“EL FIN DE LAS TINIEBLAS”
"Y despertó Faraón ..." (41:4)
La semana pasada, después de que me desperté de mi “un tanto prolongada” Shabbos “schluf” (dormir siesta en Shabat), mi esposa me preguntó, "¿Has dormido bien?" "No sé, le respondí: “Me quedé dormido en el momento". El sueño es una cosa extraña. El sueño es el jefe nutriente en la vida de la fiesta, y cuando lo vivimos, experimentamos una clase de placer que nos es totalmente inconsciente. La palabra en hebreo "despertar" es Lehakitz, proviene de un verbo activo. Despertar no es simplemente el final de sueño, es una acción.
Lehakitz está conectado a la palabra kotz, que significa "un exceso de exceso". En otras palabras, durante el sueño, la mente se retira a alguno de los territorios aún inexplorados, permitiendo y alimentando al cerebro, como lo hace el cuerpo para amamantar a un bebé, así se formatea el sueño, como una mama del sueño. Cuando el cuerpo alcanza su tope de descanso la mente agita al cuerpo fuera de la mama y nos despierta; es el despertar a nosotros mismos. La palabra con la que comienza esta semana La Torah, se llama Miketz, que significa "al final de". La palabra Miketz es “sorprendentemente” similar a lehakitz, cuando el tiempo de sueño llega a su fin, y ocurre el despertar. El Midrash entiende que se refiere a un Miketz que establece un límite a la oscuridad, e investiga el fin de todo." (Bereshit Rabba).
No es por casualidad que siempre Miketz se lee en Shabat Jánuca. Las luces de la celebración de Jánuca “es” el final de la oscuridad. Hay muchas obscuridades que llenan el mundo, pero ninguna es más insidiosa que la obscuridad de engaño que profesa ser la luz. Esa es la oscuridad de Grecia.
Vivimos en un mundo más griego que los griegos, un mundo donde la apariencia es muy importante, donde la forma ha sustituido a los contenidos; un mundo en el que nuestra primera reacción a algo nuevo, es decir, "¿Qué aspecto tiene?" y no de "¿Qué nos enseña?, ¿que tiene de bueno?"
Hashem Ha dispuesto que haya fin a la oscuridad. No puede sobrepasar su límite. La luz a través de las pausas, vence la oscuridad, porque la oscuridad tiene su fin: La obscuridad se marchita y desaparece. Aparece luego la Luz. La luz no es nueva. Ha estado allí desde el comienzo del mundo. Sólo se oculta por la oscuridad. Cuando Dio-s finalmente nos devuelva desde el fondo de nuestro ultimo cautiverio – que sí que sucederá, y allí estará La Luz esperándonos al final del túnel.
Somos como “sleepwalkers”, sonámbulos y arrancados de nuestro mero ser, en un dormir que no es el nuestro, disfrazados e investidos en las máscaras de un “Nuevo Mundo”, que no es el nuestro, con nuestros cerebros, nuestras maravillosas y divinas mentes distorsionadas con los falsos sueños de los Cola Imperios. Somos como “caminantes soñadores” dormidos y adormilados en una especie de “sueño-pesadilla” de más de dos mil años, del que diera la impresión, que no se quiere despertar.
Cuando llegue Mashíaj, con la ayuda de Dio-s y a través de nuestros méritos, (si Dio-s Quiere), entenderemos los extremos de la oscuridad y, a continuación, nos frotaremos los ojos, encandilados iluminados y maravillados por la luz que siempre fue: La Luz de la Torah y del genuino Judaísmo.
Fuente:
Ha Rab Shimshon Rafael Hirsch y otros.
El “verdadero” sueño del “verdadero” Líder.
El Faraón, rey de Egipto, tuvo un sueño con vacas gordas y vacas delgadas y espigas de maíz. Sus Sabios, intérpretes profesionales de los sueños, vinieron con explicaciones acerca de como siete hijas le habrían de nacer al rey y luego perecerían. Faraón rechazó todas esas interpretaciones hasta que un joven condenado, de nombre hebreo Yosef, finalmente resolvió el misterio.
¿Qué fue el error de las muchas interpretaciones de la los hombres sabios del rey, con respecto a las de Hashem y este joven Yosef? Que Yosef gracias a Dio-s explicó los sueños, demostrando “divinamente”, que las visiones estaban relacionadas NO con los afectos personales del rey, sino con el destino nacional de la monarquía que Paró reinaba. Solamente Yosef ofrece una interpretación relativa a la responsabilidad del rey de salvar a su nación de la hambruna. La lección de esta semana en ésta Porción de La Torah, es entender en el cerebro y en el corazón, que el sueño y la aspiración de un verdadero líder es poner su interés en los intereses de su pueblo, por encima de los suyos propios. El sueño-y el anhelo-de un verdadero líder debe ser el bienestar de la población que sirve. Sólo esta clase de liderazgo puede conducirnos a un Am Israel seguro para siempre…
…o a una verdadera pesadilla.