Rav Iehuda Appel
Pensamientos

Parashat Lej Lejá

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Abraham Salió Para Ayudar
Génesis 12 - 17

El Talmud describe la vida después de la vida como "un mundo al revés". Esto significa que muchas de las personas que han obtenido muy poco respeto aquí en la tierra serán muy honradas en el otro mundo, y contrariamente, muchas personas que fueron prominentes en esta vida recibirán muy poca atención en el otro mundo. En otras palabras, desde nuestro punto de vista limitado en esta tierra, nosotros simplemente no tenemos manera de saber quién es verdaderamente justo y recto.

El Rab Arie Levin - conocido como el Tzadik de Jerusalem - contó sobre un zapatero a quien él veía todos los días en el mercado. A pesar de que ellos nunca habían hablado directamente, siempre que él pasaba por al lado del zapatero, algo lo impulsaba al Rab Arie a poner dinero en la caja de tzedaká que tenía el zapatero en su negocio. Entonces, un día, el zapatero lo invitó al Rab Arie a una comida especial que él ofrecía para celebrar la terminación de un tratado del Talmud (así como es costumbre hacer).

En la celebración, la noche siguiente, el Rab Arie encontró que el zapatero estaba enseñando a un grupo de ancianos judíos el último pasaje del Zohar, la obra maestra del misticismo judío. Al escuchar la manera en la que estudiaban, Rabí Arie - él mismo un gran cabalista - estaba sorprendido por la gran profundidad y entendimiento de ese grupo sobre la cabalá. A la mañana siguiente, Rabí Arie fue a buscar al zapatero. Cuando llegó a su negocio, sin embargo, lo encontró con las puertas cerradas. El zapatero había fallecido la noche anterior.

La tradición judía nos enseña que en cada generación hay "36 tzadikim (justos) ocultos" - personas cuya presencia justifican la existencia del mundo. Este zapatero pudo haber sido uno de ellos.

Pero no siempre es una buena cosa que la rectitud esté "escondida". Un ejemplo clásico lo encontramos en la parashá de esta semana, en la cual D'os le dice a Abraham: "deja tu tierra, tu lugar de nacimiento, y la casa de tu padre - y vete a la tierra que Yo te mostraré". Los comentaristas explican que si Abraham se hubiese quedado en Jarán, no hubiese sido bendecido con hijos; la falta de santidad en Jarán no hubiese permitido que ocurra el nacimiento de alguien tan grande como Itzjak, el único de los patriarcas que nunca dejó la tierra de Israel. Entonces si Abraham tenía que tener a Itzjak, tenía que ir a la Tierra Sagrada.

El viaje de Abraham a Quenaan fue una gran prueba. Debía dejar a sus padres, y por supuesto, no sabía si los volvería a ver otra vez. Más aún, aventurarse a una tierra extraña siempre era peligroso, pues uno nunca sabe cómo lo recibirán los nativos! Pero la posibilidad de recibir las bendiciones de D'os - y cumplir con Su voluntad - lo alentó a hacer ese viaje.

A pesar de que este viaje era para el beneficio de Abraham, el Midrash deja bien en claro que también fue para el beneficio del mundo. El Midrash compara a Abraham con un frasco de perfume: mientras que el frasco está cerrado, nadie puede disfrutar de la esencia. Pero cuando se lo abre, todos pueden beneficiarse de él. De la misma manera, el Midrash explica, que mientras Abraham estaba en Jarán, las personas de otras tierras no podían estar expuesta.