Adaptación Rav Gabriel Guiber
La Hoja

La Nueva Hoja Nueva -PERASHAT ITRO-20

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ESCUCHAMOS Y HACEMOS

“y escuchó Itro, sacerdote de Midian, suegro de Moshe”

(Shemot 18,1)

“Honorable rabino, usted está obligado a escuchar lo que voy a contarle, un relato verídico”, le dijo el conductor del taxi al gaon, rabi Shlomo Zalman Ouerbach ztz”l, apenas se sentó en su vehículo.

“Absolutamente verdadero, lo vi con mis ojos… honorable rabino… y lo recuerdo como si hubiera ocurrido hoy mismo… así… así como yo lo estoy viendo a usted, ahora”.

“Esto ocurrió durante la guerra, estábamos en el desierto, y ya muy cerca del frente de combate, abrimos nuestras carpas para dormir en la noche”.

“De pronto aparece una serpiente venenosa enorme. Y tenía un veneno tan potente… que cuando mordía a alguna persona moría al instante, honorable rabino… y el hombre que fue mordido subía al Cielo sin alcanzar siquiera a decir el Shema…”

“Qué bueno que usted no haya visto ni de lejos semejante serpiente, y sólo quería darle un ejemplo del miedo que tuvimos al verla”.

“Y sin que pudiéramos reaccionar, la serpiente comenzó a enroscarse sobre Jaim, el doctor del batallón”.

“Le gritamos – Jaim, ¡no te muevas!...”

“Jaim debía quedarse quieto, y además, tranquilo… Y así le dijimos toda clase de palabras para tranquilizarlo”.

“Jaim, no te muevas, y la serpiente seguía trepando por su cuerpo. Llegó hasta el cuello, dio una vuelta y puso su rostro frente al de Jaim. La muerte estaba en la puerta, honorable rabino”.

“Jaim recitó en silencio: 'Shema Israel, Hashem Elokeinu, Hashem Ejad', y cuando concluyó… la serpiente bajó y se alejó del lugar…”

“¡Y Jaim retornó a nuestras fuentes!, pasó a ser un hombre que cuida la Tora y sus preceptos”, terminó el conductor con su historia.

“¿Qué me puede decir el honorable rabino? ¿No fue un milagro?... ¡Hashem existe!, honorable rabino… Y si alguna persona se atreve a decirle a usted lo contrario, que venga a verme a mí, yo le voy a enseñar…”

El rabino miró a los ojos al conductor, y sin esperar ni un momento, le preguntó:

“¿Y qué pasó contigo? ¿Tú también retornaste a la Tora?”

“¿Yo? Seguro que no, honorable rabino”, el conductor no entendía la pregunta.

“Lo que yo vi fue el milagro de Jaim, no el mío. La serpiente no se me subió a mí, se subió sobre Jaim… Yo me llamo Shimon, honorable rabino… no Jaim”.

Itro, el suegro de Moshe, se emocionó con los milagros y maravillas que acompañaron al pueblo de Israel en la salida de Egipto. Como sabemos, Hashem hizo los milagros para el pueblo de Israel, no para Itro.

Y si entramos en detalles, no sólo que él se emocionó, sino que todo el mundo se quedó asombrado, pero, Itro tuvo una reacción diferente a la de todo el mundo, Itro fue del pensamiento a los hechos – fue al lugar donde acampaban los hijos de Israel, en el desierto, y buscó la forma de convertirse al judaísmo.

El Midrash pregunta: “¿qué fue lo que escuchó Itro y vino?” Y el Midrash enfatiza la palabra “y vino” (en Hebreo es una sola palabra).

Todos escucharon, pero solamente Itro, escuchó ¡y vino!

La noticia hizo que Itro cambie sus acciones y su conducta. Y en efecto, no alcanza con que el escuchar sea algo sólo exterior, sino necesita llegar al interior, para provocar una determinación urgente, que necesita llevarse a la práctica.

Ocurrió con un joven de Netania (Israel), que estaba muy alejado de la Tora y los preceptos. Un Shabat, fue invitado por unos amigos a una Ieshiva en Ierushalaim.

Sintió el “gusto” agradable de la Tora, vio cómo los jóvenes cantaban en la mesa de Shabat, escuchó las palabas de Tora llenas de sabiduría, y decidió retornar… Se quedó en la Ieshiva, en Ierushalaim, elevándose cada día más…

Después de un año, se acordó de sus compañeros de la niñez, que quedaron atrás, allá en Netania, sin Tora y sin preceptos. Viajó para verlos, con la intención de alentarlos para que ellos también pudieran retornar…

Después de conversar unos minutos con ellos, los invitó a pasar Shabat con él, en la Ieshiva de Ierushalaim, para hacerles probar el gusto de la Tora, pero ellos se negaron, y dijeron: “la próxima vez…”, porque en ese Shabat habría un acontecimiento deportivo muy importante…

Transcurrió la semana, y el joven volvió a Netania. Les pidió nuevamente que fueran con él, pero otra vez la postergación, con la excusa de que, justamente, en ese Shabat, uno de los compañeros realizaría una fiesta de cumpleaños a la salida de Shabat, y desde Ierushalaim no podrían llegar, además que ya habían confirmado su presencia.

Sin embargo, le aseguraron, que el próximo Shabat irían con él…

Y también llegó el tercer Shabat, y con él una nueva invitación, pero el Ietzer (el instinto del mal) preparó un nuevo acontecimiento – la fiesta de “Bar Mitzva” (la llegada a los trece años de un niño, cuando se convierte en un hombre obligado al cumplimiento de la Tora) de otro conocido, pero le aseguraron, otra vez, que no habría una nueva postergación, que lo acompañarían el próximo Shabat – pase lo que pase…

Y agregaron, que vuelva a verlos el día domingo por la mañana – y ya desde ese día viajarían a Ierushalaim con él.

Así fue, y cuando el joven llega a Netania el domingo en la mañana para llevarlos, se encuentra con los padres de uno de ellos, sentados en el suelo, llorando.

Hasta que recibió la terrible noticia: en el día de ayer, muy tarde, en la noche, cuando los jóvenes volvían de la fiesta del “Bar Mitzva”, el automóvil se salió de la ruta chocando con una columna de electricidad… y todos sus compañeros murieron en el acto.

Este joven tuvo un sufrimiento terrible, y dijo: es una lástima, ya que si habrían venido conmigo a Ierushalaim, habrían quedado con vida…

¡Tan grande es la Tora!, que da vida a quienes se ocupan de ella, en este mundo y en el mundo venidero.

Traducido del libro Otzaroteinu.

 

Leiluy Nishmat

Israel Ben Shloime   z”l

Lea (Luisa) Bat Rosa    Aleha Hashalom

Iemima Bat Abraham Avinu    Aleha Hashalom