Rav Moshe Walles
En Perspectiva

Parashat Tazria

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"El Brit Milá: Símbolo del Sacrificio Judío"

Uno de los preceptos que nuestro pueblo ha venido cuidando con entrega y dedicación, en todas las épocas sin excepción, es el Brit Milá.

Esta Mitzvá es la que demuestra el contacto que tenemos con D'os y la capacidad de sacrificarnos por Él.

Desde Abraham Avinu, que fue el primero que hizo Brit Milá, hasta el último iehudí más alejado en cualquier lugar sobre la tierra, y aún encontrándose en cualquier situación por más difícil que ésta sea, continuamos manifestando que nuestra sangre es lo más importante, es la vida misma; no obstante, hay algo todavía más importante: D'os!.  Por Él estamos dispuestos a sacrificar nuestra sangre (obviamente cuando ésta se requiera).  Esta Mitzvá se encuentra en nuestra Parashá: "Y el octavo día será circuncidado (el niño) en la carne de su prepucio." (Levítico 12;3).  

Uno de los principios fundamentales que el pueblo de Israel le ha enseñado al mundo es que la vida es lo más apreciable, sin embargo, hay precios que no valen la pena pagar, por lo que hay momentos en que uno debe preferir la muerte más que la vida misma.  Si hay que elegir entre la vida sin D'os, es decir, como un animal en la selva que se come al otro, o la muerte para santificar el Nombre de D'os y no abandonarlo, es mejor en este caso elegir la muerte. La verdad es que en este caso la muerte no es la muerte misma, puesto que seguir viviendo como animal no es vida, por lo tanto, elegir la muerte es realmente elegir la vida.  Esta es la explicación de lo que se dice en la bendición del Brit Milá: "Bedamaij Jaí" - "con tu sangre vivirás".

Desde que Abraham fue arrojado al fuego por su fe en D'os, pasando por el profeta Daniel en el pozo de los leones, hasta los sagrados de la época de las cruzadas y de la inquisición, y en nuestro siglo en el Holocausto, hemos demostrado nuestra capacidad de poner a D'os por encima de todo.

Uno de los aspectos del Holocausto, al que no se le otorgó el énfasis que merece, es la increíble fuerza espiritual que tenían aquellos judíos kedoshim para demostrar su lealtad y su fidelidad a D'os, aún en las situaciones más difíciles.

En uno de los campos de exterminio llegó una mujer con un bulto en las manos envuelto en trapos y le pidió a uno de los judíos que estaban trabajando allí un cuchillo.  Este hombre estaba casi seguro de que la mujer quería suicidarse y le negó el cuchillo.  Sin embargo, ella siguió buscando un cuchillo desesperadamente mientras este hombre corría detrás de ella.  De repente, apareció un nazi de la guardia y los dos se detuvieron.  Este les preguntó la razón por la cual se encontraban ahí y el hombre le contesto que la mujer buscaba un cuchillo para suicidarse y que él iba detrás de ella para impedírselo.  Al nazi, le agradaba la idea de ver cómo se suicidaba una mujer judía, por lo que sacó un cuchillo y se lo dio.  Ella, agarró el cuchillo con una mano y con la otra retiró los trapos que cubrían el paquete que cargaba y poco a poco descubrió a un bebé recién nacido.  Ante los ojos del nazi ella pronunció la bendición "Asher Kideshanu Bemitzvotav Vetzivanu al hamilá", y le hizo la circuncisión a su hijo.  Una vez que terminó, le devolvió el cuchillo al nazi y le dijo: "Ahora puedes hacer lo que quieras", e inmediatamente después la mujer le dijo a D'os: "Tú me diste un hijo sano y yo te devuelvo un hijo judío".

Debemos santificar el sacrificio de nuestros antepasados continuando su mismo camino de entrega, es decir, observando los preceptos de D'os sin profanarlos mediante su incumplimiento.