El Reloj
En el momento que el pueblo judío sale de Egipto, el Creador les entrega un "reloj" de regalo; este no era un reloj común sino uno muy especial, y tan original que incluso sus minuteros y segunderos pueden ser movidos, de vez en cuando, por el propio pueblo de Israel. Con este reloj sabremos siempre en cada situación frente a la que nos presentemos la "hora" exacta, verídica y correcta.
Este regalo fue obsequiado a Israel en el primer versículo del capítulo doce del libro Shemot, pero antes de citar el versículo en cuestión y de explicarlo describiremos el contexto en el cual se entregó este obsequio el "reloj". En aquellos momentos, según el testimonio de La Torá, todavía se obstinaba el Faraón ya vencido con sus últimas expresiones de intransigencia; nueve golpes que ya había recibido habían logrado por un período de tiempo de un año desplomar la personalidad esencial de su tierra y de su pueblo. A pesar de esto, aun no se sometía en forma total al hecho que debía dejar irse a los esclavos que lo dañaban, cuanto más siendo que ya pendía sobre sus cabezas la terrible advertencia de Moshé sobre una décima plaga, la muerte de los primogénitos.
Entonces, de manera sorpresiva, se decretó un descanso. El capítulo once, en la parashá, termina con un agresivo enfrentamiento, que estalla entre el Faraón y Moshé, con la amenaza de este último sobre un golpe a los primogénitos de Egipto. Si embargo el capítulo doce se nos presenta como un lapso de tiempo intermedio, en el cual el Creador distrae la atención de los golpeados egipcios hacia los Hijos de Israel, para enseñarles detalles de su futura liberación – incluso antes que fuese totalmente golpeado Egipto, escucharon Moshé y Aharón las primeras indicaciones con respecto a la salida del pueblo hacia su libertad y el ingreso que tuvieron en la historia del mundo:
"Este mes será para ustedes el primero de todos los meses del año" (Shemot 12,2). Sobre este versículo estudia el Midrash lo siguiente: Dijo Rabí Yehoshua Ben Leví: es se parece al caso de un rey, que tenía un reloj y solía observar en él para saber las horas del día. Como llegó el momento en que su hijo debía casarse, le entregó su reloj como un obsequio. Así el Creador, hasta ahora el cálculo de los meses y los años estaba en manos de Dios, desde ahora (éxodo) estos cálculos estarán en manos de Israel, lo que ellos digan será así: si dicen si – si, si dicen no – no. De todos modos, este mes es el primero de los meses." (Yalkut Shimoni, Bo 190).
Este reloj especial se conoce más como "la fijación del novilunio (primer día del mes) y el principio del embolísmico (agregar un mes al año)", es decir se refiere al sistema complejo y sapiencial de los cálculos astronómicos, que posibilita la fijación del año judío según sus meses y festividades. Sobre este sistema de cálculos se declara en la Torá: "porque esta es la sabiduría de ustedes frete a los ojos de los pueblos" (Devarim 4,6). Y así es realmente, ya que los otros calendarios que basan sus cálculos sobre el camino recorrido por el sol o sobre el nacimiento de la luna (novilunio) difieren del calendario judío en que este último está elaborado sobre la combinación de los dos sistemas anteriores.
Este hecho requiere un conocimiento astronómico de primer orden y calculaciones exactas y precisas. La persona que esté interesado en esta ciencia, encontrará informaciones en el Talmud, y en toda la literatura rabínica que acompaña al primero. Lo más curioso sin embargo que en nuestra época, donde los relojes atómicos y los satélites, probaron los métodos de medida más modernos, que han sido enviados al espacio, la exactitud de los cálculos talmúdicos (especialmente en lo referente al lapso de distancia temporal que hay entre el un novilunio y otro) y la posibilidad de fijar los tiempos a nivel micro.
Determinación subjetiva.
Ciertamente podemos preguntar: ¿Por qué fue esta el primero de los preceptos que ordenó Dios al pueblo que estaba a punto de ser liberado? ¿Por qué fue obligatorio que llegara a sus oídos, incluso antes que abandonase la tierra de Egipto? ¿Por qué precede incluso a la festividad de Pésaj, que tendía a perpetuar, de manera inmediata, los grandes acontecimientos que ordena la Torá inmediatamente después?
Todo su secreto está enmarcado en la palabra clave con la cual comienza su enunciado: "para ustedes", o sea para "ustedes" será el primero de los meses del año, y esto implica una intervención personal del pueblo judío, a través del tribunal rabínico, en el proceso de determinará el comienzo de cada mes. Si este precepto solamente consistiese en la obligación de conocer los detalles de este sistema de cálculos, no sería necesario que se diga "para ustedes", ya que la determinación del nacimiento de la luna depende de cálculos objetivos en relación a la situación astronómica dada.
Sin embargo, el precepto de fijar el novilunio será concretado de modo especial. El gran tribunal de sabios que se encontraba en Jerusalem sabía exactamente, cuando sucedería el próximo novilunio; así de las fuentes se deduce que el conocimiento astronómico que tenían los sabios era total. A pesar de esto, es una obligación de este precepto que el mes sea algo personal, para cumplir con el término "para ustedes", es decir a través de ustedes, esta obligación se logrará a través de fijar el nacimiento de la luna en forma subjetiva y no según los cálculos que tenían en sus manos. Por este motivo esperaba el tribunal rabínico cada mes que vinieran testigos, para que atestigüen delante de ellos, que vieron el nacimiento de la luna, siendo así que este día se constituye en el primero del mes en referencia. Así por ejemplo:
"Lo vieron el Tribunal rabínico y todo Israel, se investiga a los testigos y si no alcanzaron a decir "santificado" antes que se oscureciera – automáticamente se establece el nuevo mes" (Rosh Hashaná 25,2)
Es decir a pesar que hayan venido testigos, que vieron el nacimiento de la luna, a pesar que su testimonio fue recibido por el tribunal después de haber sido investigados en profundidad. Incluso que el testimonio de los testigos coincida también con los cálculos astronómicos objetivos, por cuanto que no lograron anunciar el nuevo mes y declarar: "santificado" antes del anochecer, se transforma este día en el día treinta del mes anterior y no en el primer día del mes siguiente.
Se deduce de lo anterior, que el ser humano se define como quien fija lo extenso del mes y por lo tanto las fechas de las festividades, siendo la declaración del tribunal la que fija cuando recaerán.
Estos son los hechos en la época que este precepto se aplicaba en forma total, en tiempos en que el Templo se alzaba en Jerusalem. Sin embargo como sustrato básico de este precepto su dimensión espiritual se expande y expresa en cada época de la historia, ya sea que el Templo este presente o no. Aquí llegamos a los contenidos de tipo espiritual del precepto, estos contenidos tienen como núcleo el hecho del reconocimiento que las leyes naturales no tienen una fuerza absoluta ni un control completo sobre el hombre y sus circunstancias, ni sobre el universo. Por el contrario, nosotros los seres humanos fijamos nuestra suerte conforme a nuestra conducta ética. Como un recuerdo mensual se ha entregado en nuestras manos el hecho de fijar las fechas de las festividades, incluso en ciertas circunstancias contra los cálculos astronómicos, para internalizar este concepto:
"Si hubieran estado los comienzos de cada mes y de las fiestas, que dependen de estos comienzos, conectados exactamente con los cálculos planetarios astronómicos, de manera que el ciclo de la luna pudiera jalar detrás de si las festividades, hubiéramos estado nosotros sometidos, por así decir, a un sistema ciego que controlaría los procesos naturales, y así sería el novilunio una ayuda racional para la idolatría del culto a la naturaleza" (Rav Hirsh a la Parashá).
Este precepto tiende a cuidar el sentido de la independencia espiritual que es parte de la personalidad del pueblo que está por salir de Egipto, este sentido vital es un elemento fundamental para Israel, desde la perspectiva de la renovación como construcción de esta personalidad.
"Así comenzó Dios la formación interior de su pueblo a través de la determinación de una señal, que volverá nuevamente a aparecer en épocas específicas, así se concentrará siempre el aspecto del pueblo, lo llamará constantemente a un nuevo nacimiento dentro de una noche de locuras y corrupciones, y le asegurará una lozanía eterna para la verdad y la pureza, hasta que se construya Israel sin la inmovilidad egipcia, inmovilidad espiritual y ética" (Rav Hirsh a la Parashá)