“y fue la vida de Sara...” (Bereshit 23,1)
El Midrash Raba, nos acerca el versículo de Kohelet (cap.1): “y salió el sol, y se fue el sol”, preguntó rabi Aba, ¿acaso no sabemos que el sol sale y se pone?, la intención del versículo es otra, Hakadosh Baruj Hu le da vida a una persona justa, y esta persona tiene una misión específica en el mundo, y cuando termina su misión, Hashem le da vida a otra persona justa con otra misión, sin que se superpongan, cuando uno termina comienza el siguiente...
Así también ocurrió con los profetas, recién cuando Eli cumplió su función, apareció Shmuel. Y lo mismo con los “avot” y las “imaot” hakedoshim, nuestros patriarcas, cuando desapareció Sara, entró en escena Rivka. Esta afirmación la encontramos en el Talmud Babli, tratado de Kidushin (72b): “no se va un justo del mundo hasta que Hashem no crea otro como él”.
Pero, esta afirmación no nos deja muy conformes, ya que de acuerdo a ella, en nuestros días tendrían que existir muchas más personas justas de las que vemos, como había en generaciones pasadas, y, sin embargo, sabemos que disminuyó la cantidad de justos en el mundo, ¿cómo, entonces, decimos que en generaciones anteriores había más tzadikim?
Podemos decir, que Hakadosh Baruj Hu creó tzadikim en lugar de los que fallecieron. En cada generación nacen almas puras que tienen el potencial de ser tan justos como nuestros avot hakedoshim, como dijeron Jazal: estamos obligados a decir “¿cuando mis actos serán como los de Abraham, Itzjak y Iaacov?”, entonces, el lenguaje de la Guemara es muy preciso: no se separa del mundo un tzadik hasta que es creado otro en su lugar, ya que en el momento en que nace, tiene la fuerza y la posibilidad de llegar a ser un gran tzadik, y el problema está en todos nosotros, que “estropeamos” ese bebé que tiene el alma tan pura, no le damos la educación que necesita, como a un árbol, que si no lo cuidamos bien, puede ser que no dé frutos, así, lamentablemente, si a nuestros niños no le brindamos la educación que necesitan, tampoco veremos de ellos los maravillosos frutos que están preparados para brindar a su generación.
Para que de nuestros hijos salgan tzadikim como hubo hace tiempo, nos faltan los padres que también hubo hace tiempo. Nosotros, padres y madres, pretendemos que nuestro hijo sea como Itzjak Avinu, entonces tenemos que brindar la educación como la que brindaron Abraham Avinu y Sara Imenu. Todo depende pura y exclusivamente de la educación.
En otras generaciones hubo grandes sabios, y muy justos, porque sus padres pusieron todas sus fuerzas en la educación, porque las madres sentían una gran alegría al ver a sus hijos ocupándose nada más que de la Tora, y acercándose más y más a Hakadosh Baruj Hu.
Y en nuestra generación, no tenemos justos tan justos y sabios tan sabios como había antes, y no porque haya una carencia de aptitudes, sino porque así como nosotros no nos “explotamos”, no usamos todo nuestro potencial para subir en Tora e Irat Shamaim, igual nuestros hijos, que aprenden de nosotros, no pueden llegar a la categoría para la cual están preparados.
Hoy, para la mayoría de los padres (no para todos, Baruj Hashem), su preocupación y pensamiento apunta a ordenar la vida de sus hijos para que sean capaces de ganar dinero, y cuanto más, mejor. Toda la alegría y la satisfacción de estos padres, es ver a sus hijos ganando dinero, y se conforman con que sus hijos se “vean” como “religiosos”, aunque esto no sea ninguna garantía de continuidad para estos tiempos, ya que cualquier “viento”, lo alenu, puede hacer volar todo eso que se veía...
Y las lamentaciones siempre llegan tarde, cuando los padres ven el “fruto” que creció, allí reniegan por no haber brindado la mínima educación que era digna de dar. Inculcarles a los hijos Irat Shamaim, inclinarlos al estudio de la Tora, mostrarles que las buenas acciones es algo común en la casa, eso siembra unas raíces tan fuertes que ningún viento puede arrancar. Está bien, significaba sacrificarse demasiado, pero ahora es tarde para ver que valía la pena ese sacrificio...
Y el problema de esos padres que enseñan a sus hijos que hay que “ganar” es porque también ellos tienen ese objetivo como meta principal. Esa obstinación por el dinero provoca que el alma pura del niño pierda toda la pureza. Y el Midrash Raba dice sobre “efron”, que hizo “mal de ojo” sobre el dinero del justo, Abraham Avinu, sin saber que el dinero de Abraham se usaba solamente para hacer favores a los demás, por eso la Tora le sacó al nombre de efron la letra “vav”, pensemos ahora cuánto nos falta a nosotros aprender de nuestra sagrada Tora, cuando orientamos nuestros esfuerzos por caminos equivocados.
Mi querido amigo, el rab hagaon Itzjak Meir ben Menajem ztz”l agrega algo más, escribe el rab hagaon Iaacov Noiman ztz”l. ¿Cuál fue el terrible pecado de efron? Al fin de cuentas, no era sino otro más de los pobladores de la tierra, uno más de los descendientes de Noaj, y solamente entre todos sus descendientes se había destacado Abraham Avinu. ¿Por qué es tan grave el simple hecho de pedir dinero por su campo?
Jazal sintieron, y resaltaron el hecho de que cambió de punta a punta la forma de pensar de efron, a causa de su desenfreno hacia el dinero, y esta es una falencia interior en las cualidades que “arranca” la propiedad de considerarse una persona y lo transforma en una cosa distinta. Cuando la ambición apareció, este efron no era el mismo efron (y no sólo por la “vav” que le saca la Tora). Qué diremos de los bnei Israel que recibieron la Tora y fueron ordenados a “conducirse por Sus Caminos”, cuánto debemos cuidarnos de no caer en la tentación de correr detrás del dinero, que hace que la persona deje de llamarse persona...
El Saba Mikelem ztz”l, nos dijo que hay que entender, al principio, efron le hace pensar a Abraham que le va a regalar el campo, con la cueva que Abraham necesitaba para enterrar a su esposa, incluida en el regalo. Vemos a un hombre fino, un verdadero “gentleman”, que no quiere recibir nada, que está dispuesto a hacer un gran favor a una persona desconocida, y después, el “mismo” (o no el mismo) efron señala, que entre ambos, hay solamente una diferencia de cuatrocientas monedas, haciendo referencia al precio del campo... ¿Qué pasó? Para mostrarnos cómo surgió un cambio tan radical de actitud, el Saba nos cuenta sobre el Rambam, que tuvo una gran discusión con los jajamim. Ellos decían que se podía “educar” a un gato, enseñarle modales para que se comporte como una persona, y el Rambam sostenía que era imposible cambiar su naturaleza. Los jajamim le pidieron al Rambam un tiempo prudencial para enseñar al gato buenos modales, y cuando llegó el día de la demostración, se juntó gran cantidad de gente para ver quién tenía la razón.
La gente estaba maravillada al ver como el gato extendía los manteles sobre las mesas, como se acercaba a la entrada del salón a recibir a cada persona que llegaba con una reverencia, saludaba a cada invitado y le indicaba dónde estaba su asiento. Después corría a buscar una bandeja repleta de vasos de vino y pasaba entre la gente para que se sirva. Todo parecía perfecto. Cuando el gato pasaba entre la gente con la bandeja repleta de vasos, el Rambam abrió una cajita de la que saltó un ratón. Cuando el gato vio el ratón, la bandeja con los vasos de vino voló por el aire, y el gato, enseguida se perdió de vista.
Todos reconocieron que el Rambam tenía razón, el gato tiene su naturaleza, y no la podemos cambiar, le podemos enseñar modales todo tiempo que no vea a un ratón. Así era efron, todo tiempo que no veía dinero, parecía un distinguido caballero y además, inteligente, igual que el gato, pero cuando Abraham Avinu menciona la palabra “dinero”, efron “escucha” como una moneda golpea a la otra, cuando Abraham le dice “yo te doy el dinero que vale el campo, tómalo...”, Abraham tiene la plata en su mano y le dice a efron “agarrá!”, cuando efron ve la plata se transforma en otra persona y se olvida de toda su caballerosidad, igual que cuando el gato vio al ratón.
Darje Musar.
Leiluy Nishmat
León ben Isabel z”l – Rina bat Matilde z”l