Llegué temprano al Beit hakneset, pero este señor se me adelantó. En el salón hay unos pocos preparándose para la tefilá de Shajarit.. Son las 7 de la mañana y la tefilá comienza en 15 minutos.
En un rincón del salón se sentó él, un anciano de barba blanca tratando de pasar desapercibido. Este hombre, que yo calculé que tendría cerca de los 80 años, llega todos los días vestido con su grueso “dubón” (abrigo verde usado en el ejercito), chaleco azul, camisa blanca y pantalones negros, ese diría yo es su “uniforme”.
El abrigo lo coloca sobre la silla donde están apoyados sus talit y tefilín, y con mucha concentración comienza el despliegue diario.
Primero se pone el Talit, el manto de oración- después comienza lentamente lo que yo llamaría la mas significativa puesta de tefilín que me ha tocado presenciar. Tapando su brazo con el talit, remanga su camisa, una gruesa camiseta blanca de manga larga se distingue a lo lejos, después lentamente, como si le costara muchísimo, comienza a replegar la manga. Una vuelta, pasan unos segundos y viene la segunda, la tercera, y así sucesivamente hasta que descubre su brazo, pero todo esto no lo puedo ver, su talit me esta impidiendo ver su brazo descubierto.
Lentamente toma el tefilin –la filacteria del brazo- y se la aprieta fuertemente sobre el músculo. Ahora comienza el ritual diario…. Su cara se pone muy tensa, sus ojos se entrecierran, su frente se arruga… He visto este rito varias veces y cada vez quedo sorprendido, que le pasa a este anciano, que significado tiene para el poder ponerse los tefilin, por que se tapa el brazo. Son preguntas que tuve durante varios días, hasta que recibí mi respuesta. Este hombre es un sobreviviente del holocausto, un ejemplo viviente del mas alto nivel de fe que se puede encontrar en este mundo, este anciano es la demostración viva que el espíritu judío no se puede quebrantar ni doblegar, ni en los peores momentos ni con los mayores sufrimientos corporales, que son imposibles de imaginar.
Logre ver entre su brazo y el talit que estaba un poco caído, ese numero azul grabado en su piel de por vida, ese numero que cada día le dice a él, acuérdate de donde saliste, del infierno mismo, del peor sufrimiento que haya habido en toda la historia de la humanidad, de las cloacas de Aushwitz, de los crematorios de Birkenau, de las barracas inmundas de Treblinca, de los trabajos forzados de Teresienshtat y Sobibor, después de los sufrimientos y el miedo aterrador en los guetos de Varsovia y Lodge, después de los largos y sofocantes envíos en los trenes de transporte a los campos de la muerte y los crematorios. Si, ese numero le recuerda que es un judío que sufrió y pasó ese duro holocausto, pero también que es uno de los pocos que se salvo, y como muy, pero muy, muy pocos de los que sobrevivieron, el salió con el Shma Israel HaShem Elokeinu HaShem Ejad en sus labios y en su corazón.
Este rito, si lo pudiéramos llamar así, lo hacia apretando firmemente las correas sobre su brazo, lentamente y con mucha concentración. Son siete vueltas que le damos a las correas del tefilín sobre el brazo, y con cada una de ellas pienso que se decía a si mismo: ustedes me quisieron aniquilar, quisieron hacer desaparecer a mi pueblo de la faz de la tierra, aquí estoy yo, vivo y creyente, poniéndome diariamente mi tefilín sobre este horrible numero. Si, yo no fui Moishe, ni Yakov, ni Levi, era el número 1406023, así como se marca a los animales, solo un numero, algo que no tienen nada personal, algo desechable, algo de poca monta, algo que según ellos es inservible.
Ni nuestros nombres ni nuestros apellido contaban para el llamado a la formación diaria, solo el grito de achtung – atención, numero 1406023 dos pasos adelante…. shnell, shnell, rápido, rápido….
Ahora mi venganza es lenta. Lentamente pienso en esta “dulce venganza”. Puedo seguir profesando mi judaísmo libremente y cumplir con lo que nuestra sagrada Torá nos ordenó. Tengo varios hijos, numerosos nietos e incluso unos cuantos bisnietos, solo pensar que ¡todo esto quisieron estos malditos nazis eliminar!, mi venganza es mi numerosa familia y todos judíos fieles en el camino de la Torá; por eso cada día pienso y recuerdo a aquellos que no tuvieron la posibilidad de seguir poniéndose los tefilin, a aquellos no lograron formar una familia, aquellos que no pudieron seguir el camino que le legaron sus padres aquellos que no sobrevivieron las torturas, y aquellos que no llegaron a la Tierra de Israel. Por eso apretó las correas de mi tefilin sobre ese número y con el favor de Di-s seguiré mostrando mi orgullo judío mientras tenga fuerza y el Todopoderoso me lo permita.
* El Tefilín - Filacterias son dos pequeñas cajas de cuero negro, una para la cabeza y la otra para el brazo, que contienen rollos de pergamino con versos de la Torá. Son usados por los hombres judíos durante las oraciones de la mañana del los días de semana. Las correas del tefilin del brazo, se atan sobre el brazo izquierdo (o derecho, si la persona es zurda) dando siete vueltas al mismo y la otra se coloca sobre la cabeza. Segúnla ley judía - la halaja- los varones judíos a partir de los trece años deben colocárselos diariamente, con excepción de Shabat y demás festividades judías.
"Y será por señal en tu mano, y por memorial entre tus ojos, para que la ley de HaShem esté en tu boca; Porque con mano fuerte te sacó HASHEM de Egipto"
- Éxodo 13: 9
"Y será por señal en tu mano, y como totate entre tus ojos; Porque con mano poderosa nos sacó HaShem de Ejipto"
-Éxodo 13:16
Y dos veces en los pasajes del Shema Israel:
"Y los atarás como una señal sobre tu brazo, y serán como totafot entre tus ojos"
- Deuteronomio 6: 8
"Pondrás estas palabras mías en tu corazón y en tu alma; Y los atarás como una señal en tu brazo, y serán como totafot entre tus ojos"
- Deuteronomio 11:18