¡EL MOSQUITO PRIMERO !
Y Hashem Elokim formó al hombre, polvo de la tierra e insufló en su nariz el alma de vida... (Bereshit 2,7)
Dijeron nuestros sabios, en el Midrash (Bereshit Raba 8,1): si la persona tiene méritos – dirán sobre ella: tú estás delante de los Angeles que sirven al Creador, y si no – le dirán: la mosca está primero, el mosquito está primero, los excrementos están primero... En verdad, nos da pie a preguntar, dice el rab hagaon Reuben Karelinsteinztz”l:
¡Ribono Shel Olam!, Señor del Mundo, ¿cuándo fue creado el hombre – antes o después del mosquito? Todos sabemos que el hombre fue creado el día sexto. Y el Midrash nos dice que si tiene méritos – la realidad cambiará, y él será creado antes que el mosquito, y dirán sobre él: tú estás delante de los Angeles, ¿es posible? Es maravilloso, ¿qué significan las palabras del Midrash, cuando la realidad nos dice que el hombre fue creado después del mosquito, en el día sexto...
Nos lo explicará rabi Ichele Blazer ztz”l, y debemos entender cuál es la intención de las palabras, cuando decimos que es merecedor o cuando no es merecedor...
El versículo nos dijo que Hashem formó al hombre, del polvo de la tierra, y le dio el alma. Por un lado es “polvo de la tierra”, como lo describió rabi Shalom Shevadron ztz”l, en nombre de su rabino – ¡como la carne a la venta en la carnicería!...
Por otra parte, tiene un alma de vida, una parte de Hashem, de los Cielos. El hombre que “no mereció” se refiere al que enfoca toda su vida en la vida del cuerpo: la comida debe ser comida, la casa debe ser una casa, ¡vivir bien con el cuerpo!, paseos, automóviles, placeres – es necesario disfrutar en la vida. “El gusto de la vida es Coca Cola”... ¿y los preceptos?, ¡seguro que sí!...
El, Jalila, no dejará jamás de ponerse los Tefilin, eso está clarísimo, ¿acaso no es iehudi?... También recita sus oraciones, y también asiste a clases de Tora, ¡y no vamos a hablar sobre el Shabat y el Kashrut! – hace todo lo posible por cuidarlos, porque no quiere que lo manden al Gueinom, por eso no desprecia los preceptos..., pero los preceptos no son la esencia de su vida, su “vida” es la vida del cuerpo, su ambición y su finalidad – el cuerpo. Porque no se puede ¡vivir como un pobrecito!...
Si su potencia va hacia el cuerpo, y sólo se preocupa lo necesario por su alma – por esto, dirán sobre él: el cuerpo del mosquito está primero...
En la vereda de enfrente está el que “mereció”, él sabe cuál es la finalidad de la vida, entiende y reconoce el objetivo, la vida de este mundo es una vida de transición, un pasillo, y lo más importante es llevarnos toda la Tora y las buenas acciones para el mundo donde todo es bueno, porque (Mesilat Iesharim) estamos en este mundo sólo para cumplir preceptos, servir al Creador y sobreponernos a las pruebas (que Hashem nos pone). Entonces, ¿qué somos, o quiénes somos? - ¡yo soy un alma! Y también tengo un cuerpo, que me obliga a comer, a dormir...
Si tú eres un alma – el alma antecede a todas las creaciones, el alma está “apoyada” del Trono Celestial, desde antes que se produzca la Creación. ¡Una maravilla! ¡Daienu!, si sólo estamos aquí para leer esto... Sobre las palabras “Tohu Vabohu” (del segundo versículo de la Tora, que describe el desorden en la tierra, apenas fueron creados los cielos y la tierra), encontramos en el Midrash (Bereshit Raba 2,2): dijo rabi Abau, se compara con una persona que compró dos siervos, los dos de la misma familia – realizando la compra de los dos en el mismo contrato y pagando el mismo precio por cada uno de ellos. Sobre uno decretó que se alimentaría sin hacer ningún trabajo, y sobre el otro, que debería esforzarse para ganarse la comida – le dijo a uno de ellos: no es necesario que hagas absolutamente nada, comerás en mi mesa, en la mesa del rey. Y al segundo le dijo: si no trabajas – no tendrás lo qué comer... El segundo se sentó “confundido” (como el “Tohu Vabohu”), y dijo: somos hermanos, llegamos juntos, ¿por qué la diferencia?
El se alimentará con los mejores manjares sin hacer nada, y yo no comeré, siquiera, un pan viejo y seco si no trabajo – así, el siervo que estaba obligado a trabajar, estaba sin respuestas: ¿qué está pasando aquí?...
Los dos fuimos comprados juntos, del mismo dueño, salimos del mismo vientre, ¿por qué él no necesita trabajar y yo estoy obligado? Así estaba la tierra “Tohu Vabohu”, y decía: las creaciones de las alturas y las de abajo, todas fueron creadas de una sola vez, juntas, las creaciones de las alturas (los Angeles) se alimentan del “Brillo” de la Divinidad, mientras las creaciones de aquí abajo, si no se esfuerzan, no comerán...
Vino rabi Shalom ztz”l, y con su dulzura, continuó la explicación: ¿y por qué, en verdad, es así? Sobre las palabras “sopló en su nariz”, escribió Rashi Hakadosh: lo hizo de los de abajo y de los de arriba, le puso el cuerpo de los de abajo y el alma de los de arriba...
El primer día de la Creación, se crearon los Cielos y la tierra. El segundo se creó el firmamento, al que Hashem llamó “Cielo” (Rakia), desde luego, una de las creaciones de las alturas. El tercer día creó los continentes, de las creaciones de abajo. El cuarto, las luminarias, de las alturas. El quinto salieron creaciones de las aguas, de abajo. Y a la fuerza, en el día sexto, Hashem hizo que Su Creación sea de las alturas y de abajo, porque si no fuera así, podría provocar la envidia en la Creación, porque existiría una mayoría de las alturas o de abajo, con un día de presencia más que el otro. Surge la pregunta: si el hombre fue creado también de las alturas y también de abajo – ¿cómo se alimentará?, ¿de dónde vendrá su sustento?, ¿de las alturas o de aquí abajo, de la tierra? Dijo rabi Shalom: esto lo decide cada uno – yo decido si soy cuerpo o si soy alma, si soy de la tierra o de las alturas.
Si lo principal para mí es la “parte” de Hashem, el alma, si yo me preocupo por el alma, entonces, decidí que provengo de las alturas, y recibiré el alimento en la Mesa del “Rey”. Pero si lo principal, para mí, es el “polvo de la tierra” – entonces tendré que salir a buscar la comida. Por eso, Hakadosh Baruj Hu creó a los seres de las alturas, que se alimentan sin esfuerzo, y a los seres aquí abajo, que se alimentan con su esfuerzo, para que la persona pueda elegir qué quiere ser y de dónde se alimentará... Es sabido, que el “converso justo”, el conde Pototzky, provenía de una familia real. Por haberse convertido al judaísmo, el reinado y la iglesia decretaron para él, la pena de muerte. Tuvo el gran privilegio de morir santificando el Nombre de Hashem, y sus restos están enterrados junto a los del Gaon Mivilna, nada menos... Antes de sacarlo para morir, su verdugo le dijo con mucho miedo: yo entiendo, que ahora, cuando dejes para siempre este mundo, te cobrarás conmigo tu venganza, conmigo y con mi familia, y nos provocarás sufrimientos hasta el final de los días...
Le contestó a su verdugo con un relato: en mi infancia – jugábamos con la arena. Mi compañerito y yo, construimos una ciudad entera, de arena. Teníamos un lugar muy amplio para jugar, lo que nos permitió construir caminos, edificios grandes y más pequeños, y junto a cada casa hacíamos un gran patio. Algo maravilloso. Nos sentíamos dos “pequeños” grandes arquitectos, que nos ocupamos de construir la “ciudad” durante varias semanas. Un día, mi compañerito – no iehudi (al igual que yo, en ese entonces) – mi socio en la construcción, discutió conmigo, de pronto, en medio de la discusión, levantó su pierna y pateó decenas de casas, provocando una gran destrucción en toda la “ciudad”.
Cuando vi la tragedia, corrí, histérico, con mi padre, el rey, para llorar en sus oídos, sobre la catástrofe ocurrida... Durante largos minutos, papá no logró sacar una palabra de mi boca. Quería saber por qué lloraba tanto. Hasta que pude dejar de llorar por un instante, y le dije: mi compañero me rompió la ciudad que construimos juntos... Papá, que entendió de qué se trataba, intentó calmarme: hijo mío, no llores, voy a explicarte: aquí no había casas, ni caminos... no había nada, no tienes que sufrir tanto... En ese momento pensé que a papá le pasaba algo. Si podía decir que esos edificios hermosos no eran nada, sin duda algo no funcionaba bien en su cabeza. Traté de explicarle, y nada, me seguía diciendo que todo eso no era nada. Le pregunté: entonces, ¿qué es? -Sólo un poco de tierra, querido hijo. Entendí que papá, Hashem nos salve, estaba completamente “tralala”.
Con el tiempo crecí, y pude comprobar que papá tenía razón: todo eso era un poco de barro, sin ningún valor. El “converso justo” alzó la vista, mirando al verdugo, y le dijo: ¿Qué es lo que tú harás conmigo? – matarás mi cuerpo, lo quemarás, tomarás de mi este poco de barro, el polvo de la tierra... ¿Acaso por algo así yo podría vengarme? ¿Y mi alma? – no tienes ninguna posibilidad de tomarla, ni siquiera tocarla, y menos dañarla...
Hakadosh Baruj Hu “sopló en mi nariz alma de vida”, y no existe la forma de matarla. Nadie puede matarla. Yo te aseguro, que cuando llegue a mi lugar de reposo, intentaré hacer algo bueno, preocuparme por ti... ¿Por qué? Porque tú me harás merecedor del precepto de santificar el Nombre de Hashem, y no hay cómo pagar por esto. ¡Estoy agradecido contigo!
Ieji Reuben
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom