ROMPERSE EL ALMA
?Piedras de ónix?? (Shemot 25,7)
Hashem Itbaraj no pide que la persona tenga una capacidad especial, sino que se esfuerce, y que su esfuerzo sea para el Honor del Cielo.
Este concepto lo encontramos en la explicación del Or Hajaim sobre nuestro versículo, y allí pregunta: ¿por qué la Tora adelanta sobre las ofrendas de oro y plata, sobre la ofrenda con la piedra de ónix, cuando sabemos que estas piedras son más valiosas que el oro y la plata?
Y contesta de acuerdo a la Guemara (Ioma 75a) que las nubes fueron las que trajeron estas piedras. Entonces, como las piedras se pueden conseguir sin ningún esfuerzo y sin ninguna inversión de dinero, esta es la causa por la cual, entre las ofrendas, aparecen al final de la lista. El oro y la plata, por ejemplo, lo traía el pueblo de Israel de sus posesiones o de sus propios bolsillos, y esto ya representa un esfuerzo.
Estudiamos, que toda cosa que se obtiene con el esfuerzo, es mucho más importante para Hakadosh Baruj Hu que una cosa que se consigue sin esfuerzo. Por ejemplo, si un hombre invierte para mejorar la forma de cumplir un precepto, o para embellecerlo, y se esfuerza brindando lo máximo que puede dar, así está cumpliendo la misión para la cual fue traído a este mundo.
Entregar el alma por el cumplimiento de un precepto, eleva al hombre a una categoría muy especial en el Servicio al Creador.
Una de las personas allegadas al justo Baba Sali de Netivot, contó un hecho que ocurrió allí y que muchos pudieron ver con sus propios ojos.
Una vez, en Motzae Shabat, cuando la congregación salió a la calle para bendecir a la luna, el cielo se cerró con las nubes y la luna no se dejaba ver. Todos los presentes esperaban una reacción del justo, querían ver qué podía hacer y cómo.
De pronto, el justo tomó su bastón, lo levantó y lo movió hacia el lado derecho, como señalando a las nubes que se desplacen hacia la derecha, después levantó otra vez el bastón y ahora lo movió hacia el lado izquierdo, señalando a las nubes que se desplacen hacia la izquierda, y sucedió lo maravilloso, las nubes se abrieron y la luna se dejó ver, y toda la congregación vio, y todos pudieron santificar a la luna.
Le preguntaron al justo si tenía control sobre los movimientos de las nubes, y contestó rabi Israel Abujasira, que lo que todos pudieron apreciar no comenzó allí en Netivot, sino que viene de muy lejos, todo comenzó en la ciudad de Lyon, en Francia.
Estaba en la ciudad de Lyon, y las nubes impedían bendecir a la luna. El mismo espectáculo se repetía noche tras noche, hasta que llegó la última noche en que se podía bendecir, y todavía había nubes?
La gente del lugar le dijo que, si su voluntad era bendecir a la luna, debería viajar a la ciudad de Marsella, distante 380 kilómetros.
No perdió tiempo, tomó las cosas más indispensables, y viajó inmediatamente a Marsella, para bendecir a la luna. El viaje era semejante al viaje entre Tel Aviv y Eilat, o como el viaje entre Buenos Aires y Mar del Plata.
Seguramente, el Baba Sali podría haber dicho que ese viaje era muy largo y difícil, y habría sido comprensible, pero él no hizo así, se esforzó, se sacrificó para cumplir con un precepto.
Y la persona que se sacrifica por el cumplimiento de un precepto adquiere un control especial sobre los elementos que participan en el precepto. Por eso, cuando el rab quiere bendecir a la luna en Netivot (al sur de Israel) y el cielo está cubierto de nubes, él mismo tiene la posibilidad de dispersarlas y que la luna vuelva a aparecer, gracias al mérito del sacrificio realizado para cumplir con un precepto en Lyon.
Y nosotros, aunque no hagamos llegado a alcanzar la categoría del justo, aprendimos que todo sacrificio que hacemos, de nuestra parte, para cumplir con un precepto, trae abundancia de bendición, trae una alta dosis de piedad, y por sobre todas las cosas, pureza y santidad, que nos empujan a elevarnos más y más, para cumplir los preceptos con integridad, como es Su Voluntad.
Traducido del libro Barji Nafshi.
Leiluy Nishmat
León Ben Ezra ???