Adaptación Rav Gabriel Guiber
La Hoja

La Hoja Nueva - Bereshit

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BS”D

Volvamos al Gan Eden, en este mundo…

“Y Hashem los expulsó del Gan Eden” (Bereshit 3,23) Acostumbramos llamar a nuestro alrededor,  “el mundo de la abundancia”. ¿Se escucha un poco exagerado? Vamos a analizar un poco…

Conocí personas de la generación anterior, que cuidaban con mucha meticulosidad cualquier cosa, hasta pequeños clavos muy viejos, oxidados y sin punta, porque tal vez los necesitaremos algún día… juntaban o enrollaban trozos de cables o sogas porque tal vez lo necesitaremos para envolver alguna cosa… El Maran Hajazon Ish ztz”l, escribió en sus libros de leyes, que no se puede abrir una lata de sardinas en Shabat, porque de esta forma estoy transformando a la lata en un instrumento (lo que era una lata de sardinas ahora, después de quitar las sardinas y comerlas, se transformará en otra cosa), “porque muchas personas pensarán que pueden usar esa caja para otro fin, por ejemplo, para apoyar allí el jabón o para guardar en su interior, clavos o cosas parecidas”.

Puede ser que, en efecto, en esos años todo era escaso, o muy costoso, ¿quién pensaba hace cuarenta años en las cosas descartables, o hace ochenta años a las latas de bebida, o a las bolsas de plástico o nylon para cualquier finalidad? La vida de hoy parece un Gan Eden, comparada con la vida de la generación pasada…

Apretando un botón, el cuarto se ilumina, otro botón, y el fuego se eleva en las hornallas de la cocina, otro botón, se enciende la calefacción o el aire acondicionado de la casa. Algunos todavía recuerdan esa vieja “caja de hielo”, que todos los días había que cargarla con bloques de hielo para mantenerla fría y que todo el tiempo drenaba agua del hielo que se derretía.

¿Hay hoy en día alguna casa que no tenga una heladera con freezer “no frost”? Y no pensamos ya en el agua que fluye de las canillas, o de los sistemas de cloacas en cualquier poblado. (Yo recuerdo que en la Argentina hace sólo veinte años era tan difícil conseguir una línea de teléfono para la casa) Hoy, todos tienen uno o más teléfonos celulares, computadoras, automóviles con todos los adelantos, lo que se llama un mundo de abundancia…, y ahora entendemos lo que queríamos decir…

A ver, un momento: ¿acaso todos estos adelantos nos hicieron más ricos que nuestros padres? ¿Por qué nosotros recordamos a nuestros antepasados, los hijos de la generación precedente, siempre sonriendo, satisfechos, tranquilos?, y nosotros, cuando miramos a nuestro alrededor, sólo vemos caras tristes que corren, a veces desesperados, sin pausa y sin descanso, ¿por qué?

Puede ser que digan: porque nosotros trabajamos muy duramente, nos esforzamos para conseguir lo que necesitamos (¿? lo que necesitamos?, eso es otro tema, muy complicado). Necesitamos cubrir la cuenta del banco, todo lo que gastamos (¿de más?), el préstamo por la casa. Seguramente, si estaríamos libres de la necesidad de trabajar, como Adam Harishon en el Gan Eden, seríamos tan afortunados y estaríamos mucho más tranquilos…

¿Puede ser que haya algo de cierto en esto? Pero entonces, ¿por qué el mayor porcentaje de divorcios se da entre las familias de gente adinerada, que satisface todos sus gustos, o de la “alta sociedad”? Gente que, aparentemente tiene “todo”. Vemos también que los psiquiatras encuentran su sustento, en su gran mayoría, entre la gente con más recursos… La península sueca, una de las regiones del planeta con mayor “standard” de vida, los países en donde el confort y la calidad y la esperanza de vida tienen los valores más altos del mundo, cuentan con los más altos índices de depresión del mundo. ¿Por qué los “niños bien”, los hijos de la gente poderosa, necesitan drogas, necesitan hacer viajes exóticos a países extrañísimos y lejanos, perderse en los bosques de los Amazonas o escalar el Himalaya?, ¿de qué se escapan o qué les falta?

¿Saben ustedes cuál es la respuesta a todos estos interrogantes?

Que tenemos una idea torcida de lo que es el Gan Eden.

Si nos van a preguntar ¿qué es el Gan Eden?, ¿qué vamos a responder?

Arboles, flores, pajaritos, mariposas… parece algo maravilloso, pero eso es sólo el entorno, no es lo principal. La satisfacción y la riqueza que tendremos en el Mundo de la Verdad, no surgirán de los elementos que tenemos a nuestro alrededor, serán cosas que tendrán una luz interior, y que serán propias del Gan Eden, cosas desconocidas para nosotros, imposibles de describir con nuestro conocimiento limitado de este mundo…

¿Cuál era el Gan Eden de Adam Harishon? El mismo, Adam Harishon, “movía” las manos del Bore Olam, como si fuera su socio en la Creación, sin pecados. El primer hombre era todo brillo, santidad y pureza. Y tenía una luz propia en su interior, y también se relacionaba con todas las condiciones exteriores, de este mundo, que no podían influir sobre su espiritualidad, nada podía entristecerlo, nada podía molestarlo ni preocuparlo.

Pero, si dentro del hombre habría un hueco, algo vacío, o un agujero en su cuerpo por donde pudiera salir algo de su fuente de brillo, pureza y santidad, nada podría ahora ayudarlo, y podría caer ante cualquier ataque del mundo exterior…

La tragedia, la catástrofe más grande que hoy enfrentamos, es que buscamos la riqueza y la satisfacción, afuera. O, usando nuestras palabras: ¿podrá ser que un automóvil nuevo y lujoso me provoque la satisfacción que busco?, ¿tal vez me falta un horno a microondas o un secarropas?, ¿joyas o adornos? (avanzamos más en el tiempo, y una persona que no cumple con la Tora y sus preceptos, me comentó: ustedes los “religiosos” tienen suerte, porque los hijos les piden regalos más baratos, ¿podrán pedirles una máquina fotográfica digital? en cambio mis hijos me piden una tableta de Apple, y nada menos que eso).

¿Acaso alguna de estas cosas le dará más brillo a mi vida? Tal vez si nos mudamos a un pent-house, o construimos un chalet en medio de un gran parque…

Sin lugar a dudas, tenemos una idea torcida de lo que significa el Gan Eden, equivocada, falsa y hasta mentirosa. Porque buscamos la riqueza exterior en lugar de buscar la verdadera, la riqueza interior.

El justo, conocido por su libro “Ismaj Moshe”, escribió allí que en un sueño, se vio una vez a sí mismo, en el Cielo, y se encontró con uno de los sabios de la Mishna, con un “tana”, que estaba parado, estudiando Tora. Se acercó a él y le preguntó: perdone señor, ¿podrá decirme dónde está el Gan Eden?

El tana le señaló con su dedo en el corazón y le dijo: ¡Aquí, en mi interior!

Está escrito en la Guemara (Baba Batra 17a), que los Avot Hakedoshim, nuestros patriarcas, vivieron en este mundo una vida “casi” como en el Olam Haba. ¿Cómo?

Allí, en sus tiendas, sin electricidad, sin agua corriente, sin automóviles y sin teléfonos celulares. Porque el Gan Eden estaba dentro de sus corazones…

Entonces podemos decir: el hombre no fue expulsado del Gan Eden a causa de su pecado, sino que el Gan Eden fue expulsado del interior del hombre, de su corazón. Y con cada precepto que cumplimos, con cada clase de Tora a la que asistimos, con cada buena acción que hacemos, estamos acercando el Gan Eden hacia nosotros, hacemos que una parte del Gan Eden vuelva a nuestro corazón…

 

Traducido del Maian Hashavua

Leiluy Nishmat

Israel Ben Shloime   z”l

Lea (Luisa) Bat Rosa    Aleha Hashalom

Iemima Bat Abraham Avinu    Aleha Hashalom