Rab Ari Kahn
En Profundidad

Los EspĂ­as

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"D'os habló a Moshé diciendo: Envía para ti hombres para recorrer la tierra de Canaan, la cual Yo di a los hijos de Israel" (13:1-2).

Se le pide a Moshé enviar una misión de reconocimiento, aparentemente para calcular el estado de la tierra de antemano, antes de la conquista.  Se le pide a Moshé que envíe una persona de cada tribu.  El texto demuestra la grandeza de este grupo selecto:

"Todos los hombres eran líderes del pueblo" (13:3).

La misión termina en el fracaso: los hombres regresan, pero en lugar de planear una estrategia de conquista, ellos concluyen que entrar a la tierra es una meta inalcanzable:

"Sin embargo, los pueblos de la tierra son fuertes y las ciudades están fortificadas…" (13:28).

Por supuesto, que la pregunta "¿qué salió mal?" es inmediatamente expuesta.  Después de todo, aparentemente fue idea de D'os enviar los espías, y Moshé eligió a las personas.  ¿Qué explicación hay para el fracaso?  Debemos notar que esta indiscreción tuvo más grandes implicaciones que otros episodios en el desierto, como el del becerro de oro o los distintos incidentes ocurridos cuando el pueblo pedía comida o bebida. El Zohar toma en cuenta esta pregunta:

"Moshé los envió: ellos eran todos hombres, ellos eran líderes justos y prominentes de Israel, pero sus palabras causaron una terrible calamidad.  ¿Qué es lo que hizo que ellos hagan esto?  Ellos dijeron: 'si Israel entra a la tierra, Moshé nos reemplazará, puesto que nosotros solamente podemos liderar en el desierto, pero en la tierra no lideraremos'" (Zohar Shelaj 158a).

El Zohar muestra una imagen de líderes que están más preocupados por su propia posición de poder que por el bien del pueblo.  Ellos garantizaban su propia posición al prevenir la situación que los llevaría a tener que dejar el poder.  Es difícil imaginar que tales personas eran la elite, los hombres que fueron escogidos por Moshé para liderar al pueblo elegido.  ¿Qué pudo causar semejante visión miope, semejante "avería" en el liderazgo?

De las doce tribus, dos hombres - Iehoshúa y Calev - rechazaron el horrible complot.  De los dos, Iehoshúa es el más familiar para nosotros; él era la mano derecha de Moshé, y fue el que eventualmente tomó el liderazgo después de Moshé.  Sin  embargo, analizando el texto, nos sorprende un poco encontrar que Iehoshúa se quedó en silencio cuando los otros espías daban su reporte.  Fue sólo Calev, el que habló:

"Y Calev calló al pueblo ante Moshé, y él (Calev) dijo: 'seguro que debemos subir y heredar la tierra, porque verdaderamente podemos hacerlo'.  Y las personas que habían entrado con él dijeron: 'no podremos en contra de la nación (que allí vive) porque ellos son más fuertes que nosotros'" (13:30-31).

El heroísmo de Calev es increíble.  Él se enfrentó a toda la gente, silenció a la población, e intentó influenciar a la opinión pública para que esté del lado de Moshé y se aleje de los otros.  Por otro lado, el silencio de Iehoshúa, es también shoqueante.  Seguro que cuando el versículo se refiere a los otros espías, Iehoshúa está excluido, a pesar de las implicaciones de una lectura literal del texto.  Es sólo más tarde en la narrativa que nosotros escuchamos la voz de Iehoshúa:

"Y las personas se dijeron unas a otras: 'elijamos un líder y volvamos a Egipto'.  Moshé y Aharón se prosternaron frente a la comunidad…e Iehoshúa bin Nun y Calev ben Iefuné - entre aquellos que han visitado la tierra - se rasgaron las ropas y dijeron a toda la congregación de Israel: 'la tierra por la cual viajamos…es verdaderamente una tierra muy buena'" (14:5-7).

Aquí finalmente, Iehoshúa habló.  Él siguió el liderazgo de Moshé, Aharón y Calev.  La pregunta queda: ¿Por qué Iehoshúa estuvo callado hasta este momento?  Esta pregunta, así como también nuestra pregunta anterior respecto de la "avería" del liderazgo entre los espías, pueden ser contestadas por un comentario del Shelah Hakadosh (Rabí Ieshaiahu Horowitz).  Él explicó que, en verdad, todos los espías eran grandes hombres, pero la consideración de los diez espías errantes fue que ellos deseaban quedarse en el desierto con su amado líder Moshé.  Ellos no rechazaban a la tierra de Israel, pero preferían aprender Torá de Moshé en el exilio.  Ellos apreciaron que la tierra era una tierra Sagrada, una tierra especial, pero ellos creían que los judíos necesitaban ganar su entrada a la tierra.  Ellos sabían que la  tierra de Israel "vomitaría" a cualquiera que no era merecedor de ella.  Esto explicaría el pasaje del Zohar citado anteriormente: su elección de quedarse en el desierto no era un uso erróneo y cínico de su poder; sino que era una estrategia bien pensada y valedera.  Ellos sentían que el pueblo no estaba preparado para entrar a la tierra, y ellos necesitaban el liderazgo de la vieja generación, representada por Moshé.  Por supuesto que su orden había sido un viaje de reconocimiento y no se les pidió que sacasen conclusiones.  Quizás el poder - que frecuentemente embriaga - empañó su juzgamiento y los llevó a la conclusión de que la generación todavía los necesitaba a ellos como líderes y a Moshé como el maestro.

El entendimiento del intento de los espías está completamente basado en el  conocimiento de que Moshé no entraría a la tierra, de que Moshé no lideraría a los judíos a través del Jordán hacia Israel.  Pero ¿por qué ellos sospecharían que este iba a ser el caso?  Si seguimos la cronología de los hechos, Moshé aún no había pecado al golpear la roca, y por consiguiente no había sido aún decretado que él moriría y sería enterrado en el desierto.

Un pasaje enigmático de la parashá de la semana pasada nos da la clave para revelar este misterio.  Se nos dijo que Moshé juntó a setenta ancianos y el Espíritu Divino se posó sobre ellos, y ellos comenzaron a profetizar:

"Dos hombres quedaron en el campamento. Uno era llamado Eldad y el otro Medad, y el Espíritu Divino posó sobre ellos… y ellos profetizaron en el campamento… e Iehoshúa bin Nun, el servidor de Moshé desde su juventud, dijo: 'Mi maestro Moshé, arréstalos, deténlos'.  Y Moshé le dijo: '¿Tú estás celoso por mí?   Que toda la nación sean profetas, y que D'os pose Su Espíritu sobre ellos'" (11:26-29).

Aquí, Iehoshúa habló.  El honor de Moshé era su más grande preocupación.  Pero ¿qué fue lo que produjo semejante reacción de parte de Iehoshúa?  Setenta ancianos habían profetizado; ¿qué pasaba con estos dos profetas en el campamento que enojaron tanto a Iehoshúa?  Quizás el contenido de sus profecías es lo que le preocupaba:

"¿Y qué ellos profetizaron?  Ellos dijeron: 'Moshé morirá, e Iehoshúa liderará hacia la tierra'" (Sanhedrín 17a).

La reacción de Iehoshúa es entendible.  Esta terrible profecía debía ser falsa, él pensó.  Él le pidió a Moshé que los haga callar.  La respuesta de Moshé es más conmovedora aún, puesto que en ese momento Moshé entendió que él no entraría a la tierra.  Pero Moshé le ordena a Iehoshúa que no esté celoso por él.

El Zohar explica:

"El Santo - bendito es Él, le dijo a él: en situaciones como está tú deseas morir, entonces 'Yo tomaré el espíritu que está sobre ti y lo pondré sobre ellos'.  Observa que aquí se le muestra a Moshé que morirá (en el desierto) y no entrará a la tierra, como Eldad y Medad anunciaron.  Esto es una lección de que en tiempo de enojo un hombre no debe decir nada que sea una maldición en contra de sí mismo, puesto que como nunca, los poderes malignos están atentos, listos para tomar acción.  En la otra ocasión, cuando Moshé rezó por su muerte su requerimiento no fue tomado en cuenta, porque él lo hacia todo por el beneficio de Israel.  Aquí, por otro lado, Moshé sólo dejó libres a su enojo y angustia del corazón; es por eso que sus palabras fueron tomadas en cuenta, y Eldad y Medad, que se quedaron en el campamento, anunciaron: 'Moshé morirá e Iehoshúa llevará a Israel hacia la tierra'.  Esto hizo que Iehoshúa tenga celos por Moshé, y es por eso que fue hacia él y le dijo: 'Mi señor Moshé, deténlos', o también podemos entender 'retira de ellos las palabras'.  Pero Moshé, sin importarle su propia gloria, no consintió.  Observa la respuesta sumisa de Moshé: '¿estás celoso por mí?'  Feliz ela porción de Moshé, quien se elevó por sobre el profeta más elevado.  Rabí Iehudá remarcó: 'todos los profetas eran respecto de Moshé como la luna respecto del sol'" (Zohar 155b).

Nuestra pregunta anterior es así resuelta: los espías tenían conciencia de la terrible profecía que decía que Moshé no los lideraría hasta la tierra de Israel.  Los espías sabían que el camino que los llevaba hacia la tierra estaría lleno de peligros espirituales y físicos, y ellos sentían que el pueblo no estaba bien preparado para enfrentarse a los desafíos que les esperaba.  Ellos buscaron "comprar tiempo", tiempo en el que toda la nación, y los líderes en particular, podían beneficiarse de las enseñanzas de Moshé y prepararse para la función que tendrían que enfrentar.  En una palabra, ellos sintieron que el pueblo no estaba preparado para entrar a la tierra, ni para dejar a Moshé detrás de ellos.  Iehoshúa fue puesto en una posición imposible.  Si él hubiese hablado y expresado cualquier deseo de entrar a la tierra, hubiese sido acusado de buscar el poder.  Si él hubiese expresado fe, ante el mensaje de desesperación de los espías, él hubiese sido llamado traidor, descreído y megalomaníaco.  Iehoshúa no tenía otra opción más que quedarse callado.

Los otros diez espías no podían explicar la valentía de Calev, pero cuando consideramos de dónde proviene Calev y quién él era, podemos entender su fortaleza. Los dos espías que no estaban de acuerdo con el resto, Calev e Iehoshúa, eran de la tribu de Iehudá y la tribu de Iosef respectivamente, las dos tribus de las cuales algún día saldrán los dos Mashiaj, hijo de David e hijo de Iosef.  Iehoshúa sirve como el prototipo del Mashiaj hijo de Iosef, cuyo rol se enfoca en la liberación física de Israel, así como Iosef mismo fue el gran proveedor "HaMashbir", para toda su generación.  Calev, de la tribu de Iehudá, es un eslabón esencial en la cadena que llega hasta la dinastía de David, la cual culminará con el Mashiaj hijo de David. Mientras que los otros espías superaron a Iehoshúa, forzándolo al silencio, ellos no anticiparon la profundidad del espíritu de Calev.  Calev, de la tribu de Iehudá, es el prototipo del liderazgo Davídico el cual hizo que el Templo sea una realidad. El espíritu de Calev es mostrado en el texto, cuando está escrito:

"Ellos entraron en el Negev y él subió hasta Jebrón" (13:22).

Aquí, Rashí nota la peculiaridad del texto: la primera parte del versículo está en plural, la segunda parte está en singular, lo que lo lleva a Rashí a decir - basado en el Talmud - que Calev fue solo a Jebrón, para rezar sobre las tumbas de sus ancestros.  Como recompensa de las últimas acciones de Calev, se le dió Jebrón como herencia (ver Devarim 1:36 y Shoftim 1:20).  Hay otro aspecto de Jebrón: no sólo es que Calev rezó en las tumbas de sus ancestros, sino que él también estableció efectivamente los antecedentes espirituales del reinado del Rey David:

"Y los años que David gobernó sobre Israel fueron cuarenta.  En Jebrón, él gobernó siete años, y en Ierushalaim treinta y tres años" (Reyes I, 2:11).

El comienzo de la monarquía de David fue en Jebrón, en la porción de Calev.  Si la fundación de la Dinastía Davídica está en la grandeza de Iehudá, la infraestructura para esa Dinastía se apoya en Calev.  Esto es algo que los espías nunca vieron.

El error de los espías - poniendo su devoción por Moshé (y sus propios trabajos) por sobre su amor a la tierra - fue justificado en sus mentes como "una verdadera dedicación a la Torá".  Este error es reflejado en otro episodio más adelante en la parashá:

"Y los hijos de Israel estaban en el desierto, y ellos encontraron a un hombre juntando madera (literalmente: árboles) en Shabat" (15:32).

Los Tosefot (Babá Batrá 119b) explican que el episodio sigue inmediatamente después del incidente de los espías.  Toda la generación, con excepción de Iehoshúa y Calev, habían sido sentenciados a perecer en el desierto.  El hombre que estaba juntando la madera en Shabat sintió que quizás el pueblo había dejado las prácticas judías, al sentir que sus acciones no eran más relevantes.  Él deliberadamente profanó el Shabat en función de forzar el tema, de demostrar que ellos todavía eran responsables de sus acciones.  En las palabras del Targum Ionatán (Ierushalmi), el recolector de maderas profanó el Shabat en función de ilustrar cuál sería el castigo por este pecado.  El denominador común entre las explicaciones de los Tosefot y el Targum es que el recolector de maderas dió su vida por la Torá.  Él ciertamente vió su propio comportamiento como heroico; como los espías, él puso la Torá en un pedestal, en conflicto con la palabra de D'os y las enseñanzas de Moshé.  Los espías, y el recolector de madera poco después, distorsionaron la Torá.

Los espías fueron enviados para inspeccionar la tierra:

"Y para ver si la tierra es gruesa o fina, si tiene un árbol o no…" (13:20).

De acuerdo al Zohar, Moshé pidió sobre un árbol en especial, el Árbol de la Vida.

"La primera orden que Moshé dió a los espías fue averiguar si habían árboles o no.  De hecho, Moshé ya sabía, pero él se refería al Árbol de la Vida, cuyo lugar correcto es el lugar terrestre del Jardín del Edén.  Él dijo: 'si este árbol está allí, yo entraré, pero si no, yo no podré entrar.  Observen que hay dos árboles, uno más alto y otro más bajo, en uno hay vida y en otro hay muerte, y aquel que los confunda traerá muerte sobre él en este mundo y no tendrá su lugar en el mundo venidero'.  Dijo Rabí Itzjak: 'Moshé tomó para él el Árbol de la Vida, y es por eso que él quería saber si estaba o no en la tierra'" (Zohar 157a).

Por otro lado, el recolector de madera, confundió el Árbol del Conocimiento y el Árbol de la Vida - causando muerte.

La Torá es comparada al Árbol de la Vida; esto es lo que Moshé buscaba.  La confusión de los espías comenzó cuando ellos no encontraron el Árbol de la Vida y el Jardín del Edén en Israel.  Ellos pensaron que Moshé buscaba vida para sí mismo a todo precio.  Sus acciones, a pesar de sus buenas intenciones, tuvieron un efecto desastroso sobre la comunidad, que fue rápidamente asustada y perdieron la fe.  El recolector de madera confundió las dos clases diferentes de árboles, simbólicamente representado por el hecho de juntar los árboles, y así provocándose a sí mismo el sacrificio de su vida para enseñar una idea, o quizás el matiz de una idea.

Tanto los espías como el recolector de madera tuvieron buenas intenciones, pero no consultaron con Moshé. En lugar de eso, ellos distorsionaron las enseñanzas de la Torá, y los resultados fueron desastrosos.  Los espías eligieron Torá en el exilio en lugar de heredar la tierra sin Moshé; el recolector de madera quiso demostrar que no había ninguna otra meta para el pueblo de Israel más que la Torá, en su aplicación más estrecha - lo cual fue suicida.  Pero ambos pensamientos son desviaciones.  La verdadera Torá es un Árbol de Vida para todos los que la abracen, una forma de vida y una forma de vivir en este mundo.  Ni los espías ni el recolector de madera entendieron esto.

La parashá concluye con los mandamientos respecto del tzitzit.

"Y D'os habló a Moshé diciendo: Habla al pueblo de Israel, y ordénales que hagan para ellos tzitzit en los bordes de sus ropas por todas las generaciones, y que pongan sobre los tzitzit de los bordes un hilo azul.  Y será para ustedes un tzitzit, para que lo miren y recuerden todos los mandamientos de D'os, y los hagan; y que no se desvíen tras su corazón y sus ojos, los cuales los hacen desviar.  Para que recuerden y hagan todos Mis mandamientos, y que sean santos para su D'os.  Yo soy Hashem su D'os, Quien los ha sacado de la tierra de Egipto, para ser su D'os; Yo soy Hashem su D'os" (15:37-41).

La Torá usa el término "desviar" - taturu.  Es fascinante ver que este término fue utilizado muchas veces en la parashá al describir las órdenes a los espías. El tzitzit es una herramienta diseñada par recordarnos que nos debemos adherir a todos los mandamientos.  El paralelo lingüístico con los espías quienes dejaron a un lado su experiencia religiosa y permitieron que la preocupación por sus roles seduzca a sus pensamien, crearon una visión del mundo basada en una visión envuelta por sus funciones.  Aquí la Torá advierte:

"Y será para ustedes un tzitzit, para que lo miren y recuerden todos los mandamientos de D'os, y los hagan; y que no se desvíen tras su corazón y sus ojos, los cuales los hacen desviar.  Para que recuerden y hagan todos Mis mandamientos, y que sean santos para su D'os.  Yo soy Hashem su D'os, Quien los ha sacado de la tierra de Egipto, para ser su D'os; Yo soy Hashem su D'os".

El hombre frecuentemente es culpable de pensamiento subjetivo, el tzitzit trabaja para mantener a los mandamientos juntos como un solo órgano.  La herramienta que la Torá sugiere para tener en mente a todos los mandamientos, es el tzitzit con los hilos blancos y azules.  El azul para indicar lo celestial y Divino y el blanco para indicar lo terrestre, lo lógico.  Sólo cuando los dos se unen puede el hombre elegir correctamente.  Y vencer al subjetivismo inherente en el hombre.

Los espías fueron culpables de ser demasiado "lógicos", usando demasiado el "blanco".  Por otro lado, el recolector de madera fue culpable de usar demasiado "azul", sacrificándose a sí mismo desviado por una meta más grande.  Si alguno de ellos hubiera consultado a Moshé, todos los errores cometidos en esta parashá hubiesen sido evitados.  Para la posteridad, el hombre es ordenado mediante los tzitzit, recordar todos los mandamientos, y unir la lógica con la metalógica, creando así una relación holística con D'os.