Llegamos al lugar mas rápido de lo que pensé, me hablaron mucho del sitio de recreo, rio, montañas, piletones de agua fría, un lindo bosque, en pocas palabras, pensamos que era un paraíso terrenal... pero había solo un pequeño problemita...
Mi auto era más grande que lo que el camino, que estaba a orillas de un precipicio de varios cientos de metros, con curvas de casi 180 grados, podía contener. Entré al camino lentamente, mirando el lindo valle que se extendía delante de mí, cuando a 5 metros de la entrada me di cuenta que estaba sobre un precipicio.
No había manera de voltear, tenía que controlar el auto para que baje en la forma más segura, sin sacar las ruedas del estrecho camino. Manejé con un pánico que nunca antes había sentido...., controlado pero nervioso, sin saber cómo ni cuándo llegaría abajo. Unos cuantos autos me seguían y bajaban la pendiente cautelosamente. Pasaron no más de 10 minutos que parecieron interminables, y llegamos al “paraíso”. ¡Gracias a Dios! Esta aventura me enseñó una lección que quisiera compartir con ustedes.
Hablar del miedo no es un tema fácil, pero frecuentemente lo sentimos dentro de nosotros sin damos cuenta que controla todo nuestro ser.
Miedo… definamos ¿qué es miedo? ¿Es acaso la sensación que tenemos ante lo inesperado, es tal vez un instinto que nos informa que algo está por pasar y no sabemos cómo prepararnos? O ¿es tan solo una falta de seguridad, un sentimiento desagradable que nos quita la tranquilidad y no nos permite ver claramente lo que nos puede traer el futuro?. ¿Es el miedo algo que existente o se trata solo de suposiciones de que algo malo está por suceder?, ¿es un llamado de atención o es una realidad?
El miedo es desagradable, nos puede hacer perder el control y no nos permite pensar con claridad. Es un alerta de nuestra mente que nos dice “OJO, tal vez algo va a pasar, y no estoy preparado para afrontarlo”.
Seguro que les ha sucedido... Nos exponemos a situaciones en las que nuestras piernas tiemblan, sentimos malestar estomacal, tenemos un nudo en la garganta y no podemos pasar la comida. A veces sentimos una presión que no es explicable y más aun, tenemos una sensación de nerviosismo y tensión acumulada que nos debilita y hasta nos confunde.
Y ¿cómo deberíamos actuar?
Hay un consejo práctico y efectivo para sobreponerse a todas estas situaciones. El pánico, el miedo y el nerviosismo, tienen una raíz común, la falta de seguridad, no saber lo que nos deparará el futuro, que va a suceder, incertidumbre, confusión. En otras palabras, cuando sufrimos la falta de control sobre una situación, y por qué no decirlo, sobre nuestras vidas, entramos en pánico por lo que nos imaginamos puede llegar a suceder.
En el judaísmo, hay un concepto que nos puede liberar de este extraño sentimiento, que poniéndolo en práctica y con un poco de ejercitación, nos devolverá el "control" de las situaciones. Este concepto es lo que nuestros sabios llaman BITAJON que se puede traducir como seguridad.
Bitajon no es una palabra mágica que nos calma, tampoco es un elixir que nos relaja, o un concepto como una mantra que actúa por autoconvicción. Bitajon es la seguridad absoluta, no subjetiva, de que El Todopoderoso controla TODO, sí, TODO y Él conoce el presente, pasado y futuro. Es decir que Él sabe por qué pasara, por qué está pasando y por qué pasó cada situación de mi vida.
Tenemos que estar seguros de que Él quiere lo mejor para mí. Esto no significa que con Bitajon lograré el éxito, Él sabe lo que yo merezco y Él decide lo que me va a pasar. Si yo estoy seguro, Batuaj que Él dirige el mundo y que cualquier situación está controlada por Él, no sirve de nada preocuparme de algo que no está en mis manos. Estate tranquilo…¡¡¡Está en las Mejores Manos!!!
David Hamelej nos enseñó en su Salmo 23:4
“Aún cuando anduviere por valles de tinieblas, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo. Tu vara y Tu bastón, ellos me reconfortarán.”
Es cierto, no es fácil… Pero, todo está en tu mente, el control y el pesar, el miedo y el terror. Uno se puede asustar de un camión que pasa por la calle y el otro que se acostumbró a verlo pasar todos los días, está tranquilo y sabe que no lo dañará. Por supuesto la seguridad del segundo depende de la experiencia, pero el primero, si analiza un poco y aprende a ver su entorno, se acostumbrará al medio que lo circunda, y obtendrá también la seguridad.
Esto es lo que la persona debe hacer, ver el entorno, reconocer que El Creador hizo y controla todo lo que está a su alrededor. El ser humano debe "acostumbrarse" a vivir sintiendo que es un ser vulnerable y que cada momento LA PROTEXION DIVINA LO SALVA DE DIVERSAS SITUACIONES, tanto cuando va manejando en una calle o cuando está comiendo un espinudo pescado.
Hay que asumir que hay situaciones que no están bajo mi control. Si ponemos la ropa a secar y comienza a llover, aparte de sacarla del colgador y volver a guardarla en la casa, no tengo más que hacer. Si el cliente no llego y no pude ganar el dinero de esa venta, no hay porque ponerse nervioso o enojarse, de todas maneras, no lograré traerlo de vuelta a mi negocio.
Aprendamos asumir que hay cosas que no están bajo mi control, que hay un Patrón del mundo que toma decisiones y no me pregunta si "yo" quiero o no, si pienso que es bueno para mí o no. Él lo sabe mejor que yo. Vivir con ese nivel de desprendimiento, con ese nivel de Bitajon, con esa seguridad en que Él es el que controla el mundo, me calma y me permite seguir adelante en todas las determinaciones de mi vida. El judaísmo sostiene que tenemos libre albedrío, tenemos el poder de elección, existe el concepto de recompensa y castigo y de que todo va a depender de como actuamos o como nos comportamos. Tenemos pautas definidas. Todo es para nuestro bien, y a pesar de que a veces no sabemos por qué y para que suceden las cosas, estamos seguros: TODO es para bien.
Un hombre llegó al Mundo Venidero, y D’s le iba mostrando toda su vida mientras caminaba por la arena. “Aquí fue cuando te caíste, aquí fue tu casamiento, aquí fue cuando se murió ese amigo tan querido, etc, etc.” Cuando terminó de ver toda su película, el hombre le preguntó. “Cuando iba viendo el camino de mi vida, siempre veía mis pisadas en la arena al lado de otras pisadas. ¿De quiénes eran?” “Eran mis pisadas”, le respondió D’s. “Pero en los momentos más difíciles de mi vida, solo vi un par de pisadas ¿por qué me abandonaste cuando más te necesitaba?” “Tonto Le contesto, esas eran Mis pisadas, en los momentos más difíciles, te llevaba en brazos…”
A muchos nos enseñaron el versito..."No hay mal que por bien no venga" ¡solo nos falta aprenderlo bien y ponerlo en práctica!