Rav Elimelej Vanzetta
Rosh Hashana

Rosh Hashana 5779

Todos los años, en Rosh Jodesh Tishrei, celebramos Rosh HaShaná. 10 días después, precisamente el día 10 de Tishrei, celebramos Yom Kipur. El periodo de 10 días entre Rosh HaShaná y Yom Kipur es conocido como Yamim Noraim, es decir, los dí
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Todos los años, en Rosh Jodesh Tishrei, celebramos Rosh HaShaná. 10 días después, precisamente el día 10 de Tishrei, celebramos Yom Kipur.

El periodo de 10 días entre Rosh HaShaná y Yom Kipur es conocido como Yamim Noraim, es decir, los días temibles o, en términos más fuertes aún, terribles.

Nuestras Fuentes Sagradas nos amonestan sobre la severidad de dicho periodo y nos indican cuál es el comportamiento que debe uno adoptar durante esos días, cuales son las leyes – halajot – en las cuales tenemos que esmerarnos e incluso cuales son las Tefilot que debemos hacer, cuando y como debemos hacerlas y qué cambios inciden sobre nuestras plegarias durante esa época.

En resumen, la Torá nos advierte una y otra vez y de distintas formas el hecho de que el momento de hacer cambios ha llegado.

El término que utilizan nuestros Sabios para indicar nuestro “Año Nuevo” es Rosh HaShaná, como es de su conocimiento.

Rosh HaShaná puede significar el inicio del año, pero también puede (y debe) significar, el inicio del cambio. Lo aprendemos gracias a que la palabra shaná, año, comparte su shoresh, es decir, su raíz etmológica con la palabra shinui, cambio.

Con base en eso, nuestros Sabios nos enseñan que Rosh HaShaná es el  momento de cambios, por excelencia.

Cuando llegamos al mes de Elul, en el cual estamos ahora, es apropiado que empezemos un periodo de introspección, de auto análisis. Un periodo en el cual comenzamos a poner sobre la balanza nuestras buenas acciones y las que no fueron tan buenas. Las metas que alcanzamos y los objetivos que nos parecían factibles hacen 11 meses y que ahora nos parecen intangibles, y entonces, preguntar: ¿En qué voy a cambiar este Rosh HaShaná?

Además, como Yehudim, nuestros Sabios nos enseñan que somos mutuamente responsables los unos por los otros, según el principio “Kol Israel Arevim Zé laZé”.

Dicho principio se manifiesta en nuestra responsabilidad comunitaria, en el bien estar, prosperidad, seguridad y, sobretodo en la unidad de nuestro pueblo. Sobre eso también debemos hacer una introspección, un auto análisis y un análisis comunitario en el cual el énfasis recaiga sobre lo que yo hubiera podido hacer por Klal Israel y no en lo que los demás hubieran podido hacer por mí, y, entonces preguntar: ¿En qué voy a cambiar para que mi comunidad pueda cambiar?

Nuestros Sabios nos enseñan también que debemos ser “Ohr LaGoim”, una luz para todos los pueblos, que debemos santificar el nombre de HaShem de la forma correcta y por los motivos correctos y hacer que Su presencia se haga más palpable en este mundo. Sobre eso también debemos meditar y, entonces preguntar: ¿En qué voy a cambiar para que el mundo pueda cambiar?

El destino del mundo está vínculado al destino de Klal Israel y eso debería verse reflejado en nuestro comportamiento como seres humanos y como Yehudim.

Puede parecer una tarea demasiado ambiciosa, pero, si miramos la historia vemos que personas, supuestamente, sencillas alcanzaron la grandeza y lograron cambiar el mundo gracias al hecho de que creían en sus ideales y en la necesidad de hacer que sus “sueños” o ideales se convirtieran en realidad.

Avraham Avinu, Moshe Rabbenu y David HaMelech. Rash”i, Maimonides y Najmanides. El Jafetz Jaim, Rav Kook y el Jazon Ish.

De la misma forma, los fundadores del Estado de Israel. ¿Quién hubiera pensado que, después de un exílio de casi 2000 años un pueblo hubiera podido regresar a su casa? ¿Qué hubiera sido de Albert Einstein si le hubiese creído a sus profesores primarios que lo consideraban un alumno mediocre? ¿Qué hubiera sido del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos si Martin Luther King Jr. hubiese dicho: “I have a dream – Tengo un sueño… pero no sé si la gente estará dispuesta a seguirme…”? ¿Qué hubiera sido de Sudáfrica si Nelson Mandela hubiese tirado la toalla en algún momento durante sus 27 años de carcel en Robben Island?

Maimonides nos dice que uno debe verse a sí mismo como siendo responsable por el bienestar de todo el mundo. Una buena acción puede salvar al mundo entero, mientras que una mala acción puede causar todo lo contrario, Jas VeShalom.

Por lo tanto, en Rosh HaShaná, en Yom HaDin una tiene que saber que está parado ante el Juez de los Jueces no sólo como representante de si mismo, sino que también como representante de su famiilia, de su comunidad y de su pueblo dentro de un marco global.

Especificamente a nivel global, 5778, ha sido y, muy probablemente, seguirá siendo un año de varios cambios; positivos y negativos, naturales y radicales, pacíficos y violentos, algunos por motivos humanitarios y muchos otros con finalidades políticas.

¡El mundo no termina el año de la misma forma que lo empezó!

El mundo no es, ahora, lo que era el día 1º de Tishrei pasado cuando en ningún momento durante nuestras Tefilot o momentos de introspección se nos pasó por la mente todo lo que ocurriría este año.

Definir, en términos definitivos, si estamos ahora en un mejor o peor lugar será responsabilidad de los historiadores del futuro, los cuales, al mirar hacia atrás, podrán ofrecer su opinión. Lo que si podemos decir, es que el mundo vive hoy un momento geopolítico bastante tenso y delicado.

El día 18 de Diciembre de 2010 o 11 de Tevet de 5771, por cierto, Shabbat Parashat Vaiejí, en la cual leemos sobre la muerte de Ya’akov Avinu y Yosef en Egipto, y, por consiguiente, el fin de toda una era, se inicia en Tunéz una revolución en contra del gobierno del Presidente Ben Ali, quien había gobernado el país por 14 años consecutivos.

Poco tiempo después, las protestas se difunden por el mundo árabe y, con mayor o menor intensidade se hacen sentir en Mauritania; Sahara Occidental; Marruecos; Argelia; la guerra civil en Libia; Sudan; Yemen; Oman; Arabia Saudita; Bahrain; Kuwait; Iraq y finalmente, nuestros vecinos Jordania; Líbano; Siria y Egipto, lo que ha puesto en jaque el futuro del acuero de paz entre ese país e Israel, como, desgraciadamente, ya hemos podido comprobar con hechos concretos.

Sin embargo, protestas y disturbios sociales no fueron, o no son un fenómeno inherente exclusivamente al mundo árabe en estos últimos años. Hace un par de años, en el mes de Agosto ocurrieron los disturbios de Londres, los famosos “London Riots”, los cuales se iniciaron en un barrio Londinense llamado Tottenham, a pocos minutos de Stamford Hill, tradicional barrio Judío de Londres y se difundieron por todo el país llegando hasta el barrio de Salford en Manchester, otro gran enclave de nuestra Comunidad en el Reino Unido. En su cobertura de los disturbios en Inglaterra, el diario “The Guardian” enfatizó en sus artículos y en fotos de las protestas, única y exclusivamente, la presencia de Yehudim Ortodoxos. Ningún otro grupo étnico, religioso o social fue mencionado en forma individual.

En Latinoamérica también han tenido años sumamente conturbados, debido a las famosas protestas de los estudiantes con todo lo que eso conlleva, incluyendo huelgas generales, huelgas de hambre, la pérdida de años académicos, demostraciones en las calles y, desgraciadamente,  vícitmas fatales.

Personalmente, viví en Londres durante muchos años y jamás pensé que algo así sería posible. Estuve en Tunéz en Enero del 2002 y me quedé asombrado con el nivel de admiración y devoción que tenían sus ciudadanos al entonces presidente Ben Ali.

El año de 5778 pasa a los anales de la historia como un año muy intenso y conturbado, en el cual la voz de la división se ha hecho escuchar mucho más que la voz de la unión

Superficialmente, a lo mejor, podriamos decir lo contrario, que hemos visto un año en el cual personas se unieron en pós de objetivos comunes. Sin embargo, hay un viejo refrán que nos enseña que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, es decir, mientras haya un enemigo en común, existe amistad…

La Torá, a su vez, nos enseña que somos poseedores de algo muy muy especial llamado libre alvedrío, es decir, la capacidad de tomar nuestras propias decisiones sin ingerencias o interferencias Divinas. HaShem nos aconseja en forma constante, en la Torá Escrita y en la Torá Oral sobre cuál debe ser nuestro comportamiento, cuales deben ser nuestras prioridades y cuales son nuestras obligaciones. Sin embargo, la decisión final está en nuestras manos.

Por ende, debemos darnos cuenta de que el año que le entregaremos de vuelta a HaShem en el último día del mes de Elul no es más que el resultado de nuestras propias elecciones y decisiones, manifiestas por el ejercicio de nuestro libre alvedrío. Es un libro que nosotros, como humanidad, escribimos en las hojas blancas que nos entregó el Creador cuando empezanos este año.

Pues así es nuestra vida… a cada segundo y segundo estamos escribiendo la historia.  Nuestra historia personal, comunitaria y humana.

Como dijeron Blaise Pascal y Mark Twain, mientras que los Egipcios, los Babilonios, los Fenicios, los Asirios, los Macedonios y los Romanos ya no son más que páginas en libros de historia, nuestro pueblo, Klal Israel, es la historia misma. Somos, al mismo tiempo, personajes y narradores de la historia pero nunca, nunca simples observadores.

De uno u otra manera siempre estamos involucrados en forma activa o pasiva, por mérito, responsabilidad o culpas que nos son asignadas por otros pueblos.

Es sabido, por ejemplo, que durante la edad media, un tercio de la población de Europa falleció como consecuencia de la peste negra. ¿Qué tienen los Yehudim que ver con eso? Gracias al hecho de que los Yehudim, al observar la halajá, hacían Netilat Yadaim (lavado ritual de las manos) antes de sus Tefilot y antes de comer, se duchaban antes de Shabbat y las mujeres se duchaban y se limpiaban minuciosamente antes de sumergirse a la Mikve, se salvaron de contaminarse con la terrible bacteria llamada Yersinia Pestis es decir, la bacteria de la peste bubónica.

¿Cómo reaccionaron los gentiles de la época? Llegaron a la brillante conclusión que, seguramente, eramos nosotros los culpables por la peste negra y que, por lo tanto, tenían que matarnos…

En 3 de Agosto de 1492 o, si prefieren, en 10 de Av de 5252, exactamente un día después de la fecha límite para que los Yehudim dejaran el Reino de España, Critobal Colón, quién, según el historiador Salvador de Madariaga, era Yehudí, parte en su viaje que culmina con el descubrimiento del continente americano.

Muchos historiadores contemplan la posibilidad de que la expedición de Colón tenía, en verdad, el objetivo de ayudar a que Yehudim pudieran dejar España. De hecho, el mismo Colón escribe en su diario que la fecha programada de su viaje era, originalmente, el día 2 de Agosto, es decir, Tishá beAv, sin embargo, debido al gran tráfico de barcos que estaban dejando el país ese día, es decir, Yehudim que se estaban escapando de España, no pudo partir hasta el día siguiente.

El mismo fenómeno lo vemos en nuestra época. El 11 de Septiembre, se cumplien 17 años desde el atentado a los torres gemelas, una tragedia en la cual hubieron más de 6000 personas heridas y cerca de 3000 muertos. Muchos de los cuales, Yehudim… Muchos de los cuales, Israelim… Sin embargo, pese a todas las evidencias que indiquen quienes son los culpables por semejante atrocidad, abundan teorías de conspiración según las cuales Israel y el Mosad serían los verdaderos responsables por los ataques a las torres gemelas.

Vemos, por ende,que como dicho anteriormente, el Yehudí no es y no puede darse al lujo de ser un simple espectador de la historia sino que ocupa, de una u otra forma, por opción, acción o imposición, un rol protagónico en el desarrollo de la historia mundial.

Con semejante conciencia tiene uno que llegar a Rosh HaShaná y a Yom Kipur. Con una correcta percepción de quién es y de cuales son sus responsabilidades.

Nuestros Sabios nos cuentan que existen dos formas de asegurarnos un buen veredicto en nuestro juicio de Rosh HaShaná.

La primera es por intermedio de un juicio individual, en el cual cada una de nuestras acciones es pasible de escrutinio, pero, al mismo tiempo, preguntan nuestros Sabios: “Mi Itzdak Lefaneja BaDin? – ¿Quién puede salir incólume de un juicio Tuyo, HaShem?” A lo mejor grandes Tzadikim… pero aún sobre Tzadikim, escribió Shlomo HaMelej: “No hay un Tzadik que se vaya de este mundo sin pecados…”.

La otra opción, nos dicen nuestros Sabios, es el juicio colectivo… el juicio comunitario, el juicio de nuestro pueblo como un todo… y para ese juicio, es fundamental saber, como mencionamos anteriormente trayendo las palabras de Maimonides, que: “cada uno debe verse a sí mismo como siendo responsable por el bien estar de todo el mundo.”

Pero existe un pequeño problema inherente al juicio colectivo… muchas veces una mira hacia al lado y dice: “¿Con él me van a juzgar???”; “Pero si yo lo conozco, conozco su pasado y me imagino su futuro…”; “Yo no estoy a su nivel…”, “Si me juzgan con él, oy vavoy…”.

Nuestros Sabios nos enseñan que cuando uno empieza, en este mundo a juzgar a su prójimo, el Bet Din-juzgado Celestial lo empieza a juzgar baShamaim (en el cielo). Cada acusación que hacemos a un Yehudí en este mundo se traduce en una acusación en nuestra contra en el Mundo de la Verdad…

De la misma forma que juzgamos a los demás, somos y seremos juzgados… Si juzgamos con severidad, con severidad seremos juzgados. Si juzgamos con misericordia y con benevolencia, así también seremos juzgados.

Por eso nos dice el Talmud Babilónico (Rosh HaShaná 17a): “Kol haMa’avir al Midotav, Ma’avirim Lo Kol Pesha’av…”, lo que podemos interpretar de dos formas: a) Todo el que perdona a los demás, a él también se le perdona, y b) Todo el que trabaja para mejorar sus Midot – cualidades, recibe perdón por sus iniquidades… ¿Cón cuál de las 2 interpretaciones debemos quedarnos? ¡¡¡Obviamente con las 2!!!

Debemos juzgar favorablemente a los demás, perdonarlos por sus iniquidades hacia nosotros y, al mismo tiempo, trabajarnos… trabajar sobre nosotros mismos y sobre nuestro crecimiento y desarrollo espiritual, lo que no se puede hacer sin tener en nuestras vidas algo fundamental… ¡TORÁ!!!

¿Tener Torá en nuestras vidas nos asegura que seremos seres humanos ideales? ¿Yehudim perfectos? La respuesta es muy sencilla: ¡NO! Sin embargo, nos ayuda a saber quienes somos, qué es lo que se espera de nosotros, cuál es nuestro propósito en este mundo y cómo podemos lograrlo…

Nos ayuda a presentarnos mejor preparados y con argumentos más sólidos en el día de nuestro juicio… nos ayuda a entender mejor de qué se trata el juicio y cuales son sus posibles consecuencias.

Nos ayuda a entender cuales son los cambios y compromisos que debemos implementar en nuestras vidas y cuál sería la consecuencia de nuestra inercia…

Nos ayuda a explicarle al Creador por qué mereceos vivir un año más… por qué y para qué necesitamos Parnasá… Salud… Shalom Bait…

Como dijimos anteriormente… el día 1º de Tishrei de este año, HaShem nos entregó ojas en blanco y nos dijo… escriban un libro llamado 5779… si nos pidiera, ahora, que le diéramos un título a nuestra obra, ¿cómo la llamariamos?

Puede ser que no se nos ocurra ningún título ahora, pero, seguramente no es lo que le hubieramos puesto hacen once meses cuando el año estaba recién empezando.

No obstante y pese a nuestras falencias individuales, comunitarias y humanas, la Misericordia de HaShem es infinita y Él nos enseña cómo podemos, incluso, lograr cambiar un decreto negativo que se haya pronunciado en nuestro contra.

Dicen nuestros Sabios: uTeshuvá, uTefilá uTzedaká ma’avirim et ro’á haguezerá… Teshuvá, Tefilá y Tzedaká cambiam los malos decretos!!!!

Teshuvá: Siempre tenemos motivos por los cuales hacer Teshuvá, independiente del nivel de observancia religiosa de cada uno de nosotros.

Tzedaká: Nuestros Sabios nos enseñan – Kol HaMerajem al haBriot, Merajemim Alav Min HaShamaim – todo el que es misericordioso con las creaciones de HaShem, HaShem es misericordioso con él… además, todo el que cuida a los hijos de HaShem, HaShem, igualmente, cuidará a sus hijos…

Tefilá: El Talmud nos cuenta una y otra vez situaciones adversas que fueron completamente modificadas gracias al poder de la Tefilá. En en Tratado de Berajot, aprendemos sobre como Iejezkiahu HaMelej logró cambiar un decreto de muerte que se había pronunciado sobre él gracias a sus Tefilot. En el tratado de Ta’anit, leemos sobre como Tzadikim, en terribles momentos de sequía y hambruna, hacían llover en Eretz Israel gracias al poder de sus Tefilot.

En un mundo como el que tenemos hoy, en el cual el caos trata de imponerse, los límites se hacen cada vez más invisibles y el antisemitismo pudo reinventarse bajo una bandera anti-Israelí de supuesta justicia social, tenemos que saber que nuestro rol, como Yehudim, como Ohr LaGoim es más fundamental que nunca.

Tenemos que asegurar que, por los motivos correctos, cada uno y uno de nosotros pueda recibir un veredicto favorable en Rosh HaShaná, para que podamos seguir clamando “¡Am Israel Jai!!!” (El pueblo de Israel vive).

HaRav Shach zt”l, durante su visita a la Yeshivá Aish HaTorá a fines de los años 70 dijo la siguiente frase: “Si un hombre pudo destruir a 6 millones de personas, un hombre puede, también, salvar a 6 millones de personas.”

HaOsé Shalom BiMeromav Hu Ya’asé Shalom Aleinu, ve’al Kol Israel, Veimrú Amén!!!

El que hace la paz en las alturas, que haga también la paz entre nosotros y entre todo el pueblo de Israel!!!

 

 

 

 

 



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