Rav Salomón Michan
Vida Judía

FULANO SE CASARA CON FULANA

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En el Talmud aparece un diálogo entre una reina y un rabino, donde ella le pregunta:

¿Qué hace Dios desde el día en que terminó de hacer el mundo, además de mantenerlo diariamente?

El rabino le contestó:

—Planea las parejas.

Se levantó la reina y dijo:

—Eso es muy fácil. Yo también puedo hacerlo.

Escogió 300 esclavos y 300 esclavas y dijo:

—Tu cásate con ésta… y tú con aquella.

Y así hicieron. Al día siguiente vinieron los “novios”: uno herido en su ojo, uno cojeando, la otra llorando… Solo entonces la reina reconoció que en verdad es una tarea difícil.

Partiendo de la base de que Dios planeó que fulana se casara con fulano, y que esa era su pareja ideal, ¿por qué a veces no funciona? ¿Por qué pelean y terminan divorciándose? ¿Acaso Dios se equivocó?

No culpemos a Dios por todas las cosas que nos ocurren, ya que Él nos proporciona el alimento, pero no nos da de comer; eso depende de cada uno. Si uno al comer se mancha, es por su propia culpa, al igual que si alguien se gana la lotería y después malgasta todo hasta quedarse sin nada, ¿acaso podría culpar a Dios? O una persona sana que comienza a tomar drogas y alcohol arriesgando su vida, es obvio que no podrá culpar a Dios por su deterioro o su muerte.

Así también sucede en el matrimonio: Dios nos presenta la pareja ideal; después depende de nosotros si la valoramos y cuidamos para vivir juntos hasta los 120 años.

La prueba de esto la encontramos en las estadísticas realizadas en el pueblo judío, donde en el sector laico el porcentaje de divorcios casi llega al 40%; en una encuesta llevada a cabo recientemente, casi la mitad de las parejas dijeron que si pudieran retroceder en el tiempo elegirían a otra persona para casarse. Otro 20% dijo que “más vale malo por conocido que nuevo por conocer”. Sin embargo, en el sector religioso, el porcentaje de divorcios es mínimo… y no porque sea pecado divorciarse, sino al contrario: una de las 613 mitzvot es divorciarse en caso de ser necesario.

El motivo de esa diferencia tan grande en las estadísticas proviene de aprender y aplicar la sabiduría de la Torá como una guía que Dios nos dio para la vida.

 

DIOS MUEVE LAS PIEZAS CON PRECISIÓN

Les voy a contar una anécdota que ocurrió en Israel, no hace mucho tiempo:

Un muchacho estaba buscando su pareja y aceptaba salir con todas menos con una ashkenazí; sólo aceptaba una sefaradí.

Un día le fijaron una cita a ciegas con una muchacha llamada Ribká en el lobby de un hotel. Nuestro amigo llegó al lugar y vio a una muchacha sentada y le preguntó:

—¿Te llamas Ribká?

—Sí —le respondió.

Se sentó y entablaron conversación, acordando en volver a encontrarse. Mientras hablaban, se dio cuenta de que a la derecha estaba sentado un muchacho esperando que llegara su cita y a la izquierda estaba sentada una muchacha también esperando que llegara su cita.

Al llegar a casa recibió la llamada de la casamentera, quien lo regañó por no haber asistido a la cita, pero él argumentó que sí había asistido, pero la casamentera le dijo que la joven lo había esperado en el lobby.

Entonces el muchacho comprendió que su verdadera cita debería haber sido aquella joven que estaba sentada a su izquierda, pero como las dos se llamaban Ribká, surgió el error.

El problema era más serio aún, ya que le había gustado la Ribká con quien habló, pero “¿quién era ella?, ¿cómo volvería a encontrarla?, ¿quién sería su casamentera?”, se preguntaba el muchacho.

Para hacer la historia corta, después de mucha búsqueda recibió una llamada de su casamentera, diciéndole:

—Después de mucho buscar, encontré a tu Ribká. Pero te tengo que decir algo, es ashkenazí.

—No importa, ¡quiero a mi Rivkale! —dijo él.

Vemos en este caso cómo Dios mueve las piezas para que al final uno se case con su mazal, y aunque intente evitarlo, el mundo dará sus vueltas y sucederá, por el simple motivo de que el matrimonio es suerte y elección.


basado en un shiur de Rab Amram Anidjar. “Los matrimonios se deciden en el cielo” “Casados o cansados”,