oportunidad.

 

El siguiente ejemplo nos permitirá entender un poco mejor el valor de estos días:

Quien necesita hablar con el presidente, debe pedir cita con su secretario y, explicar el motivo por el cual precisa reunirse con él, porque después de todo es el secretario quien decidirá si el motivo justifica la cita o no.

       Este es el protocolo normal que necesita pasar cada ciudadano, durante todo el año, si quiere hablar con el presidente, a excepción de los días en los cuales el presidente está de vacaciones. Pero si durante esos días logra averiguar cuándo el presidente irá al bosque a caminar, podrá acercársele y formularle su pedido.

 

Durante todo el año, es posible arrepentimos de nuestras malas acciones y obtener el perdón de Di-s; sin embargo, en estos días, Di-s abre los corazones de los judíos para que puedan rectificarse de sus pecados más fácilmente.

  Es como si Di-s, si se permite la expresión, se acercara a la persona para que el proceso de la Teshuvá le sea más fácil.  El motivo principal por el cual la persona no abandona el camino errado, es por la falta de reflexión. Y esto es lo que el profeta leshaiáhu reprochó al pueblo diciéndole: \"El toro sabe quién es su dueño, el burro quién le da de comer, pero Israel no supo. Mi pueblo no reflexionó\" (leshaiáhu 1,3).

 

El profeta reprocha al pueblo diciéndole que cualquier animal - el toro o incluso el burro - sabe quién es su amo, quién le da de comer, pero el pueblo judío no reconoce Quién lo creó, ni tampoco se esfuerza para saberlo. Con estas palabras, el pueblo recibió una reprimenda que les enseñó cuál era la raíz de todos sus pecados. Sin embargo, la comparación, aparentemente, no es del todo correcta, pues el animal por instinto busca a quien lo alimenta, pero el ser humano carece de ese instinto; si llegara a dicho nivel de conocimiento será por la reflexión; entonces, ¿Por qué el profeta los reprende tan duramente?

 

La respuesta es simple. El ser humano también tiene bien claro el concepto de que hay un Creador, pero necesita mantener vivo ese sentimiento a través de una constante reflexión. De lo contrario, se corre el riesgo de olvidar lo que es obvio y sencillo. Si el judío no buscare reforzar ese sentimiento, viendo en cada hecho pequeño la mano de Di-s, estará poniendo en peligro ese sentimiento natural. Esto es justamente lo que el profeta expresa: \"Mi pueblo no supo\"; ¿Por qué?, porque \"...no reflexionó\".

 

Aquí vemos lo importante de la reflexión y el saber utilizarla. Y justamente en estos días tan especiales debemos buscar el verdadero camino para vivir constantemente apegados a Di-s, pues en estos días Di-s está más cerca que nunca, ofreciéndonos la oportunidad de corregir nuestros actos erróneos mediante la teshuvá. No dejemos pasar el momento.



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