Rav Arie Natan
Visiones

Parashat Shemot

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LOS DECRETOS

"Murió Yosef y todos sus hermanos y toda esa generación, los hijos de Israel fructificaron, se reprodujeron, se multiplicaron y se fortalecieron muchísimo llenándose la tierra de ellos. Entonces se levantó un nuevo rey en Egipto que no conoció a Yosef." (Shemot 1, 6-8)

Después que la comunidad que conformaban los hijos de Israel comenzaron a multiplicarse en la tierra de Egipto, y sus vidas se mezclaron con las vidas de los propios habitantes de esa tierra, provocando una situación conflictiva que fue apreciada por los egipcios como una especie de invasión, como declara el versículo: "llenándose la tierra de ellos", el Faraón desconoce los méritos que esta familia tenían con respecto al progreso de su propia nación y un pensamiento nefasto comienza a apoderarse de él: esclavizarlos. Si bien a lo largo de la historia del pueblo de Israel hemos visto muchos casos semejantes, Egipto es el paradigma de todos los demás exilios y de sus características.

El Maharal de Praga, escribe en su libro "Ner Mitzvá" que si nos imagináramos un plano dentro del cual hay un punto medio dibujado, si quisiéramos alejarnos de este punto medio, lo podríamos hacer, dentro del propio plano, en cuatro direcciones siendo las mínimas en las cuales nos alejaríamos en todas las direcciones: "toda cosa, siendo uno se caracteriza por tender a ser el medio (el núcleo), y lo que se proyecta del núcleo se relaciona con la cifra cuatro, con respecto a las cuatro direcciones que expresan las proyecciones mínimas del núcleo." El tema de las cuatro direcciones como proyecciones desde un punto central lo encontramos en varias situaciones, siendo según el Maharal la fuerza de la expansión de la naturaleza. Desde un punto de vista espiritual la expansión de la fuerza natural expresa por otro lado un alejamiento de la unidad que es el Creador del Universo, cuyo atributo principal es ser uno, por lo tanto desde esta perspectiva esta cifra indica una inclinación al mal; por ejemplo, los sabios nos enseñan que existen cuatro tipos de dañadores (Babá Kamá 1,1), cuatro categorías de impurezas (Negaim 1,1), cuatro tipos de personas que no ameritan ver la presencia divina, etc. Y ciertamente encontramos en este número el principio de los cuatro exilios por los que pasó el pueblo de Israel a lo largo de su historia: Babilonia, Persia, Grecia y Roma; siendo como hemos declarado el exilio en Egipto un paradigma de todos los demás, una introducción que como "fragua de fuego" templará el espíritu de los hijos de Yaakov para el futuro.

Bajo esta perspectiva podemos entender que en el momento que el Faraón quiso atacar al pueblo hebreo se abalanzó contra ellos con cuatro duros decretos, mostrando en cada uno de ellos el deseo de apartarse de una unidad, de Dios. Cuando Moshé se para delante del él y le dice que Dios demanda que deje salir a Israel de Egipto, él responde de manera muy sintética y precisa, desde su perspectiva: "¿Quién es Dios para que escuche su voz?" (Shemot 5,2), es decir el alejamiento del núcleo sobre el cual se basa el mundo era evidente. Los cuatro decretos fueron los siguientes:

1. Primer Decreto.

La finalidad de este primer decreto fue evitarles que se reprodujeran, pues para completar la cantidad de trabajo requerido debían dormir fuera de sus casas, sin embargo el Creador del Universo no permitió que este deseo se concretara y las mujeres hebreas mostraron el temple que caracterizó a las matriarcas. Enseñó Rabí Akivá: por el mérito de las mujeres justas que hubo en aquella generación, fueron liberados los hebreos de Egipto. ¿Qué hicieron? En el momento que iban a sacar agua, Dios hacía que aparecieran pequeños peces en sus baldes, y sacaban la mitad del odre con agua y la mitad con peces, entonces se los traían a sus maridos, les daban de comer los peces y de beber el agua, momentos que aprovechaban para estar con ellos y de este modo quedarse embarazadas, así lograron que el pueblo continuara y se reprodujera.

2. Segundo Decreto.

Cuando se dio cuenta el Faraón que todavía los hijos de Israel se multiplicaban tanto, pensó en deshacerse de los bebés de Israel e ideó un plan para eliminarlos. Pero en aquel momento no expresó su deseo de asesinarlos en forma pública, sino que llamó secretamente a dos parteras, Shifrá y Puá, y les dijo que en el momento que una mujer de a luz deberían fijarse en el bebé, si es una niña la dejarán viva, pero si es un varón deberán matarlo. Según la tradición oral estas parteras eran Shifrá o Yojéved, la madre de Moshé, y Puá o Miriam, su hermana; no obstante estas dos mujeres tenían un gran temor para con Dios y no cumplieron la orden del rey, por el contrario trataron de salvar a los niños, lo cual trajo la ira del Faraón que al preguntarles el porqué no cumplieron su orden le respondieron que las mujeres hebreas eran distintas, que no necesitan partera pues antes de que ellas llegasen ya habían dado a luz. Nos cuenta la Torá que el Creador recompensó a estas mujeres y les dio una descendencia privilegiada, siendo Moshé y Aharón, el Cohén, descendientes de Yojéved y David, el rey, descendiente de Miriam, pues esta se casó con el líder de la tribu de Yehudá.

3. Tercer Decreto.

Como vio el Faraón que no le sirvió tratar de aniquilarlos en forma secreta, hizo público sus deseos y ordenó a todo su pueblo a que arrojen a los bebés de los hebreos al rió, todos lo egipcios fueron encomendados a vigilar a las mujeres embarazadas para saber cuando daban a luz y poder realizar sus órdenes. El día que Moshé nació, según el Midrash, implementó su orden también sobre los propios egipcios pues sus astrólogos le informaron que acababa de nacer el salvador de Israel, pero que no sabían si era hebreo o egipcio. Bajo este genocidio que el rey de Egipto decretó, nació Moshé como dijimos, y debido a que su parto fue a los seis meses, durante tres meses pudieron mantenerlo oculto en su casa, pues los espías que vigilaban a su madre esperan un parto solo a los nueve meses. Cuando se completaron lo meses que estaban esperando los espías deciden Yojéved y Miriam realizar una estrategia con la cual poder salvar al niño y es puesto en una canasta en el rió, siendo encontrado por la hija del Faraón y adoptado por ella, creciendo así en el propio palacio del rey. De tal modo se cumple uno de los principios que rige al mundo espiritual, es decir la liberación de Israel florece en el mismo lugar donde planean destruirlos.

4. Cuarto Decreto.